Los anuncios que vienen: Javier Milei no debe olvidar el desastre que heredó

POLÍTICA Agencia 24 Noticias Agencia 24 Noticias
f848x477-1620345_1678148_4343

El mundo quedó conmocionado este fin de semana con el intento de asesinato a Donald Trump. La atención de la política y la economía están puestas en la elección de los Estados Unidos y, mas allá del costado humano de la noticia, el resultado del intento de magnicidio podría hacer cambiar el reloj de la historia. Y por el momento que vive el mundo ese cambio podría haber sido definitorio para el futuro.

De hecho nadie sabe hoy a ciencia cierta como impactará el atentado que protagonizó Thomas Matthew Crooks en las perspectivas electorales de Trump y mucho mas en su relación porcentual con el debilitado Joe Biden. 

Los movimientos mundiales no deben confundir la realidad argentina y mucho menos el camino que se inició desde diciembre del año pasado. El Gobierno de Javier Milei logró votos en apoyo al presidente, no así al resto de la estructura política del país. Fue un dato clave que muchas veces se intenta olvidar: el electorado le dio el poder a Milei, pero lo obligó a convivir con un Congreso dividido y con provincias gobernadas con un escenario multicolor nunca visto. 

El mensaje fue claro por si no lo recuerdan algunos: el electorado huyó despavorido de una realidad corrupta y mediocre (características que se alternaron, pero que en general se dieron al mismo tiempo) con décadas de estancamiento, populismo del más barato y abusos de todo tipo que tuvo a algunos peronismos como protagonista, pero que el macrismo no logró doblegar y por lo tanto desilusionó.

Es una incógnita si ese escenario cambiará o no en las elecciones legislativas del próximo año. La Libertad Avanza está en tren de armar un partido nacional que cambie la perspectiva de sometimiento a acuerdos con otros partidos que hoy se cierne sobre Milei. Karina Milei es la protagonista de ese proceso que va haciendo escala provincia por provincia, pero antes el Gobierno debe solucionar muchos problemas que hoy no tienen que ver con el armado político sino con el bolsillo de los argentinos, con la incertidumbre de los empresarios y con la decisión de apostar por el país que tengan los inversores extranjeros. 

Esa es la apuesta que hizo más del 50 % del país por Javier Milei, un desconocido para muchos que vino a prometer que nada iba a ser como antes; que el estancamiento de casi 15 años que el kirchnerismo escondió con mentiras políticas y estadísticas sería un hecho del pasado; que los hijos no se van, sino que vuelven. 

Este obvio repaso de la realidad pasada parece estar en tren de ser olvidado por algunos. El Gobierno tomó decisiones en las últimas horas que pueden llamar a confusión, sobre todo a quienes siguen estando dispuestos a soportar el duro peso de un ajuste que vino para equilibrar dos décadas de delirios, gastos sin sentido y subsidios populistas como el mundo pocas veces vio. 

Milei es el primero que debe tomar nota. Lo votaron para eso y él mismo lo interpretó perfectamente y no para ingresar en algún sinuoso camino que remita al peligroso gradualismo que tanto costo político le acarreó a Mauricio Macri. Esta semana hubo señales complicadas en el Gobierno. Por ejemplo: la salida de Fernando Vilella en Agricultura cuando este debería ser el mejor momento de relación con el campo, que debe proveer los dólares esenciales y al que de nuevo se lo acusa de retener la liquidación de la cosecha. También trajo dudas la salida de Fausto Spotorno del elenco de asesores presidenciales, un economista serio y equilibrado, cabeza hoy del equipo de Orlando Ferreres, de eficiencia indubitable. Spotorno solo había expresado en público dudas evidentes.

Las medidas que tomó el Gobierno en las últimas horas con el manejo de las reservas del Banco Central y la decisión de esterilizar emisión obligando a la entidad a ver en el CCL los dólares que compre en el MULC generaron también comentarios maliciosos en mesas y sociedades de Bolsa, donde muchos las vieron parecidas a recuerdos del infierno financiero kirchnerista.

