Los “riesgos para la democracia” de Sergio Massa y Javier Milei

POLÍTICA GABRIEL ZIBLAT*
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El sistema político entró en etapa de reconfiguración. Hasta el 19 de noviembre será un escenario con dos actores principales como Sergio Massa y Javier Milei, quienes paradójicamente esta semana quedaron eclipsados por el tercero en discordia, Juntos por el Cambio, que precipitó su estallido. Detalle que tiene su explicación: será ese mismo espacio el que también tendrá a partir del 20 de noviembre un rol protagónico en el rearmado del sistema de partidos políticos en la Argentina gane quien gane.

Así se entiende la disputa entre Mauricio Macri/Patricia Bullrich y Gerardo Morales/Martín Lousteau, donde mutuamente se quieren desenganchar del otro pero quedándose con el liderazgo del espacio no peronista/republicano en el período que se viene. El movimiento de Macri, salvo que lo de Milei termine en fiasco electoral, parecería dejarlo mejor parado. Si gana Massa nadie podrá poner en duda su rol de opositor. Si gana Milei, significaría que logró que una mayoría considerable de los votantes de JxC sigan su precepto. Esa fue su apuesta, reconocida por dirigentes de su entorno.

 
Los radicales y Elisa Carrió, en tanto, quedarán mejor parados si la avalancha de votos blancos y nulos se concreta. Aunque si gana Massa, cargarán con la mochila de que la neutralidad le permitió mantener el poder al kirchnerismo. 

En ese contexto, entra a jugar el debate discursivo con el que cada sector intenta llevar agua para su molino e instalar cuál es el mal menor. Y hay un punto que viene generando discordia: el riesgo para la democracia. Los que están inclinados a Massa (bajo la muletilla de “mi límite es Milei”) son los que más fuerte salen a cuestionar que el conservador libertario puede significar un riesgo para los valores democráticos. Pero los que están inclinados por Milei (con apoyo abierto o bajo la muletilla “mi límite es Massa”) ya empezaron a machacar sobre lo que podría suceder si Massa y el kirchnerismo son reelectos.

 
Los riesgos para la democracia
Así, en Juntos por el Cambio nadie sale a pedir el voto por la positiva, sino por la negativa. “Si votás en blanco vas a tener razón, pero te va a gobernar Massa”, lo graficó este sábado el exfuncionario macrista Miguel Braun a través de un tuit. En ese sector miran a Massa, al que la mayoría conoce casi de memoria, y ven los siguientes factores de riesgo:

El triunfo de Unión por la Patria, aseguran, es la continuidad de Cristina Kirchner, Máximo, y sus seguidores en las altas esferas del Estado. Esas que administraron en los últimos 4 años, controlando las cajas más importantes, como Anses, PAMI, Aerolíneas Argentinas o YPF. Descreen de todo aquel que diga que Massa es peronista y no kirchnerista o que será distinto a Alberto Fernández y podrá desmarcarse.
El manejo de la Justicia, en ese marco, es uno de los que más apuntan. No solo por la influencia que pueda tener Cristina Kirchner para ponerle un freno a sus causas, sino por las supuestas influencias en la materia del propio Massa, de aceitados vínculos con magistrados de Comodoro Py. Los dichos esta semana del presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, sobre la necesidad de una “unidad nacional”, no se pueden interpretar sin tener en cuenta que los jueces de ese tribunal están siendo enjuiciados en la Cámara de Diputados por el bloque de Unión por la Patria, incluyendo a legisladores que responden al Frente Renovador.
La corrupción es inevitable que aparezca en las críticas. No hay sistema democrático que funcione como corresponde si los delitos a la administración pública quedan impunes. Y en JxC apuntan no solo a los casos más recientes y resonantes, como el de Insaurralde o Chocolate, sino que también ponen la mira en los rumores cada vez más fuertes sobre turbios esquemas para habilitar dólares para importaciones.
La relación con los gobiernos provinciales también es motivo de temor en las ligas cambiemitas. De hecho, Bullrich lo planteó en su conferencia de prensa, al decir que su apoyo a Milei era también una forma de defender a los gobernadores. A pesar del tan mentado federalismo, existe el análisis entre algunos de los mandatarios electos de que Massa buscaría dividirlos e imponerles un sistema de garrote y billetera.
Pero probablemente el miedo más repetido es el de la perpetuidad. Se imaginan a un Massa quedándose por 8 años, con la posibilidad de estirarse más contando a Malena Galmarini, su mujer. Cualquier similitud con Néstor y Cristina sería pura coincidencia. Hablan, sin titubear, del riesgo a que se consolide la idea de un partido hegemónico en la Argentina.
Los neutrales o filomassistas en JxC no desmienten estos comentarios, pero destacan que su triunfo significaría mantenerse dentro de los márgenes de cierta “racionalidad” política. Confían que el momento de crisis económica no le permitirá tomar ningún desvío al diálogo político, a la unidad a la que viene convocando.

