Argentina tiene los neumáticos más caros del mundo

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De una a tres veces más de lo que cuestan en otros países. Así es el valor de los neumáticos en el país y no precisamente por la incidencia de la cadena comercial que, por el contrario, sufre esta situación al competir contra una creciente informalidad, sino por el precio al que los fabricantes nacionales y las marcas que importan los colocan en el mercado.

Lo que ocurre con el valor de las cubiertas es algo único que contradice, inclusive, las leyes de una economía devaluada en otros rubros. Como se conoce, en términos de dólares la Argentina está “regalada”.

Ello explica el contrabando de mercadería en las fronteras, pero en el caso de las gomas se da todo lo contrario: los precios llevados a moneda dura sorprendería inclusive a bolsillos con mucha mayor capacidad de compra que el de los argentinos.

El costo de los neumáticos volvió a estar en el tapete a partir del prolongado y duro conflicto entre los afiliados al gremio Sutna y los tres fabricantes nacionales: Fate, Pirelli y Bridgestone.

En el fragor de la pelea, el sindicato dejó trascender que los salarios tenían una incidencia menor en el costo de cada neumático, mil pesos por unidad (otros hablan del dos por ciento) un mensaje directo a un consumidor que desespera cada vez que tiene que cambiar dos o cuatro bandas de rodaje en sus vehículos.

La problemática del precio dispara varias consecuencias: la principal para los conductores es asumir el riesgo de circular con neumáticos deteriorados; otra, intentar adquirirlos por fuera del circuito (los conocidos viajes de compra a Paraguay o Chile) y, finalmente, adquirir gomas usadas, en mejor estado, cuya procedencia se desconoce, aunque las compañías aseguradoras lo presienten en sus cuadros financieros.

 
Se cotejó el precio de lo que se paga en la Argentina para los seis rodados más utilizados en automóviles y camionetas, con el valor de los mismos productos o de similares prestaciones, en EE.UU., (el mercado más competitivo de América) y Brasil, donde varias marcas tienen fábricas desde donde proveen a nuestro país.

DIFERENCIAS ENORMES
Los resultados son sorprendentes. Salvo en una línea de productos donde la distancia de precios se ubica en el 57% en dólares, para el resto la diferencia va del 100 al 300 por ciento, sin que medie una explicación razonable, salvo por el hecho de que la Argentina es un mercado prácticamente cerrado para este tipo de bienes. A punto tal lo es que las marcas vienen sugiriendo a las gomerías que se respeten los precios mínimos de venta.

 
La situación se complica todavía más cuando se compara el poder adquisitivo del salario mínimo en el país contra el valor de las cubiertas. Ese ingreso medido a dólar turista se ubica en los 176 dólares, mientras que el neumático más económico, en el rodado 185/60/15, utilizado por una amplia gama de vehículos, alcanza los 184 dólares.

En Brasil, con el salario mínimo situado en 225 dólares, alcanzaría para comprar 1,2 neumático de esas características, pero al valor de la misma cubierta en ese país en realidad un asalariado podría adquirir dos unidades. En Estados Unidos, donde los salarios se pagan por hora, para un trabajador con ocho horas de trabajo por 22 días (2.500 dólares) compraría 28 unidades del modelo más barato y 21 del más costoso en ese tamaño.

PEOR PARA CAMIONETAS
Pero el caso descripto es en realidad “el mejor de los casos” para un asalariado argentino. En el resto de la gama de cubiertas la relación es todavía más desproporcionada.

En un neumático de fabricación nacional rodado 205/55/R16, el costo en la Argentina es de 380 dólares. Vale casi 100 en EE.UU. y también en Brasil.

En las cubiertas de gama alta, que se utilizan para las camionetas, las distancias son, asimismo, significativas. El modelo 265/65/R17 tiene un precio coincidente de unos 240 dólares en EE.UU. y Brasil. En Argentina, ese precio va de los 449 a los 602 dólares.

Extrañamente, el actual gobierno desde que asumió en 2019 no ha puesto la mirada sobre el precio de los neumáticos cuando sí lo ha hecho en el valor de los alimentos, bebidas y artículos de higiene, tal como lo indican las distintas y fracasadas versiones del programa Precios Cuidados.

