El problema es Alberto Fernández, no el feminismo

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La denuncia de violencia de género contra el expresidente Alberto Fernández por parte de su expareja y madre de su hijo menor, Fabiola Yañez, no sólo muestra que se trata de un fenómeno estructural y transversal, sino que aun quienes se manifiestan “aliados” y se autoperciben feministas son capaces de ejercer violencia contra las mujeres. Aunque se trata de una causa con innegables consecuencias políticas, no se trata de un caso aislado: en la Argentina, una mujer es asesinada por su condición de género cada 35 horas.

La noticia, por supuesto, fue aprovechada por integrantes y trolls del gobierno de Javier Milei para, de nuevo, ensuciar las conquistas feministas. No sólo eso, sino que el vocero presidencial, Manuel Adorni, quien hasta ayer negaba la existencia de la violencia de género, alentó a las mujeres a denunciar al 144, una línea de asistencia y acompañamiento con más de diez años años de existencia que fue completamente desmantelada por esta gestión.
 
Antes de que Yañez decidiera avanzar con la acción penal, la intendenta Mayra Mendoza (Quilmes), quien está acompañando a Cristina Fernández de Kirchner en su visita a México, habló sobre el tema en una entrevista radial. "Es un hombre con características y conductas particulares. Esas conductas son de un hombre que no respeta a las mujeres y, cuando se comienza a no respetar a las mujeres, (la situación) escala y puede terminar en violencias verbales, psicológicas y hasta físicas", sostuvo la jefa comunal.


Las mujeres del Frente Renovador también se pronunciaron un día antes de que la exprimera dama decidiera hacer efectiva la denuncia. Otras referentas feministas actuaron con más cautela, teniendo en cuenta que no había denuncia y que, de hecho, el abogado de Yañez, Juan Pablo Floribello, había negado la existencia de hechos de violencia física.

En un contexto en el que el Gobierno desfinanció, suspendió y desmanteló organismos y políticas públicas destinadas a la protección de las víctimas de violencia de género, reconocidas feministas, exfuncionarias y legisladoras de Unión por la Patria se solidarizaron con Yañez a la vez que insistieron en la importancia de sostener espacios de apoyo y acompañamiento a las víctimas.
No es el feminismo, es la violencia
Entonces sí, Malena Galmarini hizo una declaración pública en Twitter, citando el comunicado del Frente Renovador. “La violencia de género existe, no tiene color político y se condena siempre. Como dijimos ayer (por el lunes): no importa quién sea el agresor ni qué cargo haya ocupado, estamos del lado de la víctima”, escribió.

La exministra de Mujeres, Géneros y Diversidad Elizabeth Gómez Alcorta se solidarizó en Twitter –sus primeras declaraciones públicas desde que renunció al ex-Ministerio- con Yañez y desmintió la versión de que la hubieran consultado por el caso.

También la senadora Juliana Di Tullio puso énfasis en la doble vara a la hora de condenar la violencia de género. “Dejen la hipocresía: a ustedes les importa tres almendritas si Alberto Fernández es un golpeador o no. A mí sí y mucho. Los y las que caranchean tienen un único interés: que es peronista. Si fuese de otro espacio político dormirían como bebés. Le creo a ella. Punto”, señaló.

La exlegisladora Ofelia Fernández fue más al punto. “No quiero -dijo- esperar ni especular con estas cosas, jamás lo hice. De cualquier golpeador diría primero que es un hijo de puta. De Alberto Fernández creo también que es un psicópata por haber usado durante años al feminismo y a sus militantes”. Dio en el clavo.

Visible y razonablemente enojadas con quien se suponía que era un aliado, quienes impulsaron desde la gestión de Fernández numerosas políticas públicas de ampliación de derechos para niñas, adolescentes, mujeres y personas de la diversidad no están dispuestas a bancar más violencia. La condena al exgobernador José Alperovich es un ejemplo de lo que los feminismos consiguieron a lo largo de estos años. La investigación y la necesaria reparación a la denunciante de Fernández deberían seguir el mismo camino.

La acusación contra Fernández cae como una bomba teledirigida a los feminismos, un movimiento al que las ultraderechas eligieron como enemigo. Por eso, las integrantes de la atomizada Unión por la Patria salieron tan rápidamente. No fue en defensa propia, sino en defensa de las conquistas consiguidas a base de peleas en la política y en las calles.

Que quede claro: el único acusado de violencia machista es el expresidente. No vaya a ser que, otra vez, la culpa de todo sea de las feministas.

CON INFORMACION DE LETRA P.

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