Axel Kicillof cayó en la trampa que le tendió Javier Milei, que lo colocó en una encrucijada límite, la más dramática desde que asumió la responsabilidad de gobernar la provincia más grande del país: bajar sus banderas y adherir al Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones ( RIGI), símbolo del modelo político y económico libertario, o perder la inversión más importante de la historia bonaerense. Este martes se supo el desenlace: YPF eligió Río Negro para la construcción de la planta de Gas Natural Licuado (GNL). Es la peor derrota del exministro de CFK.
El tropezón de Kicillof es, al mismo tiempo, un triunfo de Milei en la primera batalla de peso ante quien posicionó como su principal adversario político. El gobernador y el Presidente son los enemigos mutuamente elegidos. Polos opuestos en sus concepciones políticas, ideológicas y económicas. Si el gobernador lograba lo que asomaba como imposible, sumaba una cucarda invaluable. No pasó y la oposición bonaerense se lo hizo sentir como un huracán. "Caprichoso ideológico", le dijo el radical Maximiliano Abad. "Arruinó a los bahienses con sus decisiones estúpidas", atacó el macrista Cristian Ritondo. La catarata era imparable.
YPF presionó y Weretilneck avanzó
“Si Kicillof no adhiere al RIGI, tiene el 80% del partido perdido”, le dijo la semana pasada a Letra P una fuente de YPF consultada sobre las chances del gobernador bonaerense de quedarse con la megainversión sin abrazarse a la normativa económica del Presidente. La petrolera había negado una reunión “secreta” con el mandatario.
El premio que se disputaban Buenos Aires y Río Negro es gigantesco. La planta de licuefacción será la mayor obra de infraestructura no sólo de la provincia, sino del país, con una inversión de unos 40 mil millones de dólares entre 2025 y 2031 y una proyección de exportaciones de energía de 30 mil millones de dólares al año. Además, creará más de 16 mil puestos de trabajo directos e indirectos.
El megaproyecto tenía avanzada su instalación en Bahía Blanca. Sin embargo, la inversión se convirtió en una batalla política por la posibilidad de que se mudara a Río Negro, lo que finalmente ocurrió. El gobernador Alberto Weretilneck hizo un fuerte lobby y los deberes con la Casa Rosada: adhirió al RIGI, cedió ante cada requerimiento y logró el apoyo de su par neuquino, Rolando Figueroa, entre otros.
Un dirigente bonaerense que participó de las discusiones fue categórico y pragmático ante Letra P: “Estoy dispuesto a tragar mierda si es necesario para que la planta se quede en Bahía Blanca”. Ya no deberá sacrificarse.
A eso se sumó la postura del propio Milei, quien había anticipado que la planta se iría a la provincia patagónica porque en Buenos Aires está “el comunista” Kicillof.
“Está claro que están apretando a Kicillof porque son unos extorsionadores”, había respondido el ministro de Infraestructura bonaerense, Gabriel Katopodis.
Federico Susbielles cedió pero perdió
El intendente bahiense, Federico Susbielles, necesitaba como el agua que la planta se radicara en su distrito. El martes pasado se había reunido con el gobernador en La Plata. Menos de 48 horas después dijo que tenía “lógica” que la empresa pidiera la adhesión al RIGI y afirmó: “El gobernador dijo que, si la locación es Bahía Blanca, va a hacer todos los esfuerzos y la Legislatura va a trabajar en la adhesión”. El viernes anunció que el municipio adheriría a la norma.
Axel Kicillof, sin un as bajo la manga
El gobernador buscó una salida que le permitiera retener la inversión sin bajar sus banderas. Hace dos semanas, encabezó una conferencia de prensa en la que anunció que ese mismo día enviaría un proyecto propio para grandes inversiones a la Legislatura. Nunca sucedió: el Régimen Provincial de Fomento de Inversiones Estratégicas no vio la luz.
El jueves pasado, el gobernador reunió a la vicegobernadora Verónica Magario, a la presidenta del bloque UP del Senado provincial, Teresa García, y a su par de Diputados, Facundo Tignanelli. Fue para abordar cuestiones del proyecto de la planta de GNL relacionadas con lo legislativo. Llamó la atención que a la salida del encuentro, en diálogo con la prensa, Tignanelli y García dijeron que no habían hablado del RIGI bonaerense.
Cerca de Kicillof dijeron que faltaba que YPF aportara detalles técnicos del proyecto para poder avanzar y negaron rotundamente que la iniciativa legislativa bonaerense hubiese naufragado.
Otra opción que tenía el gobernador era que la Legislatura tratara la adhesión al RIGI vía el proyecto presentado por La Libertad Avanza (LLA) o el de algún otro bloque. Hubiese supuesto allanar el camino a la oposición e intentar compartir responsabilidades futuras.
Sin nada de lo anterior, ¿qué le quedaba a Kicillof? Buenos Aires tiene algunas ventajas comparativas respecto de Río Negro, pero no fueron suficientes frente a los enormes beneficios que otorga el régimen de incentivo libertario. Kicillof no pudo esquivar la trampa de Milei.
CON INFORMACION DE LETRA P.