La “depresión” de fin de mes: qué dejan de consumir los argentinos cuando el sueldo no alcanza

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Un informe reciente concluyó, mediante un relevamiento con 3.550 hogares de todo el país, que 8 de cada 10 familias argentinas mantiene deudas no bancarias y que, en muchos casos, han tenido que recurrir a sus ahorros o préstamos para abonar gastos corrientes.


“En nuestro país, 4 de cada 10 hogares son pobres, pero incluso otros 2 de cada 10 están ingresando en una nueva pobreza, ya que trabajando sus integrantes no pueden cumplimentar una canasta básica total”, indica el reporte presentado hace algunos días por la consultora Focus Market.

Este problema representa una preocupación permanente, tanto para los asalarios registrados como para quienes perciben sus ingresos como monotributistas, autónomos o directamente en la economía informal.


Se realizó un relevamiento para conocer qué compras o consumos dejan de lado los argentinos cuando el sueldo no alcanza o el presupuesto se acorta. Este dilema, que antes se presentaba durante los últimos días del mes, excede dicho período y se presenta semana a semana en diversos aspectos.

Luis, un vendedor ambulante en la zona de Constitución, padre de dos hijos, indicó a este medio que recortó el consumo de carne, abandonó las primeras marcas y se volcó por el pollo, los fideos y el arroz.

“Hay que pegarle para adelante, otra no queda. Tengo pibes y tienen que morfar. A veces dejo de comer fideos y compro arroz, que es lo que más consumimos. O estofados con papa y zanahoria, porque todos los días hay que pagar cosas y uno con hijos tiene más gastos”, sostuvo.

Esto mismo le sucede a Silvia, que corre junto a su hija para no perder el colectivo y llegar rápido a su casa: “Lo que dejo de comprar son las cosas esenciales, por ejemplo el aceite, que es carísimo. Y la carne, que es lo más costoso en la canasta familiar”.

Para Carolina, madre de cuatro mujeres y un varón, lo más doloroso es tener que dejar de salir con sus hijos a comer una hamburguesa o ver una película en el cine. “Ya no se puede más. Ahora tengo que estar sumando y restando las cosas, que se fueron de acá a la China. No llego a fin de mes. Conste que trabajo por ahora, pero no llego. Antes iba a los supermercados grandes a comprar, ahora tengo que andar fijándome dónde está más barato, porque un centavo más o menos me sirve para la casa”

“Las salidas hace rato que las dejamos. ¿Médico particular? Olvidate. La comida hay que rebuscársela. Mucha pasta y menos pan. Cada vez peor estamos. Esto no se vio nunca, no sé dónde vamos a terminar”, expresó José Luis, dueño de un puesto de diarios.

“Hace 40 años que tengo el puesto y la crisis que se ve ahora no se vio nunca. La crisis es galopante, se hace muy difícil. Por suerte tengo clientes fijos y con eso voy tirando, sostuvo.

El informe mencionado al comienzo de esta nota también manifiesta que “las familias argentinas no solo se financian con los bancos, sino también empezaron a hacerlo no abonando ciertos gastos corrientes, como impuestos, servicios, cuotas, recurriendo a prestamistas, o al método de compra al fiado. En promedio, las deudas no bancarias de una familia, son de $189.000″.

Depresión, ansiedad y estrés por no llegar a fin de mes
Para la licenciada Cynthia Zaiatz, psicóloga y jefa de salud mental del Sanatorio Modelo de Caseros, “el tema económico pone muy mal a la gente. Últimamente, estoy recibiendo muchos pacientes con cuadros depresivos por no llegar a fin de mes. Personas que me dicen que realizan dobles turnos y ahora tienen que acortarse o pasar a consumir segundas marcas”.

“Existe una tendencia, traducida en estrés y ansiedad, de que esto no va a terminar nunca. El estar endeudado genera mucha presión. Post pandemia se vio que esto empeoró. Saben que la comida y la salud es lo principal, perderse las salidas o la diversión implica un problema muy grave”, sostuvo la psicóloga.

Este escenario que describe la licenciada Zaiatz lo expresa a la perfección Eric, de 32 años, oriundo de General Rodríguez: “A principio voy a fiestas y a fin de mes me guardo. Vivo con mi vieja y entre los dos nos la rebuscamos. Pero llega un momento que dejo de comprar alcohol o gaseosa y reduzco la cantidad de cigarrillos”.

“Cuando llega fin de mes no puedo ni cargar la SUBE. Vivo solo, gracias a Dios tengo trabajo, pero el sueldo no alcanza. Si no tengo para el boleto pierdo el presentismo y eso me afecta”, comentó Lucas a este medio.

Quimey, de 18 años de Monte Grande, que trabaja con su madre y estudia Diseño, asegura que guarda dinero para poder comprar los utensillios para la facultad. La joven completa: “A veces no llego. El tema de comprar ropa... Hace una banda que no me compro. No lo hago porque tengo que ahorrar”.

Con informacion de Todo Noticias.

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