Mientras crece el espanto por Alberto, otras cosas preocupan en Argentina

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El mundo Alberto y la certeza de haber tirado a la institucionalidad argentina a rodar por el barro durante años más allá de las implicancias judiciales ya genera una peligrosa sensación de deterioro ético en el país. El ejemplo de todo lo que pasó entre las paredes de la Residencia de Olivos y las de la Casa Rosada, tanto con la violencia sobre el cuerpo de Fabiola Yañez como en negociados con seguros, o en el plano ético con el uso absurdo y sexual de los símbolos del Estado mantiene la conmoción nacional al tope de los sentidos.

Argentina vivió momentos dramáticos en su historia, algunos protagonizados durante las épocas más oscuras que puede sufrir un país, como fue la dictadura con su rastro de muerte y destrucción social. Inclusive en gobiernos democráticos hubo conmoción y dolor, pero ninguno provocó la sensación de degradación y vergüenza nacional a la que nos remiten las groseras imágenes de Alberto Fernández en su vida personal y presidencial. Cada día amanecemos esperando el próximo video de alguna “amiga” jugando en el despacho presidencial o una nueva prueba de los ataques físicos sobre la ex primera dama.


La caída final de Alberto Fernández puede significar o no la muerte definitiva del sistema de manejo de poder que estableció el kirchnerismo durante 20 años en Argentina. Es un posible dato de la realidad que aún no está verificado. Cristina Fernández de Kirchner esta jugando el juego que mejor conoce y el que puntillosamente le enseñó su marido: tirar la pelota afuera y despegarse de las responsabilidades política y penales propias.

No hace falta abundar sobre la responsabilidad de la expresidenta en la creación del monstruo Alberto, tampoco la de Sergio Massa y mucho menos la de una docena de gobernadores que pocos meses antes de diciembre del 2019 no se hubieran sentado a tomar un café con Cristina Fernández de Kirchner y que después terminaron sellando el acuerdo que llevó a Alberto a la presidencia. Hay registros de sobra en Youtube sobre lo que pensaba cada uno de esos protagonistas del otro antes que el kirchnerismo sonara la trompeta convocando a otra batalla por tomar el poder y todos corrieran a cumplir con el clásico ejercicio peronista de perder la memoria cuando se reedita alguna chance de morder.


Mientras todo esto sucede, el Gobierno de Javier Milei sigue teniendo por delante desafíos y batallas que mantienen su alto nivel de complejidad. En materia ética y moral, el presidente debe enfrentar con sumo cuidado y ejemplo personal una realidad evidente de estos días: el caso de Alberto Fernández hizo que impere en muchos argentinos, sobre todo jóvenes, una peligrosa sensación de “todo vale”, en torno a la institucionalidad y el manejo del Estado.

Está claro que para Milei la vergüenza ante las imágenes de Alberto puede provocarle una ganancia política evidente, pero el Gobierno debe cuidarse de los ejemplos. La reacción popular contra la casta política que lo llevó al poder está ejerciendo su temperatura más alta estos días ante los casos de corrupción, violencia y oportunismo que muestra el kirchnerismo con sus caras más espantosas en Cristina, Alberto y hasta Massa, que suspende presentaciones públicas también ante el temor de sufrir la repulsa popular.

Vale un dato. Ante esa realidad, hace 10 días Massa decidió suspender un Congreso del Frente Renovador en Sierra de la Ventana para no tener que realizar esa aparición pública. En lugar de eso, el exministro de Economía del último año y medio del Gobierno de Alberto Fernández confirmó que viajará a Estados Unidos para exponer en el Instituto Baker de la Universidad de Rice en Texas.

Ese centro de estudios, uno de los más importantes en materia de desarrollo energético, tiene dos características notables dentro de sus objetivos: está rankeado como un think tank del liberalismo en esa materia y, por otro lado, como una de las casas de estudio que provee el mejor nivel de vida a sus estudiantes. En esos claustros hablarán Massa y Horacio Rodríguez Larreta en septiembre para promocionar ante el mundo la potencialidad de Vaca Muerta y las posibilidades para las empresas petroleras de ese país. Una nueva vida para ambos, podríamos decir.

