Murió el escritor y periodista Christian Kupchik

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 Hay mucha gente que hace literatura, pero no son tantas personas las que hacen a la literatura: los que la alimentan, la sostienen, la renuevan. En Argentina, y probablemente paso lo mismo en cada país, los hacedores de la literatura tienen nombre propio. Christian Kupchik es —lo correcto sería decir “era”, pero al menos en este primer párrafo mantengamos el presente— uno de ellos.

Periodista, escritor, editor, traductor, es probable que él prefiriera que se lo presentase como lector. Un simple lector, que, como sabemos, no es una figura ni ingenua ni simple, sino que es la figura que le da sentido a la escritura. Christian Kupchik, no sin una cuota de injusticia, no tuvo el reconocimiento popular que su literatura merecía pero sí se ganó el prestigio de sus pares. Era generoso al compartir ideas y sugerencias, era generoso al ponerse al lado de los demás y era generoso, sobre todo, con los escritores nóveles. Una generosidad, sin embargo, que no implicaba perder la rigurosidad en las lecturas. No se autoimponía el papel de maestro, pero sí el de lector. Y era un lector eficaz que entendía cómo mejorar el texto.

Vivió en París, Barcelona, Estocolmo y Montevideo; se hizo experto en la literatura de viajes. Dirigió la colección “Planeta Nómade” y compiló varios libros sobre el tema: El camino de las damas, En busca de Cathay, La ruta argentina, Las huellas del río. Dirigió una revista de “literatura geográfica”, Siwa. Era un erudito que no necesitaba dar muestras de su conocimiento.

En los últimos años tradujo para Compañía Naviera la obra de la finlandesa Tove Jansson. Como él era más dado al barroquismo, en cada libro había una negociación continua con los editores para que no se perdiera la sequedad de la prosa de Jansson. Christian tradujo El libro del verano, Juego limpio, La verdad increíble y el mes que viene saldrá su último trabajo La hija del escultor.

En 2016 fundó junto a Jorge Consiglio la editorial Leteo. Una “editorial-río que nos protege de la raíz de lo efímero”. Leteo que siempre se caracterizó por perseguir la calidad antes que la calidad, fue —es— la casa de la narrativa de Valeria Tentoni, Natalia Gelós, Pedro Rey, y también de voces del extranjero como Hjalmar Söderberg (su libro Doctor Glas incluye un prólogo de Margaret Atwood). El año pasado, en el marco de la Feria de Editores Independientes, Christian recibió el premio a la trayectoria editorial.

Fuente: INfobae

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