Mientras las versiones comenzaron a calentar las redacciones, Eduardo de Pedro difundió su agenda del día: a las 16, un encuentro con la Unión Industrial Argentina (UIA) y a las 18, otro con la Confederación General del Trabajo (CGT). Agenda de precandidato, aunque todavía no se sabía para qué cargo.
Las aspiraciones del camporista se fueron cimentando a fuerza de trabajo de hormiga desde su renuncia que no fue, cuando presentó su dimisión declinable después de las PASO legislativas de 2021, un efecto dominó que involucró a todas las figuras K del gobierno de Alberto Fernández. Fue el principio del fin del Frente de Todos y, también, el arranque de la confección de su traje de presidenciable. Los sastres fueron los gobernadores que llevó a un viaje a Israel y los contactos con sectores de la oposición (pública y del ámbito privado) que nunca pisarían el Instituto Patria.
El mote de embajador de La Cámpora en el Círculo Rojo llevó incluso a enojar a un sector ultrakirchnerista por una foto en la que se lo veía sonriendo junto a Jorge Rendo, coronel del Grupo Clarín. Desde entonces, un aparato cristinista se plegó al equipo comunicacional del ministro para cimentar la campaña. Ya no causaron malestar otros registros, como el que lo muestra al lado del gastronómico Luis Barrionuevo, efímero interventor del PJ Nacional que el kirchnerismo combatió antes de crear el FdT.
Por conveniencia, Axel Kicillof puso sus recursos a disposición de De Pedro, incluso escenarios bonaerenses en lo que pudiera subirse el funcionario nacional para combatir el alto nivel de desconocimiento, su Talón de Aquiles.
¿Por qué recibió la esperada bendición de Cristina Fernández de Kirchner? La vicepresidenta le había dicho dos veces que no: una, en 2015, Daniel Scioli (su contrincante hoy en la interna de Unión por la Patria) quiso llevarlo de compañero de fórmula, pero terminó siendo Carlos Zannini; la segunda, en 2019, cuando Alberto Fernández lo propuso para jefe de Gabinete. La propia exmandataria, que supo nombrarlo como secretario general en su segunda presidencia, contó que pensó que no le daba para serlo y, a cambio, sugirió que recalara en Interior. Con el diario del lunes, lo salvó de ser un fusible, como suele ocurrir con los ministros coordinadores.
Razón 1: una para la tribuna
Lo dijo sin vueltas este jueves Mario Secco: Wado-Juan Manzur es la fórmula que "le gusta a la militancia". El núcleo duro K, decepcionado con la administración albertista, que votó a Scioli en 2015 sin demasiada emoción y pidió una CFK2023 a pesar de las negativas de la vice, necesita este impulso para ir a las urnas. Máximo Kirchner, que desde el año pasado sostiene que las listas deben ser a prueba de traidores (para evitar lo que pasó en 2016, cuando se rompió el Frente en el Congreso), sostiene la tesis de que es hora que en la boleta haya un nombre identificado con el espacio. No lo pide ahora, ya lo pidió -sin éxito- en 2019: quería que la candidata fuera su madre y no Fernández.
Razón 2: movilizar a las bases
En el wadismo apelaban a un término en inglés para justificar la potencial bendición: grassroots (raíces de césped), término con el que los países sin peronismo explican los movimientos de bases protagonistas de las últimas elecciones. No sólo los trolls mueven el termómetro de los comicios occidentales, aducen los expertos, sino que hay personas de carne y hueso detrás de respaldos populares a figuras como Jair Bolsonaro en Brasil, Donald Trump en Estados Unidos, Marine Le Pen en Francia y hasta el autóctono Javier Milei.
Del amargo sabor de la derrota de 2015, el cristinismo siempre rescató la campaña, definitoria, del ballottage por la movilización de su militancia, para arañar la victoria que no fue. Apático, creen en el Instituto Patria, el electorado propio hoy será clave para militar las boletas a nivel micro. Los altos niveles de ausentismo y voto en blanco registrados en las elecciones provinciales encendieron las alertas, como destacó Letra P. El oficialismo cree que, frente a una oposición radicalizada -encarnada en figuras movilizadoras como Mieli y Patricia Bullrich-, quienes no están yendo a votar son peronistas.
Razón 3: 100% K, pero sin techo
El desconocimiento es el yin y el yang de Wado, cree el wadismo. Por un lado, fue el techo a romper desde que está haciendo campaña sin ser precandidato. Por eso celebraron como nunca el millón de reproducciones del video del ministro con su sosías, el actor Esteban Lamothe. No por la cifra en sí, sino porque más de 700 mil personas que le dieron play en Instagram no seguían a @wadodecorrido. Tiene pasado kirchnerista, habla como kirchnerista, pero puede juntarse con no kirchneristas. Eso creen que puede traducirse en las urnas, sumando a su perfil joven con un pasado que interpela, como hijo de un matrimonio desaparecido y como estandarte de la campaña antibullying.
Razón 4: porque quiere
El consultor Juan Courel lo graficó -literalmente- así: entre elegir uno propio, mejor decantarse por uno que quiera. El arquitecto comunicacional de la campaña 2019 del FdT marcó lo evidente: Kicillof pretendía buscar la reelección y Wado estaba para salir a la cancha.
En la competencia por transferencia de votos, el wadismo siempre sostuvo que porcentualmente obtenía lo mismo que el gobernador (si tres kirchneristas lo conocen, los tres lo votan), pero en términos nominales perderían hasta lograr la bendición de CFK, lo cual equilibraría la balanza. Kicillof se enfrentaba al dilema que perturbó a María Eugenia Vidal cuando sonaba como plan B de Cambiemos: cómo explicarle al electorado bonaerense el cambio de idea sobre la marcha.
No hay que sacar de la ecuación la voluntad de un candidato para enfrentar una campaña que puede dividirse en tres: hacia las PASO, hacia las generales y hacia la segunda vuelta.
Razón 5: es el ballotage
La propia Cristina Kirchner plantó el escenario de tercios, con el temor que subyace: el peronismo puede quedar fuera de la segunda vuelta. Con los recientes fracasos de ambas coaliciones -sobre todo, en materia económica-, el kirchnerismo mira con atención el fenómeno libertario, como así también la polarización que imagina para una tercera elección noviembre.
De nuevo sobrevuelan el fantasma naranja de 2015 y sus reproches a Scioli por prometer que mantendría lo bueno y cambiaría lo malo. La bendición a Wado también anticipa la pretensión de un choque de modelos, una contraposición sin matices. Se terminó el tiempo de la moderación, lo cual también explicaría que Massa haya quedado en el camino, tanto o más que a causa de la inflación. Horacio Rodríguez Larreta desempolvó su diploma de economista, porque cree que será el tema central de campaña, auspiciado por las propuestas de colores de Milei. La entronización de Wado deja entrever que el kirchnerismo imagina más un enfrentamiento final con Bullrich.
Aparece entonces la tercera razón sobre la mesa: De Pedro es un kirchnerista que se ha mostrado con peronistas ajenos, como Juan Manuel Urtubey, que sigue pregonando en el desierto por un espacio antigrieta, y hasta con radicales como Facundo Manes.
Con informacion de Letra P.