Por el contrario, la “irracionalidad” política la ven con Milei. El “salto al vacío” del que tanto machacaba Bullrich en la campaña, ahora lo repiten para hablar de “horas oscuras”.

Es que la lógica de Milei como riesgo para la democracia es de las más escuchadas. Lo dicen kirchneristas pero también dirigentes de Juntos por el Cambio, que también enumeran sus argumentos:

El más literal es el del negacionismo. Se le apunta sobre todo a Victoria Villarruel por sus vínculos con dictadores, pero también al propio Milei, quien en el debate describió a los delitos de lesa humanidad como “excesos”. En un contexto donde cada vez son más los argentinos que aceptarían un gobierno que no sea democrático si soluciona los problemas de la gente (encuesta de Poliarquía), asusta que el ejercicio de memoria que se necesita para evitar repetir la historia no funcione.
Uno de los temas que también impactan como actitudes no democráticas de Milei es la falta de propensión al diálogo. El escaso nivel de tolerancia que muestra ante ideas que no comparte, el odio que transmite hacia el que piensa distinto o la agresividad que mostró desde el inicio de su carrera mediática son señales que los “neutrales” miran con cautela. ¿Cómo haría como presidente ante las adversidades que va a tener el próximo mandatario o las críticas que vaya a recibir?
Algunos de los proyectos de Milei también son fuertemente cuestionados, por el temor a que rompan estándares mínimos de igualdad social. Sobre todo los referidos a la mercantilización de la educación o la salud, algo que el propio candidato aclaró que son “de tercera generación”. La postura pro mercado y anti Estado generan escozor, incluso en sectores de Juntos por el Cambio que consideran que el equilibrio es necesario y que no se puede dejar todo librado a la mano invisible.
Uno de los dichos más escuchados contra el libertario tiene que ver con el riesgo a perder derechos ya obtenidos, como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario o la eliminación de la educación sexual infantil en las escuelas. También desde lo institucional genera miedo que avance en gobernar por decreto (como ya anticipó que haría si el Congreso no le aprueba los proyectos) o incluso designar por esa vía a nuevos jueces. En la relación con las provincias, están los que le temen más a Milei que a Massa porque creen que no habrá margen para una negociación: tienen frescos sus anticipos sobre eliminar la coparticipación y la obra pública.
Pero sin dudas el miedo más repetido vinculado a Milei apunta a su estabilidad emocional. El mundo político desconfía y los más críticos ponen en duda si podrá aguantar el estrés de semejante cargo, quedando en riesgo así el normal funcionamiento de la vida institucional.  “Más miedo que el loco Milei me da un Massa con poder”, confiesa un macrista esta semana.
Al igual que sus rivales internos con Massa, los filomileístas de JxC tampoco desmienten estos conceptos sobre el riesgo que significa Milei. Pero los matizan diciendo que el resultado electoral lo mostró débil y que bien contenido no podrá avanzar con sus ideas más controvertidas. Distinto era el caso, sostienen, si La Libertad Avanza era la fuerza más votada el domingo pasado. Aseguran, los mileístas, que las consecuencias para el país pueden ser más nocivas con un triunfo de Massa que con un experimento con el libertario.

La definición de los votos de JxC serán claves en el resultado del balotaje. Alejandro Catterberg, de Poliarquía, cuenta que antes de las elecciones, entre los posibles votantes de Bullrich, el 40% decía que votaría a Milei, el 20% a Massa y el 40% no sabía o en blanco.

En el caso de Opinaia, la relación es más amplia y el 47% votaría a Milei y solo el 9% a Massa. El resto se reparte entre blancos (23%), ausentismo (12%) e indecisos (9%). Lo novedoso de ese estudio es que el votante de Juan Schiaretti estaría más dividido: 37% votaría a Milei y 26% a Massa. 

Más allá de los números, en la política y en la sociedad en general abunda la futurología sobre qué es lo que va pasar, tanto si gana Milei como Massa. Un ejercicio que parece imposible, sobre todo si uno mira las dificultades del día a día. Lo planteó en X (exTwitter) Mauro Infantino: “Leo atónito a gente predecir con vehemencia lo que va a pasar en los próximos 4, 8 o incluso hasta 30 años si gana tal o cual candidato. A mi me preocupa saber cómo vamos a pasar diciembre y les envidio esa confianza”.

A 40 años del retorno de la democracia, la Argentina se encamina con incertidumbre hacia un balotaje todavía abierto, cuyos contendientes tienen dificultades para calmar los miedos que generan. Y ya no solo sobre el futuro de la democracia, sino en cómo van a solucionar los problemas de una economía que agoniza.

*Para MDZ

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