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“¿A vos te parece lo que nos están haciendo desde Nación?”, se queja con una mezcla de furia, indignación y resignación, un estrecho colaborador del gobernador Axel Kicillof. Su pregunta es la última oración de una larga respuesta en la que expone su máxima preocupación por la situación política del Frente de Todos.

“Es que el Frente se rompió luego de la derrota electoral de 2021 y desde entonces hacen todo para quedarse en un mismo espacio cuando la verdad no se pueden ni ver” le respondió este periodista. “1000% de acuerdo”, sentenció la otra parte.

 
Desde hace más de un año, MDZ viene informando sobre la implosión de la sociedad política oficialista, las desconfianzas que existe entre los distintos referentes del Frente de Todos y su posterior efecto institucional, sin soluciones en ningún aspecto sobre las urgencias de la población.

El Frente de Todos es un espacio político que lo único que lo sostiene es la imposibilidad de irse de ese lugar. O, más precisamente, el permanente estudio de daño que realizan sobre si es conveniente o no echar a un funcionario. Esta es la matriz del problema con Sergio Berni, pero no es el único.

El miedo a que “se enoje la jefa”, en lo que se refiere a Cristina Fernández de Kirchner, provocó que nunca se hayan ido los “Federicos” que dominaban el área energética durante la gestión de Martín Guzmán. Mucho menos que fuera aceptada la renuncia de Wado De Pedro cuando dijo que iba a hacerlo tras la derrota de las PASO de 2021.

Y, con el tema del ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, queda demostrado que por “mantenerlo en el esquema” y “no dejarlo libre, afuera, para que nos arme una fuerza que nos quitara por lo menos cinco puntos en una elección” se estiró el problema. Hasta hoy sigue siendo ministro, a pesar de insultar a Alberto Fernández, amenazar con agarrarse a las trompadas con Máximo Kirchner y desconocer la experiencia territorial de la mayoría de los intendentes, a quienes suele tratar como neófitos de primer grado.

Ni a Sergio Massa parece que lo pueden sostener con cierta tranquilidad. El respaldo de Cristina y su hijo Máximo Kirchner es directo para con él, pero no hacia sus políticas, y fundamentalmente, a su alineamiento con los Estados Unidos de América. Las viejas acusaciones que le endilgaron ser el “empleado de la Embajada” aún están latentes en los pensamientos de los ex jóvenes para la revolución.

Axel Kicillof, a todo esto, queda muy expuesto porque no puede conducir un gabinete que fue intervenido, también, en la derrota electoral de hace dos años. Martín Insaurralde y Máximo Kirchner juegan en un tándem en el que suelen interpretar las demandas de los intendentes de su propio partido. Lo hacen por más espacios y eso también provoca roces.

El gobernador padece y no puede frenar el ímpetu exhibicionista de su ministro de Seguridad, al que en dos oportunidades estuvo a punto de echar y no lo hizo porque nadie quería reemplazarlo. Está más que claro que la decisora de última instancia sobre cada uno de sus pasos es la vicepresidenta y si bien eso es un salvoconducto para la política del Frente de Todos, es una debilidad que lo "perjudica", como diría Daniel Tinayre.

Esta concatenación de tragedias e impericias políticas ha puesto en crisis el futuro del oficialismo en la Provincia de Buenos Aires. Su posible triunfo pasó a ser factible derrota y los sucesos de esta semana le pegaron en la línea de flotación que remarcaba la presunción de que con el peronismo todo se podía encauzar, y que con Berni mucho más. Todo eso terminó.

Por eso aparecen ensayos como el desdoblamiento electoral bonaerense para elegir solo al gobernador. “Eso tendríamos que hacerlo antes. Ahora ya está. No se puede”, reconocieron dos importantes ministros del oficialismo provincial. Le pasó a María Eugenia Vidal hace cuatro años. Varios ya predicen que se repetirá. Los gobernadores eran los referentes con mejor imagen en el territorio, pero la decadencia de sus respectivos presidentes los lleva a la derrota.

A diferencia de lo que sucedió con Mauricio Macri, a pesar de la inflación y el dólar en alza, seguía conduciendo y nadie se iba de donde estaba. Ni se quería ir. Ahora sucede todo lo contrario y desde hace más tiempo. A Cambiemos y al país los “sorprendió” la derrota de las PASO de 2019 porque hacía dos años, en las legislativas de 2017, habían arrasado.

El Frente de Todos sufrió un estrepitoso y estruendoso revés en las PASO de hace dos años, que fue ratificado dos meses después. Desde ese momento, las diferencias que se venían dando en el gobierno se aceleraron, salieron a la luz y nadie quiso o pudo esquivarlas ni subsanarlas.

Ni pueden coordinar una mínima reunión entre los responsables de Seguridad de Nación y Provincia. Ya nadie pide que se junten y acuerden Aníbal Fernández y Sergio Berni. Por lo menos que tengan la intención de dialogar entre las segundas líneas. Nada de eso sucederá. Ni en esta ni en otra materia.

Fuente: MDZ, sobre una nota de ALEJANDRO CANCELARE

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