Macri y Cristina Kirchner hermanados

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Mientras Javier Milei y Cristina Fernández de Kirchner se eligen como rivales para tirarse con supuestos plagios o títulos truchos, algo importante está pasando por debajo. La política argentina parece no terminar de entender o procesar las reglas del nuevo juego que vino a promover el presidente libertario.

El sistema político está cambiando más rápido de lo que muchos esperaban; la división entre kirchnerismo y antikirchnerismo ya no es la que rige. La nueva grieta ahora es Milei sí o Milei no. Así como durante las dos décadas de predominio kirchnerista las encuestas hablaban de un núcleo duro de entre 30 y 40% (según las épocas) a favor, un 30-40 % en contra, y el grupo en el medio que oscilaba y que era el que terminaba siendo determinante para que gane un Mauricio Macri, por ejemplo, o Alberto Fernández, después. Ahora lo que se ve en las encuestas es apoyo o rechazo a Milei, sin medias tintas, sin siquiera una finita avenida del medio. Por ahora recibe mayor aceptación que rechazo, pero el margen es muy escaso.

La pregunta que hay que hacer entonces es por qué los protagonistas del cierre de esta semana terminaron siendo Javier Milei y Cristina Kirchner, envueltos en una pelea como si estuvieran en las épocas de mayor predominio kirchnerista. Y ahí entran a jugar dos posibles respuestas.

Por un lado, está Cristina Kirchner, que en medio de este colapso del sistema político está pensando en cómo rescatar su liderazgo. Así como la semana pasada Mauricio Macri parecía estar en la misma lógica, ahora le pasa a la exvice. Cristina y Macri, protagonistas políticos de las dos primeras décadas del siglo XXI en Argentina, hoy sufren el mismo problema: cómo hacer para mantener su liderazgo y su caudal de representación. Con Macri ya se vio las semanas anteriores que está intentando marcarle la cancha a Milei para mostrar matices y hablarle al porcentaje del electorado que apoya al Presidente pero tienen miedo de alguna de sus actitudes y sus decisiones. La cuestión institucional, sobre todo, es la que genera mayor incertidumbre (léase los cambios en acceso a la información pública, la  designación de Ariel Lijo para la Corte Suprema, la vuelta de los fondos reservados en la SIDE, etc).

Para Cristina Kirchner el problema es el mismo. Hoy el peronismo está en una crisis sin precedentes; antes el cristinismo era la mayoría dentro del espacio peronista, hoy eso está en discusión. El problema para los que no la quieren a Cristina liderando es cómo generar un liderazgo que tenga potencialidad electoral. Algunos miran a Axel Kicillof, pero no terminan de confiar en que rompa el cordón umbilical, otros miran a las provincias buscando algún gobernador que se destaque, pero la mayoría está viendo como negociar con Milei, y otros esperan de brazos cruzados porque creen que no es el momento todavía para que surjan los nuevos liderazgos.

Existen algunos que habían empezado a mirar con cierto cariño a Martín Guzmán, como un posible referente de todo ese espacio claramente no cristinista ni massista. Pero el exministro ya perdió acciones la última semana con su sincericidio. Confesó que la cuarentena se extendió por razones políticas, más que sanitarias, y terminó provocando una nueva denuncia penal contra Alberto Fernández a la que él podría terminar involucrado porque firmó los sucesivos DNU que la administraba. 

En las últimas semanas, además, en ese universo difícil de comprender que son las redes sociales (y que algunos piensan que están acaparadas solamente por los libertarios) el mundo peronista quedó envuelto en muchos ruidos. Empezaron a surgir voces que criticaban la falta de reacción ante el veto presidencial a la ley de movilidad jubilatoria. 

Cristina Kirchner busca recuperar el centro
En esa lógica es donde se entiende una Cristina que vuelve a intentar copar el centro de la escena. Y lo hizo con el mismo método que utilizó con el gobierno de Alberto Fernández, de manera epistolar. Escribió un texto de ocho páginas que vuelve a mostrar sus limitaciones en la comprensión de los problemas económicos, su crítica a los corrimientos del peronismo, y su nula autocrítica sobre lo que generó su liderazgo. 

Es imposible comprender que Cristina hable de economía bimonetaria como causa de los problemas del país y no como consecuencia de un problema anterior, que es la inflación, que es la que obliga a los argentinos recurrentemente a buscar preservar el valor de sus ahorros en algo más confiable que el peso. 

Cristina y la economía es un capítulo difícil de explicar. Jorge Remes Lenicov lo planteó en uno de sus libros, en un párrafo que se hizo viral esta semana: “La gran ventaja de Duhalde sobre otros presidentes recientes es que él reconocía que no sabía de economía, porque cuando un presidente dice saber algo que realmente no sabe, porque no lo estudió, es terrible. A mí me pasó en 2009 cuando Cristina Fernández de Kirchner me llama para conversar en Olivos. Estábamos por empezar la charla y pasa Néstor, a quien yo conocía más que a ella, y me dice: ‘Jorge, no le des bola que no sabe nada de economía’. Al final, hablé apenas diez minutos y ella habló cincuenta”.

Es incomprensible, también, que Cristina hable de un peronismo que “se torció” y un peronismo que “se desordenó”, e incluso que detecte situaciones nuevas en el mundo del trabajo que hay que atender, pero todo sin tener en consideración que en los últimos 20 años fue presidenta dos períodos, vicepresidenta otro, y primera dama uno más. En todo momento, sin dudas, fue la líder del espacio político que condujo el país durante esos años. 

Una de las reflexiones más sagaces del texto de Cristina lo tuvo el economista Iván Carrino. “La que dice que las teorías económicas no se cumplen en Argentina se sorprende cuando, tras el triunfo arrollador del populismo de izquierda, la gente vuela a comprar dólares y caen las reservas. No veo mejor confirmación de la teoría económica tradicional que eso”, tuiteó.

La óptica de Javier Milei
Mientras tanto, la otra interpretación de la pelea, desde la óptica de Milei, es que aprovecha esta situación más allá de que la grieta ahora cambió. Sabe que le sirve pelearse con Cristina para sacar su propio beneficio. ¿Cuál es ese beneficio? Ganar más tiempo. Mientras lo que tenga enfrente sea Cristina, el núcleo de votantes del balotaje seguirá estable, sobre todo porque lo eligió como el mal menor. “Se eligen, porque es negocio para los dos”, analiza el sociólogo Federico Zapata.

Y el tiempo para Javier Milei es clave. Mientras la economía todavía no logra ganar velocidad de recuperación varios economistas ya coinciden en que el segundo trimestre fue el piso de la actividad y que se ven mejor sectoriales. Pero también existe la coincidencia de que la recuperación es más lenta de lo que originalmente algunos pensaban. El propio Milei hablaba de un crecimiento en V o que la economía iba a subir “como pedo de buzo”, pero en los hechos la salida está siendo más lenta y dispersa.

Algunas encuestas, por más que la mayoría lo siguen mostrando a Milei estable en su alta aprobación, empiezan a dar alguna señales de cierto desgaste social. Mora Jozami, de Casa Tres, creo hace unos meses el Índice de Irascibilidad Social (IDI) con el objetivo de poder intentar predecir cambios en el sentir de la sociedad. Se elabora a partir de nueve variables “que miden posicionamientos actitudinales y de opinión de los argentinos respecto a su estado de ánimo, situación económica personal, del país y a la performance gubernamental, entre otros aspectos”.

Las últimas dos mediciones dan cuenta de un escenario, aunque leve y paulatino, cada vez más adverso para Milei. En una escala que va de 100 (máximo nivel de conformidad social) a -100 (menor nivel), el IDI de agosto dio -11. En julio era -7, en junio, -4, y en mayo, -3. 

“Esta caída en el IDI se atribuye principalmente a la pérdida de confianza en las expectativas futuras, una notable disminución en el estado de ánimo de los argentinos y la percepción sobre la capacidad del Gobierno para resolver los problemas económicos. La recesión, el aumento del ‘temor’ a perder el empleo y la percepción de que la reducción de la inflación ya no es tan evidente, complementan y refuerzan este deterioro en el IDI”, resume Jozami en la Revista Seúl.

La mirada en la inflación y el dólar
En este marco, se vuelve fundamental para el Gobierno empezar a tener resultados económicos que se sientan en el bolsillo de los argentinos. El proceso de baja inflación es un hecho, pero la duda es si se encontró un piso en torno al 3/4% o si se logrará perforarlo. En Casa Rosada están convencidos de que con la continuidad de la política de emisión cero y el apretón monetario que se está realizando la inflación va a pasar a ser rápidamente un recuerdo. No lo dicen públicamente, pero estiman que antes de fin de año puede haber sorpresas.

El problema es que por más que los salarios vienen ganándole a la inflación, no se ve un impacto positivo en el consumo. Especialistas aseguran que la dificultad está en que las mejoras en los ingresos terminan siendo destinadas a cubrir los aumentos de tarifas de servicios. El poder adquisitivo no levanta.

Con el dólar pasa algo similar que con la inflación. En el Gobierno están convencidos de que los dólares paralelos van a converger hacia el oficial, siguiendo el sendero que se profundizó esta semana, cuando el blue quebró la barrera de los $1.300 y terminó en $1.260. Para algunos economistas se debe a que por moratoria o adelanto de Bienes Personales hay muchos actores vendiendo dólares para hacerse de pesos para pagarle a la AFIP. Sin embargo, en Economía creen que el factor principal es la sequía de pesos producto del apretón monetario.

Para Milei hoy el principal desafío pasa por convencer a casi todo un país de que el valor del dólar no está atrasado. Este viernes lo explicitó al dedicarle su clase a Cristina Kirchner desde Mendoza: “El dólar es un precio más de la economía. Lo que sucede es que hay precios que suben primero y otros que vienen atrás. Entonces si ustedes tuvieran una situación de una caída en la demanda de dinero, ¿qué van a demandar? Bueno, en principio van y demandan dólares”. Ese ajuste rápido, graficó, pasa después a precios mayoristas, minoristas y, por último, al salario. “Un evento de estas características destruye a los trabajadores”, reconoció el Presidente.

Acto seguido, Milei resaltó que en campaña advirtió que la política monetaria tiene un rezago de 18 a 24 meses. “Están todos muy apurados y recién van 9 meses”, aseveró. Y es lógico el planteo. El bien más preciado para Milei hoy es el tiempo. Y encontró en Cristina a su aliada ideal.

CON INFORMACION DE MDZOL.COM

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