Perotti piensa que es Messi pero actúa como Massa

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La balacera contra un comercio en Rosario de la familia de Lionel Messi, además de marcar un quiebre por su conmoción mundial, acaba de impulsar, de ambos lados de la grieta, la discusión sobre el rol del Gobierno en la lucha contra el narcocrimen que acorrala a la ciudad. Aprovechando que el hecho trasciende los límites provinciales, el gobernador Omar Perotti diagrama un nuevo enfoque que, básicamente, reclama que el Estado nacional no se limite a enviar recursos, que de por sí considera escasos, sino que haya un cambio de paradigma en el involucramiento. Incluso empuñó indirectamente la figura de Sergio Berni, de públicas diferencias con el presidente Alberto Fernández, para ejemplificar cómo hacer las cosas en esta crisis.

El impacto mediático de un hecho ligado a Messi podría forzar un salto en el compromiso federal. Perotti lo sabe y descansa en eso. Hasta le anticipó a su ministro de Seguridad, Claudio Brilloni, que "esté bien encima" del caso. Luego activó declaraciones a través de su ministra de Gobierno, Celia Arena, quien dejó en claro que es “una coyuntura excepcional que exige respuestas excepcionales”. “Ante una situación de esta escala, unificar esfuerzos no es una alternativa: es una obligación”, sostuvo y deja entrever que hasta ahora hubo descoordinación entre los niveles del Estado.
El planteo es que con las armas que tiene la provincia no alcanza y se requiere otro espesor de trabajo. “Buscamos sinergia con otros poderes e incorporamos al diálogo a las víctimas, todo en el marco de la Junta Provincial de Seguridad, (...) pero es imperiosa y urgente una acción rotunda al nivel que exige la situación”. Más claro, echale agua.
En la suerte de plan que sugiere la ministra Arena, puso como ejemplo el "operativo de pacificación" que Berni encabezó en 2014, con desembarco cinematográfico de madrugada incluido, que por entonces era secretario de Seguridad de la Nación del gobierno de Cristina Fernández. “Ese es el camino que necesitamos”, resumió la funcionaria perottista.
Justamente, el ministro de Seguridad bonaerense, quien ha asesorado en alguna oportunidad al santafesino, fue uno de los que opinó en televisión tras la balacera al local de la familia Roccuzzo y resaltó, al igual que Arena, aquel operativo. Luego de aclarar que es responsabilidad federal el narcotráfico, recordó que “vivía y trabajaba en Rosario la mitad de la semana” cuando realizó el operativo mencionado. Teléfono para Aníbal Fernández, centro para Perotti.

En una línea similar al gobierno provincial, Javkin también apeló a la necesidad de mayor presencia nacional. De manera más cruda sostuvo ante la prensa: “A mí no me genera nada distinto este episodio, yo tengo una decisión clara. El tema es dónde está el resto. ¿Dónde está el Presidente?”, bramó el intendente, y agregó: “Está muy claro que es fácil hacerle daño a Rosario y que para Rosario no hay un carajo de ayuda concreta”.

La provincia demostró que no puede, que la policía no alcanza, que el problema se complejiza al andar. Por eso el constante pedido del gobernador y el intendente a las autoridades nacionales, hasta ahora recepcionado poco más que como un reclamo ordinario, empieza a forzar otro orden.

La pelea del mes pasado entre el gobernador Perotti y el ministro Fernández terminó aportando para que Rosario quede en la agenda nacional política y mediática, más allá de que ha sido utilizada con prejuicios y livianamente. Entró la bala gracias al miedo de que puede suceder en otra ciudad del país. Ahora, con estos antecedentes y la trascendencia mundial que provoca el capitán campeón del mundo, parece que hay margen para largar de nuevo hacia una solución de fondo. O al menos así lo piensa Perotti.

Con información de Letra P, sobre una nota de Facundo Borrego

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