Tanto el gobernador Omar Perotti como el intendente de Rosario Pablo Javkin, creen que este último año de sus mandatos será el mejor de toda la gestión para ambos. Cualquiera se preguntaría ¿pero justo ahora que terminan sus administraciones? Ninguno eligió su destino: Dos años de pandemia, tres de intensa sequía, más la inflación y la guerra en Ucrania que cambió el escenario del mundo. Eso atravesaron ellos y nosotros. Los gestores de raza no son fáciles de desmoralizar, la agenda de todos los días manda hacer. No hay manera de quedarse quieto y el tiempo para la reflexión escasea.

Esta sensación está chequeada con los protagonistas y sus entornos. Y es que creen que nada peor puede pasar ya. Faltaría una invasión de extraterrestres realmente malos. Por las dudas habrá que evitar mencionarla.

La necesidad los puso a ambos espalda con espalda frente a la crisis de violencia e inseguridad que atraviesa sobre todo Rosario, Entre Perotti y Javkin construyeron este nuevo paradigma de responsabilidad del gobierno federal en el flagelo del narcotráfico. Parece como si se sacaran responsabilidades de encima pero instalaron esta cuestión de que se trata de un delito federal que la Argentina no puede permitirse.

No fue fácil, tuvieron que llegar la balacera al supermercado de la familia política de Messi y la pueblada contra los bunker narco en Los Pumitas, tras el asesinato del pibe Maxi Gerez que cayó por el fuego cruzado de bandas. Los medios nacionales invadieron la ciudad y eso cambió un esquema en el que Alberto y Aníbal Fernández dejaron de creer que el gobernador de Santa Fe y el intendente rosarino sólo querían que les solucionaran lo que no podía hacer la policía. La fuerza provincial sigue siendo horrible, pero es claro que hay más coordinación con sus pares federales.

Tanto Perotti como Javkin serán candidatos. Falta determinar a qué, aunque las proyecciones más o menos están. Ambos creen que pueden este último año cambiar la imagen de sus gobiernos. De hecho Perotti tiene un territorio más extendido y fuera de Rosario y la capital provincial, es distinta la percepción que hay de su gobierno. Allí destacan la producción y las obras de infraestructura.

El intendente tiene acotada su gestión a los límites de la ciudad pero su entorno está convencido de que “el relato final va a ser otro”. Uno distinto al que percibe una sociedad cercada por la violencia y el desánimo económico.

La ecuación sería más o menos así: Cosas peores de las que pasaron ya no van a pasar. Lo estructural que no se pudo mejorar demandará más tiempo para todos. Nadie se destaca y mucho menos a nivel nacional. Aunque parezca mentira los problemas son de tal magnitud que las pequeñas y esporádicas soluciones generan módicas satisfacciones. El poder transformador de la política deberá esperar épocas mejores o generar condiciones tales que permitan cambiar las cosas. Sí, suena conformista pero es lo que hay. Aunque siempre hay que buscar las utopías que sobre todo sirven para caminar.

FUENTE: ROSARIOPLUS.COM

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