Un no gobierno en el poder

POLÍTICA Sergio Crivelli*
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La corrida cambiaria desnudó la naturaleza del no gobierno de Cristina Kirchner: a esta altura se reduce a un grupo de funcionarios desorientados y enfrentados entre sí, que coinciden en solo dos cosas: no tomar las medidas indispensables para estabilizar la economía por el alto costo político que conllevaría hacerlo y acusar a cualquiera de conspirar en su contra. La tragicomedia cambiaria de estas horas es producto de la peligrosa idea de nombrar ministro de Economía al principal candidato del FdT. Massa es parte del problema, no de la solución.

Todo empezó el 14 de abril con el dólar $400. El lunes siguiente saltó a $408 y comenzó a circular la versión de que Antonio Aracre tenía un plan “B” que consistía en una devaluación del 30% y un congelamiento de precios y salarios hasta las elecciones. El 18 de abril Aracre salió eyectado; el dólar ya andaba por los $418.

El 21, cuando alcanzó los $442, el eyectado fue el propio presidente de la Nación. Ayer cerró a $495. Las defenestraciones obedecieron a la furia de Sergio Massa que vio en la escalada del dólar una maniobra para sacarlo de la carrera por la candidatura presidencial. Un Massa apoyado por Cristina Kirchner que tampoco quería devaluar. Lo curioso es que  el mercado sin consultar a nadie devaluó cerca del 25% en 10 días. El cálculo de Aracre no estaba tan descaminado y Batakis no lo hubiera hecho mejor.

Para explicar la debacle el ministro buscó nuevos culpables. Le apuntó al presidente del Banco Central que quedó colgado de la cornisa y como se les acabaron los funcionarios propios le apuntó a economistas de la oposición: Lacunza, Prat Gay y compañía. Ayer amplió difusamente el círculo de conspiradores y prometió sancionarlos como si fuera posible frenar el dólar a palos. ¿El origen del desastre no estará en que el gobierno K emitió alegremente tres bases monetarias y le faltan los dólares del campo?

Pero la corrida que empobrece a la velocidad del sonido a toda la sociedad tiene también un par de causas exclusivamente políticas. La primera es la falta de un plan económico. Por plan económico debe entenderse plan de ajuste fiscal. En 2019 Cristina Kirchner esperaba que Alberto Fernández lo hiciera y pagara el costo político. Fernández no lo hizo y ahora el costo político lo paga todo el peronismo.

La segunda causa es inherente al peronismo. El gobierno inventa conspiraciones en lugar de soluciones porque concibe la política como una batalla. Para el oficialismo sólo existe la política agonal, no la arquitectónica. Una política sin contenido que se reduce a distinguir entre el amigo y el enemigo. No hay verdad, sino relato. No hay contenido, sólo posiciones. El problema surge cuando los Carl Scmidt de entrecasa tropiezan con la realidad de la inflación que ellos mismos generaron. Se convierten en aprendices de brujo y dan espectáculos penosos como el de Massa pidiendo el auxilio desesperado del FMI, mientras el hijo de la vicepresidenta recita el caduco catecismo antiimperialista de la Guerra Fría, muy preocupado por que los “pibes para la revolución” terminen votando a Milei. 

*Para La Prensa

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