Las claves de la economía en el año electoral más incierto

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El gobierno de Alberto Fernández transcurrirá su último año de gestión envuelto en dudas sobre las principales variables de la economía, en donde los problemas que acecharon durante 2022 jugarán un papel clave, en un contexto de incertidumbre electoral. La inflación, las reservas del Banco Central, el tipo de cambio, la actividad y los vencimientos de deuda en pesos son las principales preocupaciones del ministro Sergio Massa, que se enfrentará con el desafío de sostener pujante a la economía, pero con la alerta de las remarcaciones de precios y el condicionamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El jefe del Palacio de Hacienda multiplicó su agenda de acuerdos con diversos sectores para congelar precios por períodos fijos y, luego, soltarles la cuerda sin que se escapen de las previsiones. Atado a una meta fiscal llena de restricciones, buscará cumplir con el pronóstico presupuestario del 60% para una inflación anual. Sin embargo, entre los analistas existen dudas acerca de su cumplimiento, teniendo en cuenta la emisión monetaria que se activó para compensar los beneficios a los chacareros que liquidaron sus tenencias de soja durante las dos ediciones del dólar diferenciado para la exportación de ese cereal y las intervenciones del Banco Central de la República Argentina (BCRA) en el mercado secundario para financiar al Tesoro.

 “Tras finalizar 2022 con una inflación que se aceleró y finalizaría en casi 96%, es poco factible que el próximo año termine por debajo de estos valores a pesar de los esfuerzos del Gobierno. Ello se debe a que no se puede prever una mejora significativa del balance del Banco Central, donde la emisión de pesos seguirá siendo un fuerte condicionante y el acrecentamiento de las reservas internacionales luce dificultoso por lo anticipado previamente”, afirmó el director asociado de Eco Go, Sebastián Menescaldi, consultado por Letra P.

En torno a las reservas del BCRA, las complicaciones estarán presentes nuevamente. Si bien se espera una fuerte reducción del uso de dólares para la importación de energía durante el invierno, gracias a la puesta en marcha del gasoducto Néstor Kirchner, que distribuirá el gas de Vaca Muerta a buena parte del consumo local, el ingreso de divisas internacionales del complejo agroexportador estará fuertemente dañado por la sequía que arrecia sobre los campos argentinos. Habrá menos dólares para pagar deuda con acreedores externos.

Allí existe otra restricción, aunque para muchos analistas es quizás la más sencillo de abordar. Durante 2023 el país deberá cumplir con el acuerdo firmado con el FMI y llegar a las metas de acumulación de reservas, ajuste fiscal y reducción de la emisión. En medio de un año electoral, con tensiones cambiantes, se espera que el organismo multilateral de crédito, conducido por Kristalina Georgieva, comience a otorgarle perdones a la Argentina. “El acuerdo con el FMI, de alguna manera se va a cumplir porque en un año electoral el organismo va a ser comprensivo, ya que no va a querer que sus decisiones de dar o no waivers ante el corrimiento de las metas sea decisivo en términos electorales. Tiene una especie de sensibilidad política sobre su propio actuar”, sostuvo Martín Kalos, director de Epyca Consultores.

Sin embargo, el centro de las tensiones estará en julio, cuando venza inevitablemente el grueso del financiamiento en pesos que el mercado le dio a Economía para sustentar el gasto público, sin necesidad de recurrir a una emisión imparable. A medida que se fueron acercando los tiempos electorales, la renovación de deuda local comenzó a resultar cuesta arriba y el Gobierno debió convalidar suba de tasas para que los tenedores de bonos mantuvieran en el sistema sus activos, pero cada vez con tiempos más exiguos. Las subastas no pasarán del mes en donde se realizarán las PASO, que definirá el liderazgo de las coaliciones que jugarán por la Presidencia en los comicios de octubre. Hasta tanto, enfrentará vencimientos por casi un billón de pesos mensual.

“Hoy existe un paredón en julio y agosto, en donde no se puede superar en términos de deuda emitida. Esto vencerá, pero dependerá mucho de la conformación de ofertas electorales y de quién lidere cada coalición y de sus chances. A partir de ahí, veremos en esos meses previos cómo se rompe ese paredón para empezar con financiamiento más allá de agosto, en donde habrá que evaluar si resulta cada vez más caro o empieza a tranquilizarse el ánimo. Vamos a estar todos los meses con tensiones y, en algunos meses como ocurrió en diciembre, recurrir a fondos públicos o a cierta contabilidad creativa para que bancos, aseguradoras y fondos de inversión prefieran pasarse hacia bonos del Tesoro. O si el BCRA será financista de última instancia”, alertó Kalos.

En ese contexto de restricciones financieras y complejidades con las divisas, el mercado seguirá de cerca la posibilidad de una devaluación brusca, que equipare a los distintos tipos de cambio que conviven en el país. El plan de Massa y de su equipo económico es evitar un salto en la paridad cambiaria, aunque el ritmo de crawling peg es la duda que flota entre los inversores, que temen por una nueva ralentización del ritmo de microdevaluaciones diarias que retrase al dólar. “La devaluación de la moneda es solamente un instrumento y no una tabla de salvación. Hoy existe un diagnóstico bastante consensuado sobre las debilidades de la economía (sector externo, fiscal, tarifas, precios relativos) y que para poder corregirlo sería necesario un plan de estabilización y de reformas para poder volver a una senda de crecimiento sostenible”, aclaró Menescaldi, quien subrayó: “Proponer una devaluación luce como un manotazo de ahogado que sólo podría llegar a traer mayores desequilibrios en la economía".

 Con todas estas preguntas para 2023, existe la duda sobre la actividad económica del año electoral. El cepo a las importaciones anticipó un recorte de las expectativas de la producción, sostenido en la caída del consumo y la imposibilidad del gobierno de aplicar un plan de expansión monetaria, teniendo en cuenta los límites en el gasto público. Es por eso que, incluso, la construcción maneja números de incertidumbre para la obra pública y la privada, la industria presagia recesión manufacturera y el comercio proyecta recortes en el consumo, todo afectado por la caída del poder adquisitivo de los trabajadores, el congelamiento de la creación de empleo e incluso el inicio de un proceso de aumento de la desocupación.

Fuente: letrap.com.ar

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