El vergonzoso sistema de tutela de la mujer en Qatar

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La Copa Mundial de Fútbol 2022 puso todos los ojos en Qatar y eso hizo que salieran a la luz distintos aspectos de su política, su cultura, su organización social. Lejos de caer en una postura occidentalizante, hay tradiciones ligadas a la limitación de los derechos humanos y las libertades de mujeres y niñas oportunas de dar a conocer y analizar. Distintas personalidades y organizaciones visibilizaron el tema, como también la criminalización de las personas LGBTIQ+, que merece un análisis aparte.
En Qatar, asegura la organización Human Rights Watch (HRW), se aplica un sistema discriminatorio de tutela masculina que niega a las mujeres el derecho a tomar decisiones clave sobre sus vidas para casarse, estudiar, trabajar, viajar e, incluso, recibir atención médica. También tienen limitaciones en relación con la custodia de hijas e hijos, la recepción de herencia y el divorcio.

Si se lo compara con otros Estados árabes, Qatar tiene una legislación relativamente liberal: combina el derecho continental —derivado del sistema europeo romano, germánico, canónico y de la Ilustración—, con la sharía —la ley islámica— sobre todo en aspectos relacionados con la familia, la herencia y algunos delitos como la sodomía, el adulterio o el consumo de alcohol.

Para entender mejor el contexto: Qatar es una monarquía que desde el siglo XIX ha estado en manos de la misma familia. Hoy, el jefe de Estado y de gobierno es el emir Tamim bin Hamad Al Thani. El país es parte del mundo islámico: la mayor parte de su población —más del 75%— profesa la religión musulmana; sin embargo, también hay personas cristianas, budistas e hindúes, entre otras. La religión no es un criterio para obtener la ciudadanía, pero sí influye en los modos de vida y la cotidianidad.

Según la sharía, explica la periodista Delfina Campos, “el testimonio de una mujer vale mucho menos de lo que vale el de un hombre, y muchas veces ni siquiera es tenido en cuenta”. Los hombres pueden tener hasta cuatro esposas a la vez, sin pedirle permiso a nadie; pero si una mujer es violada —fuera del matrimonio— se la juzga por adulterio.

En Qatar, las mujeres pueden manejar, por ejemplo, y han logrado importantes avances en materia educativa, pero “aún tienen que enfrentarse a normas oficiales de tutela masculina que limitan su capacidad de llevar adelante vidas plenas, productivas e independientes”, aseguran desde HRW.

 

El sistema de tutela
La presidenta del Instituto Islam para la Paz, Melody Amal Khalil Kabalan, consideró un etnocentrismo occidental juzgar la situación femenina sin asumir que las mujeres árabes "tienen un estilo de vida diferente", a partir de una cultura "muy arraigada a la tradición". Sin embargo, no es occidente sino las propias qataríes las que hablaron de sus experiencias, que quedaron asentadas en el informe de Human Rights Watch (HRW).

El estudio, publicado en inglés, se titula “Todo lo que tengo que hacer está ligado a un hombre: Las mujeres y las normas de tutela masculina en Qatar”. Para elaborarlo examinaron 27 leyes, regulaciones, formularios y comunicaciones escritas con el gobierno, que entraron en conflicto con lo relevado por HRW porque refutaron ciertas conclusiones a pesar de la evidencia. También realizaron y analizaron 73 entrevistas, de las cuales 50 fueron con mujeres afectadas por el sistema.

Mediante el análisis de estas normas y prácticas oficiales, HRW determinó que “las mujeres en Qatar deben conseguir el permiso de sus tutores masculinos [padres, maridos, hermanos, tíos] para casarse, estudiar en el extranjero con becas del Gobierno, acceder a muchos empleos gubernamentales, viajar al extranjero hasta cierta edad y recibir algunas formas de atención de la salud reproductiva”. Estos tutores son padres, esposos, hermanos o tíos.
 
El sistema de tutela “niega a las mujeres la posibilidad de desempeñarse como tutoras principales de sus hijos e hijas, aunque estén divorciadas y tengan la custodia legal”. “La tutela masculina refuerza el poder y el control que tienen los hombres sobre las vidas y elecciones de las mujeres y puede alentar o propiciar situaciones de violencia, lo que deja a las mujeres con menos opciones viables para escapar de abusos en la familia o por parte de sus esposos”, aseguró Rothna Begum, investigadora sobre derechos de las mujeres de HRW.

Independientemente de la edad o de su estado civil previo, la ley qatarí impone a la población femenina la necesidad de obtener el permiso de sus tutores para casarse. Una vez que lo hacen, se considera que son “desobedientes” si viajan o trabajan sin la autorización de su marido, si abandonan el hogar o si se niegan a mantener relaciones sexuales con él “sin una razón legítima”.

