No es la legislación, es la actividad económica

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Hay un debate vigente en estos 40 años de democracia: la relación entre la legislación laboral y la situación del empleo. De manera esquemática, están quienes impulsan la necesidad de profundas reformas laborales para lograr una mayor flexibilización de condiciones de ingreso, permanencia y despido en puestos de trabajo bajo una doble premisa: cada vez hay menos puestos de trabajo disponibles y el sistema es muy rígido para aumentarlos.

Del otro lado, se plantea que la generación o la pérdida de puestos de trabajo no dependen de la legislación laboral, sino que el mercado de trabajo se orienta en función del ciclo económico y, por ende, es desde una mirada mercado internista que pueden promoverse mejores condiciones de empleo.
Desde la poscrisis de 2001-2002, es posible establecer tres grandes ciclos en lo que refiere a proyectos económicos.


El primer segmento se extiende durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, proindustria, tendiente a hacer crecer el mercado interno y a reivindicar el derecho laboral favorable tanto a los convenios colectivos como a las negociaciones paritarias como instrumento dinamizador del mercado laboral.
Macri, pandemia y sequía

Los debates sobre la flexibilización laboral empujados por los preceptos neoliberales de apertura y desregulación tuvieron su esplendor durante la gestión de Mauricio Macri. Desde 2020 a la actualidad, con contextos muy desfavorables como la pandemia y el conflicto Ucrania-Rusia además de una histórica sequía, volvió a promoverse un proyecto económico de base mercado internista. ¿Qué pasó con el mercado de trabajo en ese ciclo?

Tanto la tasa de actividad como la de empleo, en todo el ciclo 2003-2022, con descensos sobre todo en los contextos de crisis (especialmente la pandemia), se mantuvieron en niveles bastante estables. Sin embargo, no pasa lo mismo cuando se observa la tasa de desocupación, que inicia 2003 en 17,8 y desciende significativamente para tocar el 5,9 en 2015.

En el ciclo de Alberto Fernández, la desocupación creció hasta 10,96% en el pico de pandemia, para descender nuevamente hasta el 6,3% actual. Esto quiere decir que, salvo en 2020, cuando coinciden el descenso de tasa de actividad y empleo y aumenta el desempleo, en el resto del ciclo, con altas tasas de actividad y empleo, varía muy significativamente la tasa de desocupación.

¿El huevo o la serpiente?
Los más críticos del sistema de protección laboral aseguran que es por la excesiva regulación que cuesta generar puestos de trabajo formales y que sólo con una fuerte flexibilización podría expandirse el mercado de trabajo. Los datos muestran lo contrario. Lejos de moverse por esos preceptos, el empleo asalariado en el sector privado responde a los ciclos económicos y esto se traduce en una expansión de puestos de trabajo ocupados entre 2012 y 2016, dos fuertes caídas entre 2016 y 2020 y una fuerte recuperación tras el freno de la pandemia, entre 2021 y enero de 2023.

Además, el monotributo en el período tuvo un crecimiento sostenido tanto en la categoría social como la de trabajo independiente de la mano de un descenso de los trabajadores autónomos. Esto pone de manifiesto un proceso de pauperización de hecho de condiciones de empleo, pero, en contraste con la generación de empleo registrado formal, no significa que por incremento del empleo informal siempre decaiga el empleo formal.

Por último, basta comparar el empleo asalariado con el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) para dar por tierra con la idea de que el empleo se genera por reformas estructurales y confirmar que en contextos de expansión de la actividad se produce el correlato en incremento de puestos de trabajo.

FUENTE: LETRAP.COM.AR

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