Por lo tanto vale a la pena más que nunca recordar algunos números del desastre que precedió a este Gobierno y que aún hoy es una de las causas esenciales que explican el alto apoyo general (y sobre todo en los sectores más necesitados) en la lucha por llegar a una economía racional y, sobre todo, doblegar la inflación.

La historia de las mentiras del kirchnerismo viene de más lejos que el Gobierno de Alberto Fernández. Ese es el peligro esencial de olvidar los desastres del pasado. El Gobierno anterior perdió reservas por más de US$ 25.000 millones y dejó al país con el Banco Central en rojo, en términos reales, por casi US$ 12.000 millones. Así se fueron Alberto y sobre todo Sergio Massa y Cristina Fernández de Kirchner. 

La pobreza en diciembre de 2024 llegó a 41,7%, pero debe tomarse en cuenta que ese número no contempló la cantidad de precios regulados controlados y escondidos e inflación escondida que en diciembre vio la realidad por primera vez. El cuarto Gobierno kirchnerista se fue con una indigencia del 11,9%. Alberto Fernández entregó el país con 19,5 millones de pobres, es decir, sumó 3,5 millones de nuevos pobres en su gestión. Más del 60 % de los niños y adolescentes son pobres. 

¿Y en el mundo, mientras tanto, qué pasaba?  La región, claramente, no se vino abajo, todo lo contrario. De acuerdo a números indubitables de la CEPAL, en 2019 las reservas internacionales para América Latina y el Caribe se ubicaron en US$ 852.200 millones mientras que en octubre de 2021 el nivel de reservas internacionales para la región llegó a US$ 937.800 millones.

Ninguno de esos terribles números es tan terrible como el impacto que tuvo el kirchnerismo en la demolición moral e institucional del país. Los planes sociales se multiplicaron y el control y administración de los fondos públicos no solo desapareció, sino que también pasó a manos directas de los propios dirigentes piqueteros beneficiarios.

No existe ley alguna que indique que los movimientos "sociales" deban recibir fondos públicos por los planes que se les dio a controlar; sin embargo lo hicieron. Inclusive existen registros confiables que indican que en el Gobierno de Macri y el de Alberto las cabezas de los planes sociales tuvieron acceso hasta las claves que les permitían chequear los fondos que se giraban. 

Los fondos fiduciarios y las organizaciones piqueteras muestran hoy números escandalosos que no tienen explicación alguna. La Justicia hoy investiga hasta posible lavado de dinero y fraude en manos de aquellos que día a día aparecían y aparecen en los medios denunciando pobreza cuando hoy no pueden explicar en Comodoro Py la emisión de facturas truchas por empresas fantasmas. Eduardo Belliboni es solo uno de los que esté en ese tren por estos días en los juzgados. 

El espanto económico-institucional de lo que vivió el país en la campaña electoral no tiene antecedente en nuestra historia. Para evitar que Juntos por el Cambio ganara la elección, Sergio Massa aceleró emisión, gasto y reparto bochornoso populista como nunca se había visto. Le salió el tiro por la culata. 

Javier Milei no debe olvidar esto. Mucho menos lo que pasó hace nueve años cando Cristina Fernández de Kirchner le entregó el Gobierno a Mauricio Macri. Cambiemos no supo o no quiso en ese momento comunicar cabalmente la herencia recibida del kirchnerismo. Fue un error garrafal.

En los ocho años de Cristina hubo una caída de 39,8% en las reservas del Banco Central. La pobreza que se había reducido de 52% en el 2003 a 20,6 % en el 2007, gestión Néstor Kirchner, dejó de ser medida en el 2013 cuando por mediciones privadas ya estaba picando de nuevo cerca de 30%. La deuda pública aumentó US$ 60.000 millones en las gestiones de Cristina después de haber sido reestructurada en 2005, antes que Roberto Lavagna se fuera del kirchnerismo. No hay nada que rescatar de esa época como pretende instalar ahora el kirchnerismo y mucho menos en materia de corrupción. 

El peligro está allí. No hay peor mentira que una verdad a medias. El facilismo ante las dificultades es un peligro que aún está latente. El primero que no debe olvidarlo es el propio Gobierno. 

CON INFORMACION DE MDZOL.COM

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto