El despido ipso facto del exministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, generó un cambio radical en la estructura de poder en el seno del Gabinete nacional, así como el empoderamiento del ministro de Economía, Luis "Toto" Caputo, y su entronización a la categoría de superministro.
En poco más de un mes y, en forma inesperada, logró lo que muy pocos ministros del área pudieron y que era el deseo y la ambición del malogrado candidato a ministro de Economía de Patricia Bullrich -si llegaba a la presidencia- Carlos Melconian.
De esta manera pasó de ser duramente cuestionado por los economistas profesionales por ser un trader, un hábil operador del mercado financiero, por cierto, pero sin una visión macro de la economía. Ahora tiene todas las palancas del tablero en el escritorio. Habrá que ver el resultado.
La carta maestra la terminó jugando Ferraro, que en términos políticos cometió un error imperdonable como balconear cuestiones que se discuten en el seno del Gabinete y encima ventilando comentarios del propio presidente, ante la prensa. Es probable que Ferraro haya sido más ingenuo que ladino al ventilar el hecho de que el Gobierno va a dejar sin un peso" a los gobernadores.
Creyó que los periodistas son amigos, algo bien lejos de la realidad. Y lo pagó muy caro. Ahora el que celebra, pero no podrá relajarse es el bendecido Caputo, que tiene todos los resortes del poder económico en sus manos.
Incluso la conducción del Banco Central, en teoría independiente del poder de turno y que sólo debe velar por conservar el valor de la moneda a partir de la política monetaria, vía control de la emisión y el manejo de las tasas de interés, está en manos de un hombre de su extrema confianza, y socio en la consultora Anker, hasta diciembre de 2023.
Ahora Caputo sumará el área de infraestructura, donde importa y mucho el área de obra pública, infraestructura energética y minería. El principal problema para el empoderado ministro es que el leitmotiv de este gobierno es "no hay plata", y es difícil invertir en obras, o hacer aportes de capital, como se llama en la jerga presupuestaria, sin recursos en la caja.
La estrategia de Caputo será lograr financiamiento de organismos de crédito multilaterales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco de Desarrollo de América Latina - Corporación Andina de Fomento (CAF).
Pero para eso tiene dos cuestiones a resolver primero. Poder aceitar la relación con el Fondo Monetario Internacional y que le giren los 4700 millones de dólares para poder hacer frente a los vencimientos desde fin de año hasta abril. Sin programa de financiamiento vigente con el Fondo, nadie presta un solo dólar, y por lo tanto no hay obras.
Y, en segundo lugar, o primero si se quiere, estabilizar la economía, corregir la distorsión de precios relativos y bajar la inflación, una alquimia difícil de lograr.
Con informacion de MDZOL.com