Victoria Villarruel presidenta: con Javier Milei de gira, la vice se refugia en el Senado a la espera de la ley ómnibus

Apenas tres minutos estuvo Victoria Villarruel charlando a solas con Maximiliano Pullaro el sábado y, en medio de un dialogo congelado entre la Casa Rosada y los gobernadores dialoguistas, ese pequeño cara a cara fue casi un récord para los últimos días. La vicepresidenta, como anticipó Letra P, estuvo con el santafesino en el aniversario de la batalla de San Lorenzo en una nueva parada de su Patria Tour. Fue dos días antes de que, por segunda vez en lo que va de gestión libertaria, tuviera que hacerse cargo del Ejecutivo por el viaje de Javier Milei a Israel y el Vaticano.

Con el Presidente fuera del país por una semana, Villarruel reeditará el mismo perfil que mantuvo cuando Milei fue a Davos: evitará ir cotidianamente a la Casa Rosada y toda reunión ejecutiva, para abocarse a la agenda parlamentaria. Es razón más que suficiente: la vice está analizando las múltiples variantes que pueden salir del debate en Diputados por el articulado de lo que queda del proyecto de ley Bases. Ninguna hipótesis está descartada.

Aún sin diálogo formal con los gobernadores, no de forma explícita, pero tampoco sin desmentir contactos informales, Villarruel dejó entreabierto su despacho para un desfile de representantes de las provincias. "A las bisagras le ponemos WD40, pero no sabemos para qué lado se abrirá la puerta", ironizan en su oficina.
No es ningún secreto a voces que La Libertad Avanza de la Cámara alta se lamenta la falta de una negociación espejo a la par de la que ocurría (con sus idas y vueltas) en Diputados. Eso implica que cuando el texto se mude al otro lado del Salón de los Pasos Perdidos puede implicar la reapertura de un nuevo tratado. Cualquier coma que se le cambie al texto, implicará un regreso a su recinto de origen.

Cerca de Villarruel admiten que hasta se alistan para el peor escenario. "Ella suele prepararse para todas las hipótesis", la describen, una característica ligada a su cercanía castrense. La minoría se hace más evidente en la Cámara alta: la vice y los siete integrantes del bloque de LLA (de un recinto de 72 bancas) fueron la semana pasada a ver a Milei a la Casa Rosada. Allí, el mandatario les repitió la perorata que mantiene en público: no se negocian más cambios. Podo después, se siguierdon negociando modificaciones.

En el Senado no termina de quedar en claro cuál sería ese peor escenario: perder la votación, abriendo el paraguas de saberse minoría y depender de bloques provincias con gobernadores que no se hablan en público con el ministro del Interior, Guillermo Francos; o que el texto reescrito por los dialoguistas en Diputados sea difícil de digerir para Milei, que ya obtuvo su victoria simbólica con la votación en general. Cerca de Villarruel se guardan el juicio de valor de cada escenario.

Embarcados en la batalla cultural antes que en la nominal, en LLA de la Cámara alta destacan que "el PJ ya no controla la agenda del Senado". La llave la tiene Villarruel, lo está demostrando con el bloqueo a la sesión para tratar el decretazo. Pero eso no quiere decir que el enojo asome frente a ciertas declaraciones. Como las del formoseño José Mayans, que hizo circular un aviso que el debate debería extenderse en las comisiones por tres semanas.

Tampoco quieren que la oposición no dialoguista les maneje los tiempos, pero el reloj de arena sigue corriendo. Con las extraordinarias extendidas al 15 de febrero, la ventana es pequeña para no tener que patear la ley ómnibus a marzo, mismo mes que la Casa Rosada quiere plantear el debate fiscal con los gobernadores. Con estos días dedicados al articulado, los feriados de carnaval y la semana reglamentaria entre dictamen y sesión, el margen es demasiado justo.

Y eso sin contar que aparezcan voces para dilatar el tratamiento. Y, hasta ahora, en la novela parlamentaria de la ley fundacional del mileísmo, todo el mundo tuvo algo para decir. El mandato de Villarruel es tratarla cuanto antes.

Con informacion de Letra P.