Carlos Paz. Vivieron una pesadilla y tienen miedo de dormir en su propia casa

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El domingo pasado en horas de la noche, una familia de Carlos Paz vivió momentos de terror cuando cuatro sujetos armados y a cara descubierta interrumpieron en su casa, los ataron y amenazaron con secuestrar a sus hijos. Los malvivientes exigían la entrega de dólares y pesos y escaparon con alrededor de un millón de pesos.

En la propiedad, se encontraba el matrimonio con sus hijos de 14, 9, 6, 4 y 2 años de edad, a quienes mantuvieron en una habitación y fueron amenazados con armas de fuego.La madre de los niños es una joven de 24 años, quien contó a EL DIARIO: «Estaba cocinando y cuando giro, veo que saltan por el ventanal de vidrio y se meten con armas. Me tiraron al piso me pusieron las manos atrás y me ataron, entraron a la pieza de mi marido y lo maniataron en el pasillo. A mí me taparon la cabeza con la campera y me pidieron que entregara los dólares. Yo no tengo dólares, nunca tuvimos. Nos rompieron los teléfonos se fueron con una caja fuerte que teníamos».

«Contaron la plata y me dicen que venían de muy lejos, que solo querían la plata. Amenazaban con secuestrar a uno de los chicos si no entregábamos el dinero. Después tiraron el alambre con el que me tenían atada y lo atan al picaporte de la puerta, para que los chicos no la abrieran. Fueron segundos, pero parecían horas. Uno de los chicos lloraba y le mostraron que el arma no estaba cargada, les pedían los celulares a ellos y no tenían. Los cuatro estaban armados y tenían la cara descubierta»; agregó la víctima. 

«Los vecinos nos dijeron que durante el día vieron una camioneta dando vueltas. Salimos a buscar ayuda, llamamos a los vecinos y unas cuadras más arriba encontramos un móvil policial. Les dijimos lo que había pasado y los policías nos dijeron que no podían entrar a esta parte del barrio porque eran atacados a piedrazos. Vinieron tres autos de la Policía y los vecinos los sacaron a pedradas. Más tarde vino un comisario y nos pidió disculpas por lo que había pasado antes, que apenas entraron les arrojaron piedras y tuvieron que irse. A las tres de la mañana, tiramos un colchón en el piso del comedor para dormir con los chicos porque teníamos miedo que entren otra vez. No sabemos que hacer, yo quiero irme con los chicos y no me importa si nos vamos con una mano atrás y otra adelante»; relató la mujer.

Fuente: El Diario

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