La renuncia de Joe Biden a continuar en la carrera presidencial y la llegada de Kamala Harris en su reemplazo tiene en vilo al mundo y obviamente al Gobierno argentino. La certeza de un triunfo de Donald Trump, con la implicancia que puede tener sobre las necesidades que aún tiene la Casa Rosada para solucionar en diciembre, pasó a un terreno que, al menos, muestra ahora alguna duda.

Harris tendrá mañana su día de gloria con el lanzamiento de la Convención en Chicago donde hablarán Biden, Barack Obama y los Clinton. Todo el aparato demócrata estará disponible para reforzar la oferta que busca seducir a esos electores que no aceptan un regreso de Trump, pero tampoco la inseguridad nacional que podían suponer otros cuatro años de Biden con toda su debilidad. Si ahora se está jugando o no otro partido es un tema que las encuestas aún no terminan de definir.

Argentina sigue mostrando números que entusiasman al mercado y también al FMI, pero en el horizonte hay desafíos que no desaparecen. La inflación de julio en 4% marcó el mantenimiento de una tendencia a la baja aunque con una velocidad menor a la esperada por el propio gobierno. Fue el índice más bajo en 30 meses. En agosto será difícil que ese número baje con las subas en tarifas, transportes, peajes, las malditas prepagas que no frenan las subas y algún número más caliente en alimentos.

Ese número, que no deja de ser positivo a pesar de algún sofocón, tiene detrás otras realidades. Argentina está muy cara en dólares. Eso lo sabe cualquier industrial que tiene que competir con precios en el exterior y también los turistas que recorren shoppings en cualquier país sin distinción.

En julio, esa realidad hizo sonar alarmas junto con otros datos. El segundo semestre no llegó con buenas noticias para el consumo: 16,1 % de caída y no se salvó casi ningún rubro. Como registro para hoy queda que la venta de juguetes para el Día del Niño sufrió una poda similar.

Argentina tiene que cerrar un nuevo acuerdo con el FMI. El deadline para hacerlo empieza a correr en septiembre. ¿Cómo están los números para esa negociación?

Según casi todos los analistas, las reservas del Banco Central volvieron a alejarse de las metas de acumulación que se habían acordado con el FMI. Cada vencimiento o pago al exterior se refleja como una dura caída que lleva los números del Central a terreno negativo. Quien más apunta sobre esa realidad es la economista Marina Dal Poggetto.

A fines de agosto, Argentina tiene que cubrir un vencimiento de U$S 780 millones con el Fondo y otros U$S 224 millones con BID y Banco Mundial. Eso sin contar con los pagos por más de U$S 1500 millones que deben hacerse en enero y sobre los que Luis “Toto” Caputo viene trabajando anticipadamente.

En octubre, Caputo viaja a Washington para sentarse frente al FMI. Le presentará su propuesta de un nuevo acuerdo y mostrará el estado de las cuentas. Para entonces se presume que estará presentado el proyecto de Presupuesto Nacional 2025, el primero de la era Milei, ya que este año el presidente está gobernando con un presupuesto reconducido por decreto.

Y habrá, quizás, más novedades sobre el posible futuro del Gobierno en Estados Unidos. Al final del día, el FMI vota y aprueba lo que sus socios mayoritarios ordenan. No es lo mismo Donald o Kamala en ese caso.

Milei no se obsesiona con eso y mucho menos con mantener relaciones diplomáticas unidireccionales. Todo lo contrario. El viaje del presidente a China hoy parece suspendido, pero no cancelado. Otros argentinos aterrizarán en Shanghai y Beijing en un futuro cercano, como Alfredo Cornejo. El gobernador, se asegura en China, pisará ese suelo con un interés especial en hablar sobre minería. Esa es la revolución que tiene Mendoza por delante, sin duda alguna.

La semana pasada se vio otra foto que sorprendió a algunos. Se celebraba el Día de la India en la embajada de ese país en Buenos Aires. Victoria Villarruel, Guillermo Francos, Manuel Adorni, Mariano Cúneo Libarona y hasta el exjefe de gabinete Nicolás Posse fueron de la partida. El comentario fue unánime: el Gobierno no había enviado una delegación tan nutrida ni para el festejo del 4 de julio en la embajada de Estados Unidos. También sorprendió que apareciera por allí Fernando Espinoza, el intendente de La Matanza con procesamiento confirmado por abuso sexual. Son otras cosas que pasan en el país, más allá del celular de Alberto.

CON INFORMACION DE MDZOL.COM

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