El Congreso, último escenario del enfrentamiento entre Alberto Fernández y el kirchnerismo

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La publicitada “mesa política” que hace dos semanas celebró el oficialismo ha comenzado a desgajarse mucho antes de lo imaginado. La ofensiva kirchnerista contra Alberto Fernández volvió a desatarse las últimas horas. Pudo haberse tratado, en verdad, de una simple devolución de gentilezas. ¿Por qué razón? En el Instituto Patria continúa resultando indigerible la pretensión presidencial de ir por un segundo mandato. 

Tampoco se trata de una novedad. Pero el tiempo pasa y no se observan signos de ningún retroceso presidencial. Al contrario, uno de sus hombres principales, Santiago Cafiero, se explayó durante una visita a Bangladesh. Allí viajo para reactivar la embajada argentina con motivo del apoyo público que la sociedad de esa nación brindó a la selección de fútbol durante el mundial de Qatar. En especial, a Lionel Messi. El nieto de Antonio está en todo.

El canciller fue interrogado por el canal de TV C5N sobre el horizonte electoral. Con una precisión: si creía que Cristina Fernández o Alberto eran las mejores opciones que podría brindar para octubre el oficialismo. Cafiero contestó, sin vacilar, que el mejor postulante es el presidente. Esgrimió aspectos de su gestión, entre ellos el manejo de la pandemia, un presunto conocimiento de la realidad internacional, su liderazgo y la experiencia acumulada en estos años de poder. No existió de su parte una sola consideración sobre las posibilidades de la vicepresidenta.

La audacia del canciller resultó demasiado para un kirchnerismo extremadamente sensible por la sucesión de dificultades que viene acumulando. En especial una: el corrimiento de Cristina, al menos por ahora, de la escena electoral dejó a la vista muchísimas de sus debilidades. La insistencia de Alberto con la reelección lo demostraría tanto como la reaparición de Daniel Scioli. El embajador en Brasil ha vuelto a ofrecerse para pelear por el sillón presidencial. No le hace asco a ninguna interna.

Aquella intervención de Cafiero fue interpretada como una provocación en el Instituto Patria. En especial, por haber soslayado lo que el kirchnerismo interpreta como una persecución judicial contra la vicepresidenta. En ese marco se construye la teoría de la supuesta “proscripción”.

Como ocurre cada vez que existe un altercado interno, Andrés Larroque ofició de nuevo como retrucador. El ministro de Desarrollo Social de Buenos Aires y Secretario General de La Cámpora fue mucho más belicoso contra Alberto que otras veces. “Si hubiese hecho las cosas bien, hubiésemos ido por su reelección”, soltó indignado. De paso agregó que “la única preocupación de la gente” es que la vicepresidenta sea candidata este año. No hizo ninguna aclaración acerca de a qué gente refería.

El funcionario bonaerense desató otras broncas poco originales. Remarcó que el Presidente le habría mordido la mano “a quien le dió de comer”. Se entiende: Cristina.

Todos contra Alberto​

La Cámpora parece amenazada por un juego de pinzas. Alberto no se baja de la reelección. De ese modo esteriliza la idea de una fórmula de consenso, digitada por la vicepresidenta, que escenifique una participación en las PASO. Otro problema radica en las dificultades objetivas que exhibe la organización para “romper la proscripción” de Cristina. Ese es un latiguillo que no terminaría de cuajar.

Un aspecto tiene que ver con la realización de una marcha pensada para el 24 de marzo. Se desflecó cuando Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, pidió no mezclar los asuntos de la política doméstica con la tragedia de los desaparecidos y la represión. El otro asunto polémico es que desde el propio Gobierno surgieron voces que objetaron la idea de la “proscripción” de Cristina.

La posta de Larroque, en este caso, fue tomada por Eduardo De Pedro. El ministro del Interior, en un acto partidista, le reclamó a Aníbal Fernández que se ocupe de investigar el atentado que sufrió la vicepresidenta el primer día de septiembre del año pasado. El titular de Seguridad viene toreando desde hace semanas al kirchnerismo. Ha repetido que Cristina no sufre ninguna proscripción. Si, en cambio, una persecución judicial infundada. La teoría proscriptiva, en tal caso, carecería de sustento.

Aquel representa otro escollo político para el kirchnerismo. La teoría de la proscripción parece debilitarse tanto como la idea de la existencia de una gran maquinaria detrás de la pistola que gatilló en falso Fernando Sabag Montiel.

La jueza María Eugenia Capuchetti sólo ha corroborado fehacientemente la responsabilidad de la llamada “Banda de los copitos”. Que merodeaba las cercanías del departamento de Uruguay y Juncal. El supuesto financiamiento de un grupo ligado al ex secretario de finanzas macrista, Luis Caputo, carece por ahora de cualquier anclaje sólido.

De Pedro, con sus declaraciones, se encargó de abrir otro flanco. Puso en duda el comportamiento de la Policía Federal que depende de Aníbal. Es sólo una parte de la historia. Otras se ocultan por conveniencia o incomodidad. Nunca se pudo explicar, por ejemplo, por qué razón la Federal ocupaba un tercer plano en la protección de la vicepresidenta. Antes estaba, entendible, la custodia personal. Nunca pudo explicarse por qué razón La Cámpora representaba el segundo anillo defensivo.

Como sucede con la proscripción, también en este tema el kirchnerismo tiene problemas argumentales para redondear el relato. Intenta reemplazarlos con ardides políticos. Cristina ha dado instrucciones a sus abogados defensores para que escarben en la conducta del ministro de Seguridad de la Ciudad (en uso de licencia), Marcelo D'Alessandro. El atentado, en la percepción de la vicepresidenta, debe encontrar alguna terminal política de volumen que no se agote simplemente en “los copitos”. El funcionario porteño no tiene ya la protección que tenía.

Ese paisaje de discordias, probablemente, aflore en la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso. El kirchnerismo no perdonará si Alberto no hace mención expresa a la supuesta proscripción de Cristina. El Presidente dedicará un tramo a la Justicia y a la Corte Suprema. No se atrevería a mencionar explícitamente una proscripción. Porque fuera del relato político no existe. Finalmente el mandatario cree seguir siendo Profesor de Derecho Penal.

El kirchnerismo hará un ostensible vacío presencial. Sobre todo en la Plaza de los Dos Congresos. Quizás filtre militantes en los palcos. No pasará inadvertida si ocurre alguna disrupción. Se vaticina un clima caldeado en el recinto por las reacciones de previsibles de la oposición. No únicamente: las hostilidades subieron también demasiado entre los bandos oficiales. Gabriela Cerruti, la portavoz, desafió a Larroque y a Máximo Kirchner juntos: “Si están en desacuerdo, se hubiesen ido”, disparó. El western promete continuar.

Fuente: Clarin

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