Pobreza, la medida del fracaso

ECONOMÍA Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior

Dado lo que pasó y lo que se espera, ya puede afirmarse que el Gobierno del Frente de Todos le falló a la sociedad y degradó su ADN peronista. El aumento de la pobreza del 37,3% al 39,2% entre el final de 2021 y el de 2022 –al cabo del primer semestre había sido del 36,5%– constituye un palazo a la imagen y a la autoestima del Gobierno de Alberto Fernández por donde se lo mire. Ante el drama que aqueja a 18,1 millones de argentinas y argentinos –entre quienes se cuentan 3,7 millones sin un acceso mínimamente suficiente a la comida–, no es consuelo que la indigencia se haya reducido de modo estadísticamente marginal al 8,1%.

El contexto en el que se dio el aumento de la pobreza agrava las cosas. Primero, ocurrió en un año en el que la economía creció 5,2% y el desempleo bajó 0,7 punto porcentual. Segundo, los datos a fines del año pasado no reflejan el impacto de los índices de inflación del 6% en enero, del 6,8% en febrero y de uno también gravísimo este mes. Tercero, ocurrió antes de que la sequía mostrara todo su filo, abriendo un año electoral de recesión severa, derrumbe de exportaciones y merma aguda de recaudación.

Al desglosar la información por trimestre, los datos promedio mencionados se hacen más elocuentes sobre la tendencia: en el cuarto trimestre la pobreza se disparó al 40,7% y la indigencia, al 8,4%, explica Clarín. Si 2023 pinta tan mal y el panorama en las regiones más afectadas espanta, ¿qué asombros nos depara el futuro inmediato?

Así las cosas, se impone una pregunta sin anestesia: ¿de qué se trata el peronismo a esta altura?
Poner la evolución de la pobreza como patrón del éxito o el fracaso de una gestión fue uno de los escasos aciertos de Mauricio Macri. Se sabe que lo suyo también tuvo un resultado penoso, lo que no obsta para que hoy Juntos por el Cambio (JxC) tome coraje y se anime a hablar de "herencia catastrófica". Hay que reconocerle al grueso de la dirigencia nacional su constancia para defraudar a la gente pero, cada dos años, pedirle el voto como si tal cosa. Todo pasa.

Diagnósticos y remedios
Sin una determinación correcta de las raíces de este desastre en continuado no hay posibilidad de encontrar soluciones. Un interesante informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) detalla la suba fuerte de los precios de los alimentos, ingresos que siguen sin recuperarse a pesar de la mejora en el empleo y el deterioro de las jubilaciones y los planes sociales.

Esas causas, ¿a qué remiten finalmente? Hablando como posible precandidato presidencial del cristinismo y olvidando de que es ministro del Interior de un gobierno en funciones, Eduardo "Wado" de Pedro dijo en radio Futurock que "fuimos pacientes para ver cuáles eran los resultados de un modelo que tenía distintas características. Bueno, los resultados no fueron óptimos. Entonces tenemos que terminar el gobierno haciendo lo que hay que hacer para modificar el resultado". "Recuperamos el empleo, el crecimiento industrial y las obras públicas, pero hay un desorden del poder adquisitivo. Por eso hay tensiones" en el Frente de Todos, añadió.

Evitemos cansar con la crítica a la insólita ajenidad del cristinismo respecto de una gestión en la que no suelta ni un solo cargo; aspiremos a más. Para la izquierda del panperonismo, el problema es "un desorden del poder adquisitivo". Es cierto, ¿pero eso a qué responde? En otras palabras, ¿qué posibilidades hay de mejorar la distribución del ingreso en el contexto de un país endeudado hasta el tuétano, dependiente de la clemencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de los cálculos geopolíticos de Joe Biden, y aquejado por un déficit fiscal crónico y una inflación que cada vez deja más atrás el número "100"? Más, ¿es posible mejorar sustentablemente las jubilaciones, los planes sociales y los salarios en ese contexto, sin que los precios y los tipos de cambio enciendan una pradera seca?

Da toda la impresión de que, junto con la distribución del ingreso, el problema de fondo es eminentemente macroeconómico, dado por un desorden general en el que casi todo el mundo –por lo pronto quienes trabajan– pierde. "Junto con la distribución del ingreso", se acaba de decir con la intención de evitar cualquier confusión de este argumento con una defensa de la teoría del derrame. A los más de 18 millones de argentinas y argentinos sumidos injustamente en la desesperación no se les puede pedir que esperen a que una minoría de personas satisfechas se satisfagan todavía más para recibir, algún día, una migaja.

De lo que se trata, nada menos, es de estabilizar y refundar la economía, estableciendo –¡por fin!– un modelo de verdadero desarrollo. Para eso habrá que ajustar lo que haga falta –también los impuestos que se evaden, los que se eluden y los que deberían pagar en mayor medida quienes más ganan– con criterios de estricta equidad. Sin esto, no hay Presupuesto que se sostenga, dadas las necesidades que se describen. ¿Será, acaso, que en eso consiste el progresismo bien entendido?

Aguantando los trapos
El escenario social no parece tolerar que la guerra de Todos contra Todos por una candidatura presidencial alcance las alturas actuales.

Mientras De Pedro –La Cámpora en general– enciende y apaga su pertenencia al oficialismo, Fernández juega a un misterio que solo lo intriga a él y Sergio Massa espera que se le abra, in extremis, una ventana de oportunidad, la realidad pega duro.

El dólar "contado con liquidación", la principal referencia cambiaria paralela, superó los 400 pesos y el Banco Central vendió 76 millones de dólares más, ratificando una tendencia muy preocupante de su reservas.

Así, el ministro de Economía sigue agudizando su creatividad para evitar la megadevaluación del tipo oficial que el mercado espera para antes o para después de las elecciones, pero sin dudas. Intentando acercar divisas a las reservas de la autoridad monetaria y revertir la caótica proliferación de tipos de cambio especiales, Massa anunció la creación de un “dólar agro", que constará de un primer tramo en abril para la soja –tercera versión– y otro, de tres meses para exportaciones de economías regionales. Asimismo, tratará también de ordenar los dólares importadores –Catar, Coldplay, tecno…¡uf!–. El mercado espera que un eventual gobierno de Juntos por el Cambio unifique y libere el tipo de cambio ni bien se haga con un colchón mínimo de reservas, algo que podría ser razonable –por algo hacen falta tantas cotizaciones superpuestas–, pero que, en el corto plazo, no haría otra cosa que incrementar aun más la pobreza.

El largo plazo argentino sigue siendo promisorio, pero el corto debe preocupar.

FUENTE: LETRAP.COM

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto