Javier Milei prepara sus fuerzas de ocupación: alerta máxima en la Cancillería

POLÍTICAAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
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Después de la baja sin honra de Diana Mondino y del anuncio de su remplazo por Gerardo Werthein, buena parte del personal de la Cancillería corta clavos para comprobar cuán profunda será la purga ordenada por el presidente Javier Milei.

Profesionales a cargo de subsecretarías y direcciones temáticas clave esperaban saber qué será de sus vidas en lo inmediato, mientras el personal más joven de La Casa temía ser víctima de un desguace similar al que se está produciendo en la ex-AFIP. ¿Cómo? En base a posibles medidas contra las condiciones actuales de la carrera como la estabilidad del personal diplomático, el régimen jubilatorio y diversos beneficios.
 
Según le contaron a este medio fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores, es fuerte el amedrentamiento provocado, primero, por la nota con la que el Presidente "invitó" a retirarse a todos los diplomáticos que no comulguen con su idea del mundo y, segundo, por la razzia prometida en el comunicado macartista que anunció la eyección de la economista cordobesa. "El Poder Ejecutivo iniciará una auditoría del personal de carrera de la Cancillería con el objetivo de identificar impulsores de agendas enemigas de la libertad", dijo. Más caza de brujas no se consigue.

Es natural y correcto que un presidente votado por el pueblo plasme sus políticas sin boicots burocráticos, pero eso no obsta que, al hacerlo, tome en consideración el asesoramiento de personal capacitado para la detección y la búsqueda del interés nacional consolidado en políticas de Estado de larga data.
Permitir el flujo ascendente de información, análisis y evaluación de antecedentes para la toma de decisiones por parte de la cúpula que responde políticamente al Gobierno es lo correcto, incluso si esas opiniones son desoídas. Lo que no puede haber es miedo o autocensura.
Lo que está en juego en este caso es otra cosa: la amenaza de una reversión autoritaria de, al menos, 40 años de tradición diplomática en democracia en base a un nuevo dogma defendido por un sector político mucho más pequeño que su masa de votantes, objetivo conseguido, además, en base a la purga de áreas sensibles del Estado y al desembarco en ellas de virtuales fuerzas de ocupación.

La democracia, los consensos y los matices
No es casual que Milei calumnie e injurie tan repetidamente a Raúl Alfonsín. Con el líder radical comenzó la nueva república democrática argentina, pero, además, un núcleo duro de consensos en política exterior que se ha mantenido ya sea en su gestión como en la era de las "relaciones carnales" de Carlos Menem, cierta vuelta a las fuentes con Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, el nuevo giro proestadounidense de Mauricio Macri y el retorno del peronismo con Alberto Fernández.

En todas esas etapas hubo cambios importantes, superiores a los que experimentan países con políticas de Estadio más consolidadas como Brasil, México o Chile, pero se mantuvo un haz mínimo de coincidencias, por caso el voto contra el embargo a Cuba.

Asimismo, la opción por la resolución pacífica de controversias, la pertenencia cultural a Occidente, la búsqueda de oportunidades de comercio e inversión a nivel multilateral, el reconocimiento del ascenso de grandes jugadores como China, la integración con América Latina, la centralidad del Mercosur, la coordinación de defensa con Sudamérica, el mantenimiento del Atlántico Sur como una zona de paz y, fundamentalmente, la reivindicación de la soberanía sobre las islas Malvinas en base al rechazo a la ocupación y colonización de territorios.

Con Milei, todo eso parece sujeto a correcciones entre fuertes y dramáticas, para peor, llevadas a cabo de modo desprolijo.

La pertenencia a Occidente abjura del objetivo de la paz, que reemplaza la "no neutralidad", e incluye un "alineamiento con Israel" que ignora las peculiaridades del conflicto con Palestina, que incluye la ocupación y colonización de territorios, cosas incompatibles con la reivindicación de las Malvinas.
Los alineamientos declamados, con todo, no impiden que la impronta ultraderechista, "antiglobalista" y "soberanista" del cada vez más poderoso secretario de Culto y Civilización –sic– Nahuel Sotelo –alfil de Santiago Caputo– desmarque al país de la agenda global de Estados Unidos, la Unión Europea y demás "democracias del mundo libre". El reciente rechazo argentino al Pacto del Futuro fue un portazo a lo que se tratará el 18 y 19 de noviembre en la Cumbre del Grupo de los 20 (G-20, ahora conocida como "G-19 + Argentina") y refuta todo lo que esos vectores de poder plantean en términos ambientales, de igualdad de género, políticas de desarrollo y derechos humanos. Claro: Milei espera por Donald Trump, pero antes de la cita de Río de Janeiro le deberá dar alguna explicación de sus desplantes a Emmanuel Macron, quien pasará por Buenos Aires.
La relación con grandes potencias emergentes comenzó con ataques a China por ser comunista y con la salida del grupo BRICS, para pasar ahora a un intento de reconciliación con Pekín que esa capital naturalmente no termina de comprar.
La integración con América Latina, la centralidad del Mercosur y la coordinación de la defensa con los países vecinos se diluyen en el pronorteamericanismo y en una absurda pelea con Brasil motivada no precisamente por intereses contrastantes, sino por "batallas" ideológicas.
La situación del litoral marítimo se relaja con las recientes concesiones al Reino Unido y nuestras islas ocupadas desaparecende los discursos presidenciales, de mapas oficiales y hasta son bautizadas con el nombre colonial en comunicados oficiales.
Todo esto forma parte de la mutación brutal de la percepción del interés nacional que el mileísmo quiere imponer en Cancillería a través del amedrentamiento, la represión de las evaluaciones técnicas y la purga en ciernes.

Funcionarios en la mira de Javier Milei
Como escribió Pablo Lapuente en Letra P, se esperan "las salidas de la subsecretaria de Política Exterior, Marcia Levaggi, y del director de Organismos Internacionales, Alejandro Torres Lépori. Ambos respondían a Leopoldo Sahores, el vicecanciller que fue reemplazado el 17 de octubre por Eduardo Bustamante".

Levaggi parece tener todos los números comprados: es especialista en medio ambiente, cambio climático y Agenda 2030, precedente del Pacto del Futuro. Parece complicada.

En los corrillos de la Cancillería se sumaban a esa lista otros nombres que podrían estar en la mira, subsecretarios y directores de áreas sensibles para el dogma ultra.

En muchos casos se trata de diplomáticos vinculados a la exalianza Juntos por el Cambio que creyeron que la llegada de un gobierno de derecha carente de cuadros les abría la puerta para hacer y deshacer. El Presidente, Karina Milei, el jefe de Gabinete blue y sus brazos ejecutores –Sotelo, Úrsula Basset y el propio empresario exkirchnerista Gerardo Werthein– están por demostrarles lo mucho que se equivocaron y la gravedad del error de dividir el mundo entre peronismo y antiperonismo.

El nuevo canciller espera para asumir a que pasen las elecciones estadounidenses del próximo martes –lo mismo que para definir su reemplazo en la embajada en Washington–, pero ya coordina todo a través de quien será sus ojos y oídos: el nuevo vice Bustamante.

¿Javier Milei alista una fuerza de ocupación?
Lo que muchos temen que pase en Cancillería –no la política presuntamente opositora, en buena medida inaudible en las últimas 48 horas– es una colonización de esa estructura por elementos de la ultraderecha.

Así lo expresó, sin sutilezas, claro, el influencer, streamer y anunciador de despidos en el Gobierno Daniel Parisini, un ultraderechista que es parte importante del esquema comunicacional del Gobierno conocido como Gordo Dan que dejó las siguientes perlas en su canal Carajo:

"Tenés en el Estado sobrevivientes del kirchnerismo, del macrismo, del radicalismo, de gestiones anteriores, que son comunistas que siguen laburando en el Estado. Como el Estado es tan gigante, es gente que todavía no se ha logrado barrer o echar para poner a los propios. Hay que poner a los propios, que a veces son amigos, conocidos, que están con la ideología adecuada, que te dan la confianza necesaria para llevar a cabo una tarea que implica no traicionar la ideología del Presidente".
"Tiene que haber idoneidad, pero también tiene que haber selección ideológica (…). Vos metés a gente a trabajar en el Estado que tiene medalla de oro en una facultad, como (Axel) Kicillof, que de pronto te cumple con todos los requisitos, pero tenés a un tremendo comunista hijo de puta que te va a tirar para atrás y que te va a hacer microgolpismo desde adentro del Estado",
"No hay que tenerles miedo a las críticas, hay que poner a todos los propios (…) sobre todo en áreas tan sensibles como el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde el Presidente tiene una posición muy marcada y está dando una batalla ideológica, no solo hacia el interior del país, sino hacia la totalidad del mundo".
El país quedó debidamente avisado.

CON INFORMACION DE LETRAP.

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