Los satélites de Javier Milei viven en peligro

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En el gobierno de Javier Milei, pertenecer tiene sus privilegios, pero pertenecen muy pocas personas. Tres, apenas: el Presidente, la hermana superpoderosa, Karina Milei, y el enfant terrible Santiago Caputo. El resto del mundo libertario vive en peligro, a tiro de fusil de esa troika implacable.

La semana que termina es rica en casos testigo de la lógica que guía al triunvirato que gobierna a martillazos, al que tributan en calidad de killers el vocero presidencial, Manuel Adorni, y el temido troll con cargo Daniel Parisini, conocido en las sombras digitales como Gordo Dan.

A Julio Garro lo sometieron a una ejecución pública con suplicios por ideológicamente tibio, según las razones oficiales; por no entender y por no alinearse a la doctrina libertaria que condena cualquier atisbo de intervencionismo estatal en el libre albedrío de las personas, aunque eso signifique tolerar y, en el mismo movimiento, convalidar el racismo.

Lo dijo sin andarse con chiquitas el Gordo Dan. "Si no entendés la ideología que te puso el culo en la silla donde lo tenés sentado, que dicho sea de paso, es la ideología del presidente (que es TU JEFE), entonces agradecé por la suerte que tuviste, disfrutá de tu cargo mientras dure, y CERRA BIEN EL ORTO", escribió el comisario de la Policía del Pensamiento mileísta. ¡Afuera!

A Victoria Villarruel, en cambio, la sentenciaron por sarpada: el tuit en el que, haciendo gala de una comprensión acabada de la ideología dominante, calificó a Francia de "país colonialista" en la previa de la bilateral que tiene agendada Milei con su par galo, Emmanuel Macron, fue "desafortunado" y "no representa la posición del Gobierno", aclaró Adorni en sesión pública de linchamiento -a la pasada, dejó en offside al mismísimo Gordo Dan, que le había dado RT al manifiesto ultranacionalista de la compañera de formula-.

El killer disparó un rato después de que la secretaria general de la Presidencia -su jefa, El Jefe- se tomara el trabajo de traladarse hasta la embajada francesa para desautorizar, de cuerpo presente, a la vicepresidenta. La titular del Senado habló "a título personal", aclaró. Los panes del sánguche que atrapa al pobre jamoncito presidencial, en guerra abierta.

La cápsula de Javier Milei
Bajo el prisma del relato oficial, se entiende la caída en desagracia de Garro, un tibio a los ojos del dogma libertario. ¿Por qué, entonces, también volvió a convertirse en calabaza Villarruel, que había planchado su traje de halcón para, justamente, condenar a Garro y disciplinar a quienes osen volar como palomas? ¿Tan pequeña es la baldosa en la que juegan los satélites de Milei?

Aunque una cosa es determinante para la otra, acaso la madre del borrego no sea la ideología, sino la pertenencia a un círculo de máxima pureza que reconoce límites ajustadísimos y deja a la intemperie, del lado de afuera de los muros de la ciudad-fuerte, a una plebe hecha de retazos de una casta que mezcla halcones, palomas, gatos, patos y todo tipo de bichos arribistas que cambian su pelaje y migran en busca de calor con cada cambio de gobierno.

Los dinosaurios de la era Javier Milei
No es casual, entonces, que, según la cuenta que viene llevando Letra P, al menos 53 integrantes del Gobierno, desde el mismísimo primer jefe de Gabinete, Nicolás Posse, hasta asesores miembros ilustres del establishment que intentaron manosear a Toto Caputo, como el consultor Fausto Spotorno y el zar textil Teddy Karagozian, vieran la roja directa en estos siete intensos meses de gobierno de la troika libertaria.

Julio Garro pagó con el destierro su herejía antilibertaria, pero también su extranjeridad: es un macrista, un otro. ¡Afuera! Su despido no implicó la caducidad de acuerdo que Milei selló con Mauricio Macri para que el expresidente controle la Subsecretaría de Deportes como plataforma para la consagración de las sociedades anónimas deportivas, pero el soldado del ingeniero que reemplazó al exintendente platense lo sabe: el encantamiento puede durar lo que un salvavidas de hielo, diría Jorge Drexler.

Victoria Villarruel, la Cobos de Javier Milei
A Villarruel no pueden echarla, pero incluso ella, tan Milei que parece, es una extranjera en el universo capsular del mileísmo hardcore: son inaceptables sus gestos de autonomía, sus mohínes de libertaria diferente y sus potencialidades como lideresa de una ultraderecha sin el León.

No por nada Santiago Caputo, el monje negro del Presidente, se sacó de encima al espía silvestre Nicolás Posse y abrazó con sus tentáculos el aparato de inteligencia, que moldea a su antojo.

No por nada ahí va Karina, la hermana superpoderosa, purgando La Libertad Avanza por las rutas del país.

Que 2025 encuentre a la casta bien dominada por una raza libertaria de máxima pureza, esa es la cuestión.

CON INFORMACION DE LETRA P.

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