¡Hagan algo!: el déjà vu de la economía en la Argentina del eterno retorno

POLÍTICA Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior
alberto-fernandez-2jpg

También hacía calor, la economía también era un espanto y el país también se introducía en una campaña electoral. A fines de febrero de 2019, Mauricio Macri recorría obras del plan ProCreAr en la Ciudad de Buenos Aires cuando fue abordado de un modo inesperado por uno de los trabajadores que pretendía usar como decorado de un acto de cuño proselitista. "No podemos más, por favor se lo pido, con el ajuste que tenemos (…) No importa el gobierno pasado, haga algo usted ahora, ahora. Estamos decayendo, estamos peor", le dijo, angustiado. El entonces mandatario balbuceó respuestas de compromiso, a lo que el obrero, retirándose con su bronca, replicó: "¡Hagan algo, la concha de mi hermana!". Macri duplicó la inflación que había dejado Cristina Kirchner, y Alberto Fernández duplicó la del ingeniero. Es frustrante que, un ciclo presidencial después, la Argentina vuelva al punto de partida, pero peor. Sí: hagan algo.

La inflación y la falta de dólares son las figuritas fáciles del déjà vu, agravadas por una sequía histórica que derrumbaría en unos 20.000 millones de dólares las exportaciones en el último año del gobierno de la mala estrella y provocaría una recesión que, como relevó este medio el viernes, podría oscilar en un 3% del producto bruto interno (PBI). Ante eso, Sergio Massa apura una serie de medidas destinadas a ambos frentes, aunque sus herramientas son escasas: políticas duras contra la inflación –un apretón fiscal y monetario aún mayor– podrían deprimir más la actividad.

Su drama es que la sequía deteriora varios indicadores simultáneamente. Reduce la oferta de alimentos y presiona sobre sus precios; deprime las ventas externas y pone en alerta máxima las reservas del Banco Central; golpea el nivel de actividad y, con eso, la recaudación impositiva; perjudica más el saldo fiscal y, por esa vía, pone en crisis el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, cerrando el círculo, le mete más alcohol al fuego del IPC en base a un deterioro de la confianza y las expectativas.
Sin anclas, la economía es un barco sin puerto y ya hasta los sindicatos que querrían jugarle a favor a las chances del panperonismo se desmarcan en las paritarias, con toda lógica, de la proyección oficial de un IPC anual del 60%.
Ni siquiera hay margen para tomar decisiones fuertes con Edesur, en este caso legal, para no poner a la población en riesgo de sufrir –encima– un juicio internacional de parte de una empresa multinacional como la italiana ENEL que juega con la paciencia de la gente.
Eterno retorno
El mediano plazo de la Argentina luce prometedor, pero el pesimismo que cierne en lo inmediato lleva una y otra vez a rumiar el pasado para deslindar culpas, algo que se nota en la permanente –e inútil– disputa discursiva entre modelos fracasados. La pregunta insidiosa sobre "qué fue lo que salió mal" desvela al propio panperonismo, que se entrega a su propio revisionismo.

Cansado de ser el chivo expiatorio de una impostada unidad de criterios en el Frente de Todos, basada en el pobre el argumento de que "contra Martín Guzmán estábamos mejor", el exministro pasó del mutismo al off the record y, ahora, a las declaraciones públicas.

En su autodefensa arroja dardos para todos los sectores panperonistas que, como se dijo, justifican en sus desaciertos todos los males del presente. Expone al cristinismo que un día lo acusa de haber sido "un agente del sistema financiero internacional" y al siguiente lo acusa de haber sido demasiado caprichoso en la negociación con el Fondo; le reconoce a Massa haber alineado políticamente una interna feroz, pero le reprocha la política de altas tasas de interés, cargo que también –claro– le cabe a Miguel Pesce, quien en el relato de la propia CFK aparece como un enviado del FMI para hacerle un bypass al entonces ministro; y, brillando por su ausencia, asoma Alberto Fernández y su falta de decisión. Y hoy, cuando la vicepresidenta pide abiertamente renegociar el acuerdo con el organismo, recuerda que esa posibilidad, específicamente referida a la posibilidad de una sequía como la actual, está mencionada en el propio texto.

Sin embargo, desde las otras trincheras –y desde alguna más, poco perceptible hoy, pero que acaso se haga más presente en las semanas que vienen en el Frente de Todos–, recuerdan otras carencias de la gestión Guzmán. Entre ellas, la falta de voluntad para recrear estructuras de negociación con las empresas formadoras de precios y de control de esos entendimientos que habían sido vaciadas por el macrismo. Esas fuentes denuncian que la desordenada salida del discípulo de Joseph Stiglitz dejó un país al borde del desabastecimiento de alimentos básicos, una falta aguda de pesos en la caja diaria del Tesoro y una relación desquiciada con el empresariado. Como dijo Jorge Ferraresi: "Massa asumió un día antes de que nos fuéramos en helicóptero".

Si bien hay que admitir, como suele recordar este medio, que la pandemia, la guerra en Ucrania y la sequía son factores que podrían atribuirse a lo mal que el azar ha tratado a este gobierno, lo anterior da cuenta también de errores groseros de gestión, en el Palacio de Hacienda, claro, pero también más arriba, donde deberían haberse ajustado las clavijas flojas antes de que la situación llegara a lo que llegó.

Es como si a Guzmán le hubiese sobrado mirada macroeconómica –en un contexto tan condicionado, como se dijo más arriba– y faltado visión micro. Frente a él, el cristinismo dio varios pasos más allá de lo prudente reclamando literalmente a gritos mucha micro y despreciando la macro. Al final, faltó todo: micro, macro, diálogo, política y gestión.

¡La hora, referí!
Todo esto coincide en un año electoral. Más allá del sufrimiento de las argentinas y argentinos de pie, ¿quedan clara las implicancias de la coyuntura?

El referente del Movimiento Evita y secretario de Relaciones con la Sociedad Civil y Desarrollo Comunitario, Fernando "Chino" Navarro, cometió, como días atrás Ferraresi, un sincericidio. "Estamos rogando que Milei saque muchos votos; perdimos el norte político", reconoció. Rápido, el libertario lo cruzó de volea: "Que tenga cuidado porque quizás los dejo terceros".

No son pocas las usinas políticas en las que esa hipótesis se baraja, ya sea con preocupación, ya sea con esperanza. El deterioro de la economía o una providencial contención de daños serían la clave para que ese escenario se concrete o no.
 

Con Información de Letra P, sobre una nota escrita por Marcelo Falak

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto