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El precandidato opositor a la gobernación de Córdoba Luis Juez repite a quien quiera escucharlo que la avanzada del radical Rodrigo de Loredo no le despeina las cejas. Los difusores de la palabra juecista transmiten esa misma tranquilidad al advertir que cada paso fue conversado; que los compañeros de esa boleta que logró un millón de votos en las elecciones legislativas del año pasado pondrán sobre la mesa lo que cada uno tiene, en un futuro no muy lejano. “El que esté mejor, encabezará la fórmula”, insiste la familia del Frente Cívico. Ahora, añade a esa definición otra idea, que funciona como seguro de cambio: si hay interna, el que pierda irá segundo en el binomio de Juntos por el Cambio (JxC).

Es que el “buenismo” político es poco creíble, en especial, cuando De Loredo compartió dos fotos con el antijuecista Mauricio Macri en una semana. El expresidente no desea que sea el senador quien sintetice la oferta de “cambio” para la provincia que gobierna su “amigo” Juan Schiaretti. A su vez, del otro extremo, los jefes del diputado, Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti, tienen buena sintonía con el jefe del peronismo autóctono. El economista se sumó a la colección privada de opositores del Panal y el vicerrector de la UBA ofreció el escenario para la reactivación del “plan primavera” del Gringo.

De Loredo intenta un juego autónomo, cuyas repercusiones esperan verse. Cierto es que una pregunta muy escuchada en los pasillos pone el acento en el nivel de autonomía del evolucionista cordobés. ¿Es una respuesta deliberada para los sectores aliancistas que quieren reducirlo a un “che, pibe” de Enrique Nosiglia?

 

En el juecismo miran con pragmatismo este movimiento pendular de De Loredo entre el fundador del PRO y los socios radicales del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Aducen que los problemas los tiene el aspirante, todavía encubierto, a la gobernación. “Nosotros estamos sólidos”, alardean en la mesa chica de Juez.

 La supuesta impavidez del Frente Cívico se apuntala en la convicción de su firmeza en los sondeos de opinión y en la proyección de que De Loredo no logrará un crecimiento estadístico que justifique el “encuestazo”.

Después del furcio de las encuestadoras en Marcos Juárez, confiar en estos informes califica como deporte de alto riesgo. Sin embargo, los conflictos internos de la UCR de Córdoba (de los que De Loredo no puede abstraerse) y la propia interna nacional de JxC podrían “descascarar” las ambiciones del renovador radical.

Si la lectura política que hacen en el círculo estrecho del senador no tuviera su correlato en acciones concretas, podría anticiparse cierta inocencia. Juez no la tiene, es claro.

 

En el Frente Cívico preparan el antídoto para contener la expansión de De Loredo, que parece más entusiasmado con disputar el primer renglón de la boleta ejecutiva provincial que con probar suerte en la Municipalidad de Córdoba y mantener el statu quo. Con encuestas a favor o en contra.

 

Juez se fotografiará con todo aquel radical que lo reciba para demostrar que, pese a las embestidas de De Loredo, con el apoyo de la conducción radical, los hombres y mujeres “boina blanca” lo tratan como uno más en el marco de la alianza. Cabe recordar que el partido centenario resolvió retirar a sus figuras de los lanzamientos de las mesas departamentales de JxC hasta que no se firme el reglamento, que el Frente Cívico pisa.

 

Habrá barro en estas tensiones que se observan entre Juez y De Loredo. El Frente Cívico ensaya el viejo truco de la funcionalidad al peronismo al proponerle al precandidato radical la interna con los siguientes términos: el que la pierde, acompaña al ganador en la fórmula provincial.

 

El mensaje es doble: se dirige al peronista Martín Llaryora, lanzado con gran acto, pero también a De Loredo, el nuevo favorito de Macri. ¿Cómo se conectan los términos? En el búnker de Juez insisten en que esta opción de resolución de candidaturas bloquea la “participación” del PJ en la vida interna de la alianza.

 

“¿Quién invertiría en una campaña ajena donde no hay posibilidad de triunfo?”, completan el concepto al triangular el interés de Macri en De Loredo como el oficio directo a los propósitos del gobernador Schiaretti. “Una fórmula conjunta entre Juez y De Loredo gana en todos los escenarios. No le conviene al PJ”, espantan a potenciales espónsores del intrépido precandidato radical.

 

Marcar cercanía entre integrantes de JxC y el peronismo cordobés es una práctica tóxica, pero habitual del aliancismo. El contexto resignifica asociaciones que en otra ocasión podrían pasar a la ligera.

Cualquier vocero del cambio en la provincia debiera quedar despegado de un peronismo que en pocos meses estuvo envuelto en varios casos de gatillo fácil y encubrimiento policial, que le valieron el cargo al ministro de Seguridad, Alfonso Mosqueda; las muertes de bebés sanos en el Hospital Neonatal que puso sobre la mira al extitular de la cartera sanitaria, Diego Cardozo; los gastos excesivos de la Agencia Córdoba Cultura cuando estaba en manos de Nora Bedano; el accidente fatal que protagonizó la tercera autoridad de la provincia, Oscar González, y que puso sobre la luz los privilegios del poder.

 

De Loredo no ingresa en la crítica “anticasta”, pero refuerza el camino elegido. “Hay fin de ciclo en la provincia de Córdoba”, tuiteó en la jornada dedicada a la repercusión opositora por el escándalo político que envuelve a uno de los referentes de la vieja guardia peronista.

 

Juez fue al hueso. Recicla una receta que no le falla, la denuncia por corrupción, mientras envía mensajes capciosos al radicalismo. Jugará adentro, pero explotará las internas en su beneficio.

 Fuente: Letra P, sobfre una nota de Yanina PASSERO

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