Schiaretti y su pelea invisible contra el síndrome del “pato rengo”

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El Gringo’ ya les dijo que no quiere saber nada con la ‘re-re’. Si ustedes la quieren, consigan votos radicales y vayan para adelante en la Legislatura, sin comprometer al gobernador”. Palabras más, palabras menos, fue lo que escucharon –según distintas fuentes del PJ– intendentes y legisladores oficialistas de boca del ministro de Gobierno y Seguridad, Julián López, en alusión a la posición que sustentaría el gobernador Juan Schiaretti.

La definición del titular de la cartera política significa que Schiaretti no bloqueará el último intento por modificar la ley que impide las reelecciones indefinidas.

La norma fue aprobada en 2016 con el aval del mandatario, aunque un mes atrás el propio gobernador sorprendió al aclarar ante un grupo de intendentes peronistas que esa norma había sido impulsada por tres legisladores oficialistas, sin dar nombres.

Los 180 intendentes oficialistas que hoy no pueden ir por otro mandato enviaron al Gobierno una advertencia: no pegarán los comicios de sus municipios con los provinciales.

Esta es una estrategia electoral clave para el PJ desde el triunfo de José Manuel de la Sota, en diciembre de 1998.

Los peronistas memoriosos recuerdan que el plan “todos juntos” se decidió en el quincho de la vivienda que De la Sota compartía con Olga Riutort, en Villa Carlos Paz, antes del arranque de aquella campaña que llevó al peronismo a cortar 16 años consecutivos de gobiernos provinciales radicales.

 
De la Sota consiguió el acompañamiento mayoritario de los intendentes peronistas, por una estrategia pergeñada por dirigentes del interior que luego se convirtieron en referentes de las gestiones peronistas: Carlos Alesandri, Carlos Caserio, Jorge “el Zurdo” Montoya, Domingo Carbonetti y Oscar González.

El acompañamiento masivo de los intendentes peronistas fue vital para que el PJ se mantuviera 24 años en el poder. También será fundamental para el desafío que afronta el candidato oficialista Martín Llaryora: ir por un séptimo mandato consecutivo.

GRUPO “FANTASMA”
Para evitar que esta movida tenga el sello del PJ, los intendentes oficialistas crearon un grupo al que ellos mismos –con ironía– califican de “fantasma”: “intendentes autoconvocados por la re-re”.

Es cierto que también hay radicales, del PRO y vecinalistas, pero la columna vertebral son peronistas, gobernantes de localidades de menos de siete mil habitantes.

Por la historia reciente reseñada, el que más necesita la “re-re” es el peronismo, que tiene una gran capacidad para repartir responsabilidades y no pagar en soledad los costos políticos en temas polémicos.

Hasta ahora, la oposición casi siempre colabora. La ley del juego online es el ejemplo más reciente. La “re-re” puede ser el próximo.

Con la mencionada habilidad, los oficialistas buscarán hacer aparecer que los votos radicales serán fundamentales para la reforma de la ley electoral. No se descarta que pueda incluir la fecha adelantada de los comicios provinciales del año que viene.

En realidad, al PJ le sobran legisladores para aprobarla. El objetivo es buscar socios para pagar la factura política.

Los intendentes peronistas dicen que hay al menos tres legisladores radicales que se mostraron permeables a avalar la modificación de la norma, ante la presión de los 72 intendentes de su partido que también quieren la “re-re”.

Los opositores Luis Juez y Rodrigo de Loredo se hacen los desentendidos. Meses atrás rechazaron la iniciativa, pero ahora tratan de evitar enfrentarse con los radicales que no pueden ser reelegidos.

Algunos votos de radicales en la Legislatura es lo que les falta a los autoconvocados peronistas para convencer a sus legisladores de que cambien la ley; “sin comprometer al gobernador”, aclaran.

No obstante, de concretarse, será difícil que esta movida no salpique a Schiaretti, el jefe indiscutido del oficialismo.

En los 13 meses que le quedan en el poder, el gobernador hará un gran esfuerzo por esquivar el llamado “síndrome del pato rengo”, que significa perder poder a medida que se acerca la fecha inevitable de dejarlo.

En el reclamo anárquico que se vive por estos días en los hospitales públicos, también hay algo de esto. En los equipos de salud, sobrevuela el convencimiento de que este es el momento para reclamarle a un oficialismo que procura su continuidad.

En el Centro Cívico admiten esta situación y están trabajando para aislar y quebrar a los referentes del reclamo en salud, que rechazan cualquier tutela gremial.

Más allá de las dificultades de los últimos meses, el gobernador da señales de que no renuncia a ninguna cuota de poder como gobernante. Viajó al exterior, pasó por Madrid y ahora está en Abu Dabi buscando financiamiento para proyectos que tal vez inaugure el próximo gobernador. Es una lucha invisible contra la figura del “pato rengo”.

Hasta ahora, Schiaretti se las arregló para esquivar esta debilidad que afecta a quienes están cerca de terminar su mandato, sin reelección.

Por el momento, Llaryora, en su condición de candidato oficialista, no le discute el liderazgo. El intendente capitalino está convencido de que será un proceso natural y no piensa apurarlo. Más allá que desde su entorno hay varios que le vienen advirtiendo que en política el poder no se hereda: hay que ganárselo.

Fuente: La Voz, sobre una nota de Julián Cañas

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