El presidente que no fue

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Sergio Massa volvió a postergar el lanzamiento de su libro. Ahora, dicen en su entorno, será en septiembre. Mientras evalúa modelos de tapa, el líder del Frente Renovador calibra la fecha con precisión quirúrgica. Su vuelta al ruedo público depende, en realidad, de cuánto se estira la paciencia de la sociedad frente al gobierno de Javier Milei.

Massa monitorea el humor social de forma casi diaria. Tiene datos de primera mano. Su cuñado, Sebastián Galmarini, es dueño de la consultora Inteligencia Analítica, una de las pocas que anticipó la derrota en el ballotage frente al líder de La Libertad Avanza (LLA). Para hablar públicamente, Massa esperará a ver que la opinión pública ya haya “pegado la vuelta”. “Sergio va a hablar cuando Milei esté en el tobogán”, dice un dirigente muy cercano a Cristina Fernández de Kirchner que conversa seguido con el hincha de Tigre.
 
Hace unos 20 días que la consultora registra una baja sistemática de la imagen del Presidente. Coincide con un derrumbe adicional de la consideración sobre Karina Milei. La caída en la imagen presidencial, sin embargo, no se traduce en un operativo clamor del pasado. En general, las encuestas indican que la sociedad todavía responsabiliza a la gestión de Alberto Fernández y a Massa por la crisis económica. Esos números también empezaron a bajar, pero todavía son altos. La polarización se mantiene.


Vínculos con CFK y la CGT
Massa espera. Concentra actividades entre su casa de Tigre y sus oficinas de avenida del Libertador, donde mantiene reuniones políticas con dirigentes de todas las tribus, del empresariado, intendentes, gobernadores y tropa legislativa. Mantiene sólida su sociedad con Cristina y su hijo, Máximo Kirchner; está en contacto permanente con Axel Kicillof y, cada quince días, almuerza o cena con la cúpula de la CGT.
En la intimidad, el excandidato a presidente de UP dice que no piensa en candidaturas propias y que hará todo lo necesario para ayudar “en la construcción de un peronismo que sea competitivo”, con la unidad como piedra fundamental. “El único error que no puede cometer el peronismo es pelearse”, dice a quienes lo visitan en sus oficinas. Está convencido de que el peronismo va a ganar las elecciones en 2025. Dice que quien saque los pies del plato y compita por afuera “es porque quiere ayudar al Gobierno”.
Alerta roja por las reservas
Además de su diálogo con la dirigencia, Massa analiza los informes técnicos que le provee la Fundación Encuentro, el paraguas bajo el cual ahora actúa el Frente Renovador, donde tallan sus hombres de máxima confianza en materia económica, el extitular de la Aduana Guillermo Michel y el exsecretario de Finanzas Eduardo Setti.

En julio, alertaron especialmente por la situación de las reservas internacionales, el punto débil del plan económico que alarma a los mercados. Massa entiende que la situación empeorará en el segundo semestre, época de vacas flacas para la liquidación de la cosecha. En su equipo hay opiniones repartidas sobre si el Gobierno logrará domar al dólar o si no tendrá más remedio que devaluar, con la consiguiente aceleración de la inflación.

Si el Gobierno se ilusiona con que el blanqueo de capitales genere un ingreso masivo de dólares, en el equipo massista creen que el número será acotado. “No tienen de dónde sacar dólares”, dicen.

El cálculo es en comparación con el “sinceramiento fiscal” que se hizo en 2016, durante el gobierno de Mauricio Macri. Aquel fue el más grande de la historia: se blanquearon 116.800 millones de dólares, pero menos del 10% de esos dólares ingresaron al país. El equipo de Massa estima que, esta vez, el monto total estaría entre 20 y 50 mil millones de dólares. Si la proporción de ingreso de divisas fuera similar, rondaría los dos mil millones de dólares.

A eso se suma la expectativa de Milei de conseguir un desembolso de parte del Fondo Monetario Internacional (FMI). Massa le da la derecha al Presidente en sus quejas por las intervenciones de Rodrigo Valdés en las negociaciones. Como ministro de Economía de Fernández, padeció las mismas dificultades. En su equipo dicen que es “antiargentino”.

“Lo primero que tienen que entender los argentinos es que tienen un país pobre”, le dijo Valdés a Massa la primera vez que se vieron. Como Milei, el excandidato presidencial también intentó correr a Valdés de las negociaciones y cambiarlo por otro interlocutor en el Fondo. La respuesta del organismo fue exactamente la contraria. Sacó al venezolano Luis Cubeddu, con quien Massa tenía una mejor relación, y fortaleció a Valdés.

Además de las reservas, Massa mira con atención los números de la actividad económica, recaudación y también del aumento del delito. Se alarmó en las últimas semanas por el crecimiento del robo de automotores y delitos menores contra la propiedad. Pese a que vislumbra un deterioro social progresivo, Massa cree que no habrá estallido y que la política tiene que darse tiempo para organizarse, de cara a 2025.

Venezuela, un discurso para los moderados
Con la polémica sobre las elecciones en Venezuela al tope de la agenda pública, el Frente Renovador decidió marcar su postura. “Desde 2013, el líder de nuestro espacio político, Sergio Massa, viene sosteniendo públicamente que un régimen que no respeta los derechos humanos, que detiene a los políticos opositores impidiéndoles presentarse a elecciones, que obstaculiza el trabajo libre de la prensa y reprime a los manifestantes no puede ser considerado verdaderamente democrático”, dice el texto difundido este miércoles.

La decisión de hacer un pronunciamiento público responde a la necesidad de Massa de mostrar coherencia en su posición histórica sobre el régimen chavista y, también, de hablarle al electorado moderado que empieza a abandonar a Milei y al que aspira a volver a conquistar cuando reaparezca, en septiembre.

CON INFORMACION DE LETRA P.

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