El riesgo de un presidente con delirios de grandeza

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"Soy el máximo exponente de la libertad a nivel mundial", dijo Javier Milei en una nueva entrevista con Jonatan Viale en el marco del ciclo Hagamos lo mismo que le criticábamos al kirchnerismo cuando hablaba sólo con Roberto Navarro y el Gato Sylvestre.

La frase subió el volumen de las alarmas que ya sonaban fuerte en torno al "carácter" del Presidente, tema sobre el que viene alertando Marcelo Falak apelando a ese término que la política estadounidense utiliza cuando pone en cuestión la capacidad de un jefe de Estado para conducir el gobierno.

La sentencia formó parte de un fragmento de la charla con el periodista de TN en la que el mandatario mostró síntomas de dos tipos de delirios que suelen venir en yunta, como las arañas: los de grandeza y los persecutorios.

Dijo que no es él quien ataca, sino quien es atacado porque "los liliputienses" que integran el resto del mundo, especialmente "los políticos argentinos", no soportan aquella condición de "máximo exponente de la libertad a nivel mundial" que donde va causa "un terremoto", como el que promete provocar este miércoles en el Luna Park, cuando será su propio telonero en la presentación de su nuevo libro: el jefe del Estado cantará Panic Show, el clásico de La Renga que el año pasado usó de hit de campaña.

"La agenda de los políticos argentinos es la agenda de los liliputienses. Yo estoy en otra liga y eso les molesta porque muestra la insignificancia de los políticos argentos, de lo berreta que son, de lo poco que son, del poco alcance que tienen", infló el pecho.
—Te envidian un poco— lo ayudó con el guion Viale, siempre listo para cebar la ferocidad del león más que para interpelar sus enormidades.

—Un poco, ponele— se subió el Presidente ladeando la cabeza y dibujando una de sus sonrisas de campeón de la ironía. "La envidia es una declaración de inferioridad", dijo alguna vez el emperador Napoleón Bonaparte.

Después, su mente afiebrada ensayó una hipótesis conspirativa circense: el conflicto con España es una construcción del kirchnerismo, que tiene un infiltrado de fuste en la Moncloa. "Alberto Fernández es asesor de (el presidente del Gobierno) Pedro Sánchez", asoció.

Javier Milei el Grande
La megalomanía, que es la manía o el delirio de grandeza, es un rasgo necesario de los tiranos. Lógicamente, esa certeza de superioridad conlleva el desprecio por el resto de las personas, por tanto inferiores, y niega, entonces, el valor de miradas, opiniones, saberes y experiencias ajenas.

En el ejercicio del poder, la megalomanía esconde serios riesgos, entre los cuales el menor, aunque no deba ser minimizado, es que se sienta en condiciones de cantar:

- El megalómano es incapaz de conectar con la realidad -no la ve- en tanto percepción hecha de estímulos de un entorno formado por seres inferiores que nada valioso pueden aportarle más que ruido.

- Para el megalómano, como ser superior omnipotente y autosuficiente, dueño de verdades absolutas y recetas infalibles e insuperables, la crítica no puede esconder más que malas intenciones. Quien critica, entonces, es un agente enemigo que conspira porque envidia.

Ahí están: delirio de grandeza y delirio persecutorio, una yunta de arañas ponzoñosas.

La libertad según Javier Milei
De hecho, Milei se autoproclama "máximo exponente de la libertad a nivel mundial", pero su gobierno, con su vocero a la cabeza, su ejército de trolls y él mismo atacan y descalifican, sin ahorrar insultos, a toda voz que se alce crítica -puede ser un gobernador como Nacho Torres, una periodista como María Laura Santillán o Romina Manguel o una artista popular como Lali Espósito, nadie está exento- y reprime con protocolos, palos, gases y balas la protesta social que emerge como una pulsión irrefrenable de una sociedad asfixiada por el ajuste más brutal de la historia de la Humanidad, según se regodea el Presidente.

Con el paladín universal de la libertad, la libertad retrocede.

En el medioevo, los monarcas lideraban regímenes absolutistas investidos, decían y se lo creían, por el designio de Dios, una criatura todopoderosa inventada por hombres para ordenar el rebaño de ese Señor inapelable por bueno y por justo. En el medioevo, los reyes y las reinas; más acá, dictadores de toda calaña. "No se mueve ninguna hoja en este país si yo no la estoy moviendo; los estoy viendo desde arriba porque Dios me puso ahí", dijo Augusto Pinochet, arquitecto en Chile de un modelo económico que reconoce puentes sólidos con el que ahora construye la ultraderecha en Argentina.

Milei fue investido con todas las de la ley por una mayoría popular en elecciones democráticas irreprochables. Con todo, en el ejercicio de esa legitimidad suele encomendarse a las fuerzas del cielo y a cuadrúpedos reencarnados que se escurren misteriosamente de las fotos.

Megalomanía, paranoia y esoterismo. Las alarmas aturden.

CON INFORMACION DE LETRA P.

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