Como ejemplo comparten el testimonio de “Nawal”, una mujer qatarí de 32 años. Ella solicitó al comité estatal de matrimonios el permiso para casarse con un extranjero, pero su tutor, que en este caso era su hermano, se lo negó: “Él sintió que tenía algo de poder y opuso resistencia”, dijo.
Las limitaciones también se reflejan en su rol materno: no pueden ser tutoras principales de sus hijas e hijos ni tomar decisiones sobre sus documentos, finanzas, viajes, escolaridad o tratamiento médico. Lo curioso es que esto sea así incluso cuando tienen la custodia luego de un divorcio o de enviudar. El informe especifica: “Si el hijo o hija no tiene un familiar varón que pueda desempeñarse como tutor, el Gobierno asume esta función”.

En este país árabe, no todas las universidades son mixtas y algunas mujeres tienen prohibido estudiar allí, lo que les impone barreras marcadas en la elección de carreras, la formación y, por lo tanto, el desarrollo profesional. Pero, a su vez, las que estudian en la Universidad de Qatar —de gestión estatal y segregada por sexos— también enfrentan restricciones: deben conseguir el permiso de su tutor para entrar o salir del campus en taxi, vivir en las residencias y realizar excursiones.

En su respuesta a HRW, el Gobierno qatarí negó que las mujeres necesitaran permisos para ciertas cosas relacionadas con sus hijas e hijos, su trabajo o sus estudios. “Sin embargo, la investigación de Human Rights Watch, que incluyó entrevistas y un examen de documentos, como solicitudes de permisos del tutor formuladas por escuelas y lugares de trabajo, entró en conflicto con las afirmaciones del Gobierno”, sostuvo la organización.
Aunque ninguna ley exige a las mujeres un permiso para trabajar, tampoco hay normativas que prohíban discriminarlas en el proceso de reclutamiento. Esto resulta en que a veces se les pide autorización del tutor para emplearse en algunos puestos estatales, como escuelas o ministerios.

Con respecto a los viajes pasa, en términos generales, algo similar: la falta de transparencia sobre las normas y sus modificaciones hace que sea muy difícil seguirlas y objetarlas. Las mujeres qataríes menores de 25 que no están casadas necesitan permiso del tutor para viajar fuera de Qatar, pero —a cualquier edad— sus esposos o padres también pueden prohibírselo.

“Muna” tiene 32 años y relató una detención en el aeropuerto, sobre la base de “nuevas regulaciones estatales internas”. Al principio ella se resistió a compartir el teléfono de su padre: “Lo que hacen es ilegal; la ley dice que puedo viajar si tengo más de 25 años”. Pero, “ellos dijeron que era lo más conveniente para la seguridad estatal interna de Qatar y para las familias de Qatar. Entonces les di el número con la esperanza de que mi padre estuviera despierto; era medianoche y él tiene 67 años… Somos ciudadanas y tenemos derecho a saber en virtud de qué ley nos detienen”.

La salud sexual y reproductiva está lejos de ser vista como un derecho: para acceder a atención prenatal, ultrasonidos transvaginales, pruebas de pap y controles en general necesitan una constancia de matrimonio. Mientras que para prácticas como esterilizaciones o abortos se les pide el consentimiento del esposo, algo que en Argentina tiene una regulación basada en la autonomía de la persona, pero no siempre se cumple en los consultorios de nuestro país.

“Dana”, una qatarí de 20 años, contó que cuando tenía 18, tuvo que decir que estaba casada aunque era mentira para obtener atención médica urgente, a pesar de que no se relacionaba con actividad sexual. Dio el número de teléfono de un amigo que se hizo pasar por su esposo.

“Un médico de emergencias me derivó al hospital de la mujer para que me hicieran una ecografía”, relató. “Me dolía tanto que creí que los ovarios me habían estallado. Pero no me hicieron una ecografía vaginal porque no contaba con una licencia de matrimonio. Se negaron siquiera a hacerme un examen físico porque no estaba casada”, dijo Dana.
Las posibilidades de reclamar públicamente por sus derechos son acotadas también. Hay leyes que limitan la libertad de expresión y de asociación, la conformación de sindicatos o partidos políticos. Desde HRW sostienen: “Las normas de tutela masculina son contrarias a algunas de las propias leyes qataríes que establecen el fin de la tutela a los 18 años. Asimismo, resultan violatorias de la Constitución de Qatar y las obligaciones que ha asumido ese país en virtud de las normas internacionales de derechos humanos”.
 
 
Fuente: Human Rights Watch, Amnistía Internacional, Podcast Foco

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