Jorge Macri: ajuste, equilibrio y construcción para crecer con Javier Milei

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Jorge Macri empieza este mes su proyecto político cuyo techo se desconoce, pero que empezó hace quince años y lo tiene hoy en el podio de los dirigentes más importantes del país, con anclaje nacional, trayectoria fundacional del PRO en Buenos Aires, territorialidad en diversos municipios y ambición de gobernar la marca para expandirla con perfil propio. Una osadía con sustento y pergaminos habiendo terminado la aventura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli en Buenos Aires. Es el Macri que según muchos dirigentes siempre entendió y jugó mejor la política, sostuvo la organicidad y militó a su primo, e incluso a adversarios, durante tiempos de ostracismo y postergación, pero que ahora jugando de titular quiere terminar el partido con un triunfo.

Jorge Macri tiene más coincidencias con Javier Milei de las que dice, cree que el estado que dejó Horacio Rodríguez Larreta es gigante, indómito y necesariamente reformable. No es compatible su crecimiento político con el colosal tamaño del aparato porteño que heredó de su antecesor en sus ocho años de gestión y lo sabe. Ahora bucea entre el achicamiento del estado y la articulación de los distintos componentes internos. Buscará la equidistancia y el equilibrio con Javier Milei, desconocedor de los dos conceptos políticos. 

Hannah Arendt jerarquizó la importancia de la acción ciudadana en sus orígenes junto con la vigilancia activa como parangones del buen funcionamiento del sistema político para evitar el desembarco en los totalitarismos, lo cual es parte de la columna vertebral de su obra. Jorge Macri se convertirá la semana que viene en uno de los tres hombres de alcance nacional del PRO cuando su primo asuma la presidencia del partido que fundó y verá cristalizar la diferenciación de criterio entre Patricia Bullrich y Mauricio Macri, ya con Horacio Rodríguez Larreta fuera del mapa de poder amarillo. 

Jorge Macri está fuerte y determinado, ejerce liderazgo amarillo con muy pocas chispas y avanza con éxito en su plan. Necesitará entonces la coincidencia más no militancia del Gobierno nacional, que adeuda 312.000.000.000.000 pesos necesarios como el oxígeno para Macri en el corriente venidero. La buena sintonía con Milei es evidente, la mirada sobre el delito es la misma y buscará construir política sin romper lanzas con los propios, que quieren evitar que se desdibuje la fuerza política del PRO. Javier Milei no quiere darle los fondos porque cree que va a contramano de su discurso de motosierra, pero deberá hacerlo si está interesado en conservar un aliado de oro en términos parlamentarios, políticos y de gobernabilidad.

Patricia Bullrich seguirá coincidiendo en forma y fondo con Javier Milei, cosa que no sucederá con Mauricio Macri, siempre muy atento al "cómo", lo que lo distancia del estridente economista devenido en presidente. Bullrich se endureció al compás del triunfo liberal, tomando distancia de Mauricio Macri, incluso planteando un oxímoron, como lo es pensar que existe una posibilidad de simetría vincular con el expresidente. Patricia Bullrich trabaja en armonía con Jorge Macri y su ministro Waldo Wolff, par de Seguridad, pero armonía no implica coincidencia, y mucho menos confianza. Todos lo saben y Bullrich debutó con errores de protagonismo innecesario que le valieron críticas internas.

La renovación tiene que ver con el ADN que busca imprimir Jorge Macri en la Ciudad para despejar dudas de herencia y reciclaje del aparato de Rodríguez Larreta, que fue prácticamente borrado de un plumazo de distintas capas geológicas porteñas. "Hay que achicar el tamaño, puedo trabajar con quienes compitieron contra mí, disfruto de la competencia política, pero no trabajo con los que jugaron sucio y me traicionaron, no hay espacio para eso", es una definición que se le escuchó a Macri tras ganar la elección sin segunda vuelta contra Leandro Santoro y el extinto Unión por la Patria. Gestión, achicar tiempos, bajar costos, estar cerca del vecino, los mantras del macrismo versión 2024.

Algunos errores no forzados, otros inevitables y un apoyo fuerte de las urnas marcaron el desembarco de Jorge Macri al poder, con una interna resuelta y ganada por sobre la estructura del exministro de Economía Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti, socio y mentor rival de Macri, una elección arrasadora sobre la conjunción peronista y la llegada a una estructura elefantiásica que requiere cambios en tiempos de austeridad y dinamismo, tal como exigió el jefe de Gobierno en su discurso de apertura. 

En los errores no forzados entra la pintada de cordones amarillos en una situación de absoluto quebranto de la clase media, que no puede pagar cochera para guardar el automóvil y ve cómo se achican los lugares para estacionar, lo que genera pérdida de energía y peor estado anímico para trabajar. No es grave el recuerdo del contrato renovado sistemáticamente de las grúas por parte de Horacio Rodríguez Larreta con un canon fuera del mundo terrenal porque prometió encargarse Jorge Macri.

La empatía en ese caso radicaría en flexibilizar por dos años el estacionamiento, retirar autos abandonados que se cuentan de a miles en la Ciudad, multar organismos públicos que tiran autos en todas las calles sin respetar la ley, y esencialmente combatir la "mafia de los discapacitados" que permite dos, tres o cuatro espacios para estacionar con cartel de patente de discapacitado por cuadra. Más allá de la falsedad de miles de obleas para discapacidad que perjudican a quienes realmente lo necesitan, se podría verificar con un simple face id bimestral o anual para evitar, por ejemplo, que quienes no sufren una discapacidad puedan dejar el auto estacionado en cualquier lugar. Errores no forzados para un comienzo de gestión que exigen ser tenidos en cuenta en tiempos de crisis.

Jorge Macri armó un gabinete fuerte para recuperar lo que el PRO perdió al transformarse en Cambiemos, Juntos, Juntos por el Cambio y sus acepciones múltiples que incluyeron socialistas, libertarios, radicales, peronistas, macristas e independientes adentro de la receta que logró conjugar el oficialismo con el pasar de los años. Macri tiene ahora menos soldados pero más fieles y deberá encarar un gobierno que exige la rápida reaparición del estado en la vida de los tres millones de porteños que duermen y más de ocho que transitan de día la Ciudad más receptiva, superavitaria y generadora de empleo del país. 

El comienzo de su gestión fue ruidoso, con imágenes y situaciones que le restaron envión en su debut como jefe de Gobierno, el vendaval que arrancó de cuajo viejos árboles y sacó de la cama a cien funcionarios que se pusieron a trabajar  fue un botón de muestra. Aún hoy hay troncos cortados en distintos espacios verdes por la avenida del Libertador, a pesar de un trabajo denodado por terminar con el proceso de poda y ordenamiento del espacio público, un pendiente de la gestión anterior. Se percibe en el aire que se respira en la Ciudad a pesar de la presencia diaria de distintos turnos para limpiar tachos. Tal vez sean los sumideros el desafío.

CON INFORMACION DE MDZOL.COM

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