Alberto Fernández, el presidente que no fue

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El escándalo de los seguros, que lo vincula a presuntas maniobras de corrupción destinadas a la contratación irregular de pólizas por parte de organismos del Estado, y la denuncia por violencia de género que presentó su expareja Fabiola Yañez embarran las únicas ropas que podía salvar el expresidente Alberto Fernández de una gestión que fracasó en todos sus grandes objetivos. Si le quedaban la honestidad que siempre se adjudicó como virtud indiscutible y las políticas de género que aplicó su gobierno como banderas para agitar, ya no le queda nada.

Durante la campaña para las presidenciales de 2019, que protagonizó por obra y gracia del dedazo de Cristina Fernández de Kirchner, el entonces candidato prometió “unir a los argentinos”. Cuatro años después, dejó el gobierno con la sociedad ultracrispada, hundida hasta el cuello en una grieta que, con nuevas ropas –casta versus anticasta-, es más profunda que nunca.
 
Además, prometió que “los últimos” serían “los primeros”, pero su legado incluyó una pobreza superior al 40%, una llaga sangrante en el ser peronista.


Prometió, también, “poner de pie a la Argentina”, pero dejó al país arrodillado, aplastado por una deuda criminal que heredó, renegoció mansamente y siguió siendo impagable. Botón de muestra: su último ministro de Economía, Sergio Massa, presentó la devaluación del 22% dispuesta el 13 de agosto de 2023, al día siguiente de las últimas PASO, como “una imposición del Fondo Monetario Internacional (FMI)”.
Alberto Fernández: mejores no
También desde la campaña misma, Alberto Fernández buscó diferenciarse de su madrina -del kirchnerismo en general, sindicado por sus fuerzas antagónicas como la meca de la corrupción- asegurando que, con él a la cabeza, el peronismo se prepara para "volver mejor". "No tengo nada que ver con la corrupción; puedo dar clases de decencia", dijo el 21 de octubre de 2023.
No fue la única referencia a su autorreivindicada honradez. El 14 de octubre de 2022, cuando todavía sostenía su fantasía de ir por la reelección, volvió a decirle al mundo que él no era CFK. "En este gobierno nadie les pidió un centavo", les dijo a las principales figuras del Círculo Rojo reunidas en el Coloquio de IDEA.

Ocho meses después, el 6 de junio de 2023, en el último tramo de un gobierno que se iba por la canaleta de la ineficiencia en la gestión de la economía y del fracaso de la convivencia política de las fuerzas que se habían agrupado en el Frente de Todos, insistió: “No nos hemos enriquecido, no enriquecimos a nuestras familias, no somos amigos de los empresarios, no entregamos obras a nuestros amigos”. Yo no soy ella.

La investigación que lleva adelante el juez Julián Ercolini, que se sacudió el barro del escándalo de Lago Escondido que lo había salpicado de pies a cabeza, es una daga en el corazón de esa narrativa, una bomba radiactiva que alcanza a otros ilustres miembros del gobierno albertista mencionados en los chats que filtró la Justicia con conversaciones incandescentes entre la exsecretaria de Fernández y el broker de los seguros Héctor Martínez Sosa, pieza clave en la presunta trama de corrupción.

Alberto Fernández: mujeres
"Si la Justicia no entiende la dimensión de esto y no quiere asumir la necesidad de deconstruirse, entonces estamos en un problema", dijo Fernández el 20 de septiembre de 2020.

Dijo más: "Una sociedad más justa la logramos si todos los días nos obligamos a dar derechos a los que hoy carecen de esos derechos. Volvimos para ser mejores y volvimos para ponernos en el lugar de la mujer. Volvimos también nosotros para ser mujeres y entender lo que les pasa a las mujeres".

Lo hizo durante la presentación del programa Acompañar, una de las políticas de género que implementó el gobierno del Frente de Todos, que marcó la cancha de su posicionamiento en este terreno al crear el primer ministerio de la historia (el de Mujeres, Géneros y Diversidad) destinado a desarrollar programas tributarios a las luchas feministas por la igualdad de derechos y contra la violencia machista.

En ese camino, el gobierno de Alberto Fernández izó hasta su punto más alto su militancia feminista a fines de ese primer año de gestión: el 30 de diciembre de 2020, el Congreso sancionó, a instancias del Poder Ejecutivo, la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

Punto doble para Javier Milei
Además de la gravedad que reviste en sí misma, la denuncia de Fabiola Yáñez, que este martes acusó al expresidente de someterla a violencia física y psicológica, supone un daño severo a aquellas luchas de las mujeres que encontraron campo fértil en los años del último peronismo en el poder y que desde diciembre pasado, con la asunción de Javier Milei en la presidencia, son sometidas a un discurso violento y misógino que empuja el reflujo.

Lo prueba el desfile de figuras de las fuerzas que vienen batallando contra el kirchnerismo y otras fuerzas progresistas embanderadas con las causas feministas, que ya no son solo "populistas", "corruptas" y "empobrecedoras", sino, además, hipócritas. Según el discurso que calienta este clima de época, el feminismo ya no solo "se pasó tres pueblos"; encima, se asoció a los mismísimos violentos.

En estas horas dramáticas, pueda o no demostrar el expresidente, como dijo que hará, que es falso que haya cometido los delitos de los que se lo acusa, es inevitable: en la batalla cultural que lidera Javier Milei, que se libra a disparos de generalizaciones, todas y todos son Alberto Fernández.

CON INFORMACION DE LETRA P.

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