VENDER MENOS
Para los vendedores de neumáticos, el alto precio de la mercadería es un dolor de cabeza más que una ventaja. Entienden que podrían crecer sostenidamente con valores más bajos, dado que el actual esquema alienta la informalidad, la reventa y el delito.

“El margen bruto de la actividad está en el 30 por ciento en condiciones normales del mercado”, dice Leandro Ingelmo, titular de la Cámara Cordobesa del Neumático (CCN). De ese margen las empresas, en su gran mayoría de escala Pyme, deben sacar los costos operativos (alquileres de locales cuando los hubiera, salarios y cargas impositivas).

En los últimos tiempos, con las restricciones en la oferta, ese margen se ha modificado al alza en virtud de una situación también económica. “Uno nunca sabe si el neumático que vende es el último que va a tener disponible a la hora de reponer”, explicó el comerciante.

En promedio, según datos de la CCN, cambiar las cuatro gomas de un automóvil de última generación (por caso un Cronos) cuesta entre 250 mil y 330 mil pesos. Para una pickup, esos valores suben a un rango de 450 mil a 550 mil pesos.

NORMALIZAR EL MERCADO
El acuerdo entre Sutna y las fabricantes, soluciona en el corto plazo el abastecimiento para las terminales automotrices, pero en realidad el mercado de reposición mantendrá las consecuencias un tiempo largo más, entiende Ingelmo. “Va a demorar un tiempo volver a producir y atender a la industria y al comercio”, agregó.

La idea de abrir la importación para cubrir la brecha de corto plazo “es un bolazo”, entiende el dirigente. “Los problemas van a seguir porque la Argentina está fundida y no tiene dólares para pagar importaciones”, interpretó. La situación afecta a los tres fabricantes nacionales, según han comunicado a sus cadenas comerciales e inclusive a aquellas marcas que no producen y solo importan.

“Nos gustaría estar importando más, pero también entendemos la situación del país. Como empresa acompañamos y esperamos que las cosas mejoren y estar ahí cuando eso suceda”, dijo a La Voz la presidenta de Michelin, Eliana Banchik. ¿Cuándo sucederá? Difícil saberlo en las condiciones actuales de la economía.

EN CÓRDOBA SUBE EL ROBO
Mientras tanto, el robo de neumáticos crece y Córdoba está en el medio de esa situación. Nadie, ni siquiera la Policía, cuenta con un número definitivo.

“La intensidad y la frecuencia es altísima. No hay cubiertas, no hay llantas. Los costos son altos, el fraude (autorrobo) es creciente, y la situación es preocupante para que haya prima suficiente en el mercado para cubrir los costos de cobertura”, describe Daniel Layus, productor asesor de seguros.

Nadie conoce con precisión cuántos neumáticos se roban al mes en Córdoba, pero han indicios que le dan cuerpo a la idea de que la ilegalidad va en aumento.

Una sola compañía de primer nivel en Córdoba pagó el mes pasado 14 millones de pesos en neumáticos sustraídos. Otra viene pagando entre 380 y 440 cubiertas, a un costo de 45 millones de pesos, cada mes durante los meses de mayo, junio, julio y agosto.

Multiplicar la cifra causa escalofrío. ¿Cuántas aseguradoras hay en el mercado cordobés? Una veintena de las grandes y muchas más que entran por ventas telefónicas, sin sede en la provincia. “Estamos hablando de cientos de millones de pesos”, dice Layus, quien advierte que el sistema no lo resistirá demasiado tiempo.

Justamente, desde este mes cambian las condiciones para la cobertura de los siniestros. Si la póliza es por seis meses, el pago alcanzará a una sola rueda (goma y llanta) robada, aunque el evento haya alcanza a más unidades.

“Los asegurados van a tener que consultar con sus productores asesores qué tipo de cláusula particular rige. Puede cubrirse un evento al año, uno cada tres o uno cada seis meses”, explica Layús. Cada evento puede incluir varias ruedas o solo una.

En otras palabras, la tensión del costo y la falta de neumáticos en la Argentina se traslada al eslabón más débil de la cadena: el consumidor.

Fuente: La Voz del Interior, sobre una nota de Walter Giannoni

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