Javier Milei, en guerra con la realidad

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Los mercados financieros le siguen sonriendo a Javier Milei y cerraron un marzo espectacular, con subas en acciones y bonos que, en sus picos, llegaron al 40%. Sin embargo, la difusión del índice de pobreza que será el legado más dramático de Alberto Fernández –41,7%, 58,4% entre las personas menores de 14 años y 12,3% de indigencia– apenas le pone un piso a una tragedia social que todavía no se puede dimensionar en su progresión. La economía real, que subleva al Presidente, no llama al optimismo.

Ante ese panorama, el poder se revuelve. El gobierno ultraderechista da muestras de desconcierto ante el combo fatal que generó, agravando una herencia de por sí pésima: megadevaluación, inflación recargada por esa razón y por una desregulación brusca, retaceo de la asistencia social, despidos arbitrarios –ahora los enemigos son los profesionales del Servicio Meteorológico – e hiperrecesión por la licuación de salarios y de jubilaciones, que se pagarán el mes que viene en dos cuotas.


 
Letra P dio cuenta esta semana de los indicios de malestar social, de conatos de resistencia política y, fundamentalmente, de la inquietud que le provoca a Milei que la inflación, aunque en descenso respecto del Everest al que la mandó en diciembre, encuentre un piso difícil de perforar en el famoso dígito único.
La foto y la película
Sin ambigüedades: el desastre de la inflación de Fernández es todo culpa del mamarracho que fue la política del Frente de Todos, a la que Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa hicieron aportes invalorables, pero el fenómeno no ha hecho más que agravarse con Milei.

El Gobierno reaccionó con fingida indignación cuando el Observatorio de la Deuda Social de la UCA proyectó –con una metodología diferente a la del INDEC, claro– un 57,4% en enero; lo que vale es la tendencia y esta apunta hacia arriba. Desde ese mes, la actividad y los ingresos de la población no hicieron más que desplomarse.
De acuerdo con la consultora LCG, "se prevé un significativo aumento de la pobreza durante el primer semestre. La profunda recesión, con su potencial impacto en la creación de empleo, junto con la caída de los salarios reales y la licuación de los ahorros contribuirán a ese fenómeno".

"Aunque se han implementado aumentos en los programas de ingresos como la AUH, estos parecen insuficientes frente a la escalada inflacionaria en lo que corre del año. Además, otras medidas como el programa Potenciar Trabajo han experimentado recortes. Por otro lado, gran parte del ajuste fiscal se está llevando a cabo mediante la reducción real de los haberes jubilatorios, lo que sugiere un aumento esperado de la pobreza e indigencia entre las personas mayores de 65 años", añadió la consultora, contra la narrativa oficial de que "los sectores más cuidados y más protegidos son los más pobres" –Manuel Adorni dixit –.

Causas de un naufragio
Para entender lo que está pasando basta con analizar dos factores. Por un lado, las jubilaciones son el pato de la boda paleolibertaria, con un recorte que el Gobierno minimiza al hablar de un 25%, pero que es bastante mayor y da cuenta de casi la mitad del ahorro fiscal que celebran Milei y Toto Caputo. Por el otro, hay que mirar los salarios, que el Presidente y el ministro de Economía pisan al ordenarle a la Secretaría de Trabajo que no homologue nada parecido a la inflación.

Según el instituto oficial de estadísticas, los salarios "crecieron" –ojo: nominalmente– 16,4% en enero, dato que promedia el 20% del sector privado formal, el 12,1% del público y el 11,2% del informal. Ese mes, la inflación había llegado a 20,6%.

La comparación interanual da todavía peor. "En términos interanuales, el Índice de salarios mostró una suba de 181% como consecuencia de los incrementos del 204,9% en el sector privado registrado, 168,2% en el sector público y 124,4% en el sector privado no registrado", señaló.

El IPC acumulado entre enero de 2023 y enero último arrojó 254,2%. Paliza. Después vinieron febrero, marzo…

Toto Caputo, ¿en capilla?
La impaciencia de Milei crece porque la inflación no baja en la medida que desea, por caso para que el tipo de cambio no se aprecie demasiado, o, mejor, porque no baja en la medida que se necesita, dado que la merma se produce "a las trompadas", en base al poco sustentable expediente de liquidar la actividad y el consumo.

Por eso, el Fondo Monetario Internacional ya no sabe en qué idioma decirle al Presidente que está todo bien con su motosierra y su licuadora, pero que no resulta claro que el país y su gobernabilidad resulten viables mientras él empobrece a una amplia mayoría de la población, deroga la clase media, asfixia a las provincias, liquida la obra pública, pisa gastos varios y hasta retacea la ayuda alimentaria y tratamientos contra enfermedades graves.

La inflación, que se amesetará en el marzo que termina, encontrará nuevas resistencias en abril con la inercia conocida y con un tarifazo en gas que impondrá aumentos tarifarios de hasta el 500%. Más adelante vendrá lo que se ha demorado: luz, transporte, combustibles… ¿y otra vuelta de tuerca devaluatoria?

Así las cosas, es una anécdota si el IPC alcanza el dígito mágico –no más de 9,9% mensual–; lo importante es cuándo volverá a niveles que hagan posible la vida humana en la Argentina, algo más parecido al 2 o el 3%. Esa es la agenda que demora y desespera a Milei.

Asimismo, la recesión que usa para alcanzar sus objetivos de precios es una droga tóxica. No solo rompe el tejido social a su paso, sino que nada indica que vaya a derivar en una recuperación veloz y duradera, como dice el Presidente, "en ve corta". Letra P ha dibujado una raíz cuadrada invertida para describir el futuro, hecho de un rebote estadístico en relación con la sequía del año pasado y un porvenir llano.

¿Dolarización a la vista?
La dolarización no tendrá la forma que Milei pregonaba en su campaña, un reemplazo de todos los pesos en circulación y de los depósitos a la vista y a plazo por billetes verdes. El Banco Central se ha hecho de divisas en los últimos meses –tendencia que parece declinar–, pero no-hay-dólares que basten para eso. Entonces, el esquema será diferente, silvestre y más acechante.

Milei presiona a Caputo para que anuncie la salida del cepo. Le pidió que lo haga en mayo, pero, como eso parece difícil, el mercado sigue apostando a que ocurra antes de julio. Para el mandatario, esa será la antesala inmediata de la libre competencia de monedas, que podría resultar tortuosa por depreciar continuamente los ingresos en pesos –la moneda moribunda– mientras el sistema se va casando con el dólar.

En ese contexto –los dólares los tiene la gente, no la autoridad– se interpretó lo que dijo el martes, en medio de una puesta en escena extraña, casi a oscuras, ante un foro empresarial: que la remonetización de la economía se dará cuando los argentinos saquen dinero del colchón.

Vale pasar en limpio y fijar el concepto. El Presidente pretende que la gente destruya ahorro –stock– para destinarlo a sus necesidades de consumo –flujo–, que se empobrezca a gran escala, lo suficiente como para remonetizar el mercado. Lo pretende y lo dice.
Dinero en su mayor parte negro, por otro lado, lo que hace que la imaginación vuele hacia las características finales que tomará un blanqueo de capitales que necesita una adhesión fuerte para resultar funcional a la reforma monetaria.

con informacion de letra p.

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