La línea roja en el almanaque electoral de Axel Kicillof

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Sábado 15 de Julio. Domingo 6 de agosto. Las fechas están pintadas con resaltador en el almanaque electoral del gobernador Axel Kicillof. Esos días configuran líneas rojas para el kirchnerismo, que por estas horas discute la mejor estrategia para salir vivo en la provincia de Buenos Aires, mientras el Frente de Todos (FdT) no termina de encauzar la guerra entre la Casa Rosada y el cristinismo y aún navega -pese al renunciamiento de Alberto Fernández a competir por la reelección- en la indefinición de un plan de acción y de candidaturas. Ese domingo es el plazo legal final para una convocatoria a elecciones bonaerenses desenganchadas de las nacionales, pautadas para el 22 de octubre; y ese sábado, el límite para convocar a elecciones desdobladas, pero a realizarse antes de la elección nacional, condición imprescindible para los objetivos del todismo K de evitar llegar a las urnas cargando una mochila de plomo.

El desdoblamiento es el as en la manga que se guardó la Provincia cuando el sábado 15 publicó en el Boletín Oficial el llamado a las PASO, que se realizarán el 13 de agosto, en simultaneidad con las nacionales, pero no incluyó en ese decreto la convocatoria a las generales. Un desenganche en ese primer turno electoral era imposible para el oficialismo, porque el cambio debía sancionarse en la Legislatura, donde no tiene los votos necesarios y la oposición lo descartaba de plano ( bonus: hay quienes sostienen que el gobernador sí podría haber desdoblado las PASO sin pasar por el parlamento).

La fecha clave del 6 de agosto surge de la combinación de dos artículos de la Ley 5.109 que regula los comicios en la provincia: el que establece que deben realizarse con al menos un mes de anticipación a la finalización de mandatos -10 de diciembre- y el que indica que el llamado debe hacerse con al menos 90 días de anticipación.

La letra chica
El artículo 116 de la Ley electoral establece: “Las elecciones (…) se llevarán a cabo en una fecha comprendida entre los treinta (30) y ciento veinte (120) días anteriores a la culminación de los mandatos respectivos”. De modo que la fecha tope para la realización de las elecciones es el 5 de noviembre, el domingo anterior al viernes 10 de ese mes que marca la otra línea roja para la celebración de los comicios.

El artículo 114 indica: “La elección de Gobernador y Vicegobernador tendrá lugar conjuntamente con la de Senadores y Diputados Provinciales, Intendentes, Concejales y Consejeros Escolares del año que corresponda, previa convocatoria con no menos de noventa (90) días de anticipación, que hará el Poder Ejecutivo o el Presidente de la Asamblea Legislativa en su defecto”.

De modo que aquel domingo 6 de agosto es la fecha límite que tiene Kicillof para convocar a elecciones desdobladas, con exactamente 90 días de antelación.

Sin embargo, esa fecha –posible según la ley– es imposible en términos políticos, porque la elección se celebraría después de la presidencial, una decisión que a todas luces sería un error que el oficialismo jamás cometería, corriendo el riesgo de ir a una contienda bonaerense cargando –eventualmente– con una derrota nacional.

Por eso, el 15 de julio –90 días antes del domingo anterior a las elecciones nacionales– asoma como la fecha límite que tiene Kicillof para convocar si decide un desdoblamiento para evitar una boleta presidencial que lo tire para abajo.

La discusión sobre un desdoblamiento viene ganando fuerza y minutos en los ámbitos de discusión de la coalición oficialista bonaerense conforme corre el tiempo y el FdT no logra sintetizar una estrategia nacional y muchos menos, postulaciones.

Bajo la manga
Con todo, el renunciamiento del Presidente a una candidatura es al menos un primer paso –el paso necesario– en el proceso de reordenamiento del oficialismo y donde la discusión pasa ahora por si erige un candidato de consenso o va a internas. El team Fernández-Daniel Scioli-Agustín Rossi-Victoria Tolosa Paz ya avisó: lo mejor es la competencia. Kicillof fue cauteloso al oficiar de vocero de la reunión del Consejo del PJ: “Será cuestión de encontrar consenso para la unidad o (realizar) unas PASO”, dijo y pidió “unificar criterios”.

Por los costos, la logística y los tiempos, el desdoblamiento siempre pareció poco probable separar las elecciones bonaerenses de las nacionales. Sin embargo, por la marcha del gobierno y el nivel de voracidad de la interna grande, nunca fue descartado de plano: Buenos Aires, un refugio ante la debacle. Cabe preguntarse, también, cuánto tiene que ver el intendentismo con mantener viva esa discusión, toda vez que comienzan a ver amenazados sus territorios, sobre los que se repliegan.

La dirigencia bonaerense rehúye a la consulta sobre si es posible un desdoblamiento, pero se sabe que es conversación obligada desde que el propio gobernador dejó abierta la puerta con la convocatoria a las PASO y, aun antes, cuando en una entrevista no dio el tema por cerrado: “Estoy abierto a la discusión. He escuchado a sectores de un lado y del otro”, admitió al diario La Capital de Mar del Plata, en momentos en que otras provincias iban confirmando un cronograma electoral propio.

Con el último movimiento de Fernández, las palabras de Kicillof suenan extemporáneas, pero en política nunca se sabe y mientras el calendario se lo permita, la chance está abierta. La clave está, claro, en cómo se desarrolle la discusión de las candidaturas. La cosa tendría que desmadrarse para que un candidato del Frente de Todos no contara con la tracción de la figura más taquillera del kirchnerismo sacando a Cristina Fernández de Kirchner. Lo lógico sería que no pasara; el punto es que la interna lleva dos años de desmadre.

FUENTE: LETRAP.COM

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