La debilidad de Cristina y Macri, mesas vacías y gobernadores del PJ buscan un acuerdo

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Cristina frente al espejo de Macri 

Lo escucharon quienes la acompañaron el jueves en la sesión de rentrée en el Senado. “¿Cómo -bromeó Cristina a media voz, cuando se sentó en la presidencia-, se bajó y quiere seguir manejando todo desde afuera?”. Los actos espectaculares, como la bajada de Macri de la carrera, son también espejos para que se miren los otros. No sólo por la pirotecnia de escenario que los rodea. En ese espejo se habrá mirado Cristina, que pronunció con esa frase el primer juicio serio del oficialismo sobre el anuncio.

“¿Quieren dolarización, como con Cavallo?”, debe haber agregado entre esos interrogantes ante el espejo. Los raptos sin filtro de la conciencia revelan más de lo que dicen. Cristina está en la lista de quienes se bajaron. ¿Seguirá participando para poder seguir influyendo? Cabe la reflexión, ¿cuánto se baja el que se baja? ¿Puede un jefe que no es líder de su fuerza seguir influyendo desde afuera?

Piso y techo

Importa la respuesta porque Cristina figura en los planes del peronismo como ancla para sostener el 30/32% de los votos. Pero arrastra marcas negativas que le impiden ser candidata a la presidencia. Puede sostener ese tercio de los votos en la provincia de Buenos Aires, pero en el orden nacional puede hacer perder al oficialismo.

Le corre el mismo destino de Macri: es el ancla más fuerte de la oposición en CABA, sosteniendo al primo Jorge, o María Eugenia Vidal. Y ni te digo nada si aceptase el consejo de algunos entornistas para que asuma él mismo la candidatura a jefe de Gobierno. Pero en la categoría nacional, arrastra una estimación negativa que podría hacer perder las elecciones a Cambiemos. Por eso ni Cristina ni Macri han podido asumir la candidatura presidencial. Y no es porque no quisieran.

La ficción de los operativos clamor

El tiempo electoral matiza estas percepciones y desnuda las dificultades, en este caso, las del oficialismo, que no tiene -como la oposición- un candidato a presidente de talla dominante. La colectividad política criolla es la sociedad de los políticos débiles. Los dos frentes en competencia -el Frente de Todos y Juntos por el Cambio- no logran alzar a ningún candidato que lidere al conjunto. Disputan posiciones en la fórmula presidencial en el borde de la resistencia del material.

El peronismo, de los tres elementos que juegan en una elección - liderazgo, programa, territorio – sólo es fuerte en lo territorial. Tiene quebrado el programa, porque está dividido sobre qué hacer con la economía. También tiene fracturado el liderazgo: la puja al interior de la trifecta presidencial (Cristina, Alberto, Massa) y con los gobernadores es más agria que nunca. Intentan disfrazar la debilidad con mensajes de campaña sobre los "operativos clamor". Cuando en realidad nadie clama por nadie, y menos por quien te puede hacer perder.

Cristina, al tercer lugar de las boletas

Y menos aún en la provincia de Buenos Aires, donde Cristina es ancla del 30/32%. La jefatura que ejerce en el peronismo del distrito la fuerza a ser por lo menos candidata a senadora, si no a gobernadora. Pero como ya Axel Kicillof convocó a elecciones provinciales el mismo día de las nacionales, esa ancla que asegura el piso, necesita un candidato presidencial