Javier Milei vs. Mauricio Macri

POLÍTICAAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
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Las elecciones legislativas del año que viene concentrarán un haz denso de significados políticos. Serán, por un lado, una suerte de referendo respecto de la aprobación o el rechazo a los modos extremos con los que Javier Milei decidió enfrentar la crisis permanente de la Argentina. Asimismo, significarán una prueba de fuego para la unidad y vigencia del panperonismo, así como para las chances de Axel Kicillof de urgirse como presidenciable natural en 2027. Por último, supondrán una suerte de interna abierta de la derecha antiperonista, una pulseada de alto voltaje entre la por ahora ascendente La Libertad Avanza (LLA) y el PRO, que busca eludir un destino de intrascendencia bajo la conducción de Mauricio Macri.

En este último sentido, llama la atención el modo en que bajó en el Gobierno la orden de disparar a discreción sobre el expresidente, en múltiples frentes y formatos, mensaje claro de que la cooperación que se habían prometido tantas veces las partes dejará lugar ahora a una guerra más o menos sangrienta, pero guerra al fin.

Cosas de familia…
Javier Milei, el huevo y la gallina (y viceversa)
Es imposible determinar quién inició las hostilidades y cuándo lo hizo. ¿Fueron Milei y su entorno, insensibles a las ofertas de coalición del ingeniero, quienes lo ningunearon y le hicieron probar la cicuta de la indiferencia que él mismo le había proporcionado a la UCR entre 2015 y 2019? ¿O fue el propio Macri, quien quemó las naves al apuñalar las manos derecha e izquierda del Presidente con sus ataques a Karina Milei y a Santiago Caputo?


Como el PRO mide claramente debajo de los diez puntos en las encuestas que preguntan prematuramente por 2025, el exmandatario salió a defender su criatura. En el reciente relanzamiento del partido y de su conducción en La Boca, le hizo a Milei una de esas ofertas imposibles de aceptar: imponerle cuadros para relanzar una gestión deficiente a cambio de una reducción de la influencia del "entorno". Con eso pareció decirle a su electorado en fuga que está en el mismo barco programático del Gobierno, pero que no será culpa suya, sino del sectarismo oficial, lo que le salga mal a este.
Asimismo, volvió a valerse de la censora en jefe de LLA, María Eugenia Vidal, y de los trabajos que esta encabeza en la Fundación Pensar, un think tank dedicado a medirle el aceite al Gobierno.

En materia de inflación y ajuste, aprobado. En cuanto a pobreza, empleo y consumo, bochado, sentenció la controller.

Para el mandatario ultraderechista, la sospechosa ayuda que le ofrece Macri no es una opción. Así, tras haber ensayado una ofrenda de paz a través de una inédita y oscura entrevista concedida por Santiago Caputo, ordenó –manu peronista– hacer tronar el escarmiento.

Tal vez tranquilizado por la rueda de tregua que entregaron los mercados globales, que no despejó la crisis financiera pero impidió medir su profundidad e impacto en el país, el Gobierno se dedicó a emitir señales políticas.

Ante una pregunta de Pablo Lapuente, el periodista de Letra P acreditado en la Casa Rosada, el vocero Manuel Adorni dijo ni siquiera saber de qué informe le hablaba y recordó con ironía que, si de pobreza se trata, Macri y el PRO no son precisamente un caso de éxito.

A ese ninguneo, el Gobierno sumó una ofensiva con cuña del mismo palo. El ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, ponderó la gestión oficial y disparó, "con todo respeto", claro, que "lo que Mauricio, con mucho esfuerzo, no logró hacer en cuatro años, Javier Milei lo logró en un mes".

En tanto, el Caputo joven, que en la víspera había sido respaldado por Milei con una aparición conjunta en el Balcón de la Casa Rosada, se permitió confirmar un mito urbano al filtrar una foto del último libro de Marcos Peña con un puñal clavado –todos los días, por lo que se observa–, "adorno" que, cuenta Noticias, reposa sobre su escritorio.

Curiosa sensación de invulnerabilidad
Ajeno a las zozobras del mundo y a las fragilidades cada vez más evidentes de su modelo económico, el Gobierno –estilo Santiago Caputo– redobla la apuesta como si le sobraran fortalezas. Por lo pronto, juega con una certeza: en muchos lugares, las derechas radicales se devoran de un bocado a las que se presentan como más moderadas y republicanas, tal como lo hicieron Donald Trump con el Partido Republicano y Jair Bolsonaro con las agrupaciones tradicionales del establishment brasileño.

Con todo, Milei no tiene asegurado ningún éxito en la aplicación del intrépido experimento que aplica sobre la población argentina. El empinamiento de la pobreza por encima del 55% al cierre del primer trimestre –¿en qué anillo de la estratósfera orbitará hoy?– y la condición de la clase media como una especie en vías de extinción no son asuntos soslayables.

Una multitud grande convocada por la CGT, las dos CTA, la UTEP de Juan Grabois, movimientos sociales, la izquierda y hasta una comitiva kicillofista marchará este miércoles de Liniers a Plaza de Mayo por el día de San Cayetano. Aunque la política saque el cuerpo, la protesta encuentra canales.

Así las cosas, ¿hay certeza de que, en caso de que todo fracasara, el electorado que hoy se presume mileísta volverá a las orillas del PRO, que se autopercibe como un centroderecha moderado y democrático?

¿Qué monstruos nuevos, aún desconocidos, acecharían detrás de otra frustración social?

Ventajas y desventajas de llamarse Macri
Jorge Macri llegó a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en gran medida gracias al gancho de su apellido. En esta coyuntura, sin embargo, eso lo fragiliza.

A pesar de las promesas, el otro Caputo, Toto, sigue sin restituirle los fondos coparticipables que Alberto Fernández le había recortado al distrito, lo que lo llevó a recurrir a la Corte Suprema. Esas no son cosas que pasen entre amigos.

Para peor, la Nación dio otro paso en su hiperajuste al anunciarles a la Ciudad y a la provincia de Buenos Aires que dejará de subsidiar el transporte en el Área Metropolitana (AMBA), lo que expone a ambos distritos al dilema de amortiguar ese golpe a los bolsillos de sus ciudadanos con fondos que no les sobran –en total, 14.500 millones de pesos por mes– o a asumir el costo político de aplicar tarifas plenas desde el mes que viene.

Resulta interesante que Jorge Macri y Axel Kicillof queden en el mismo brete. La derecha champán es así.

CON INFORMACION DE MDZOL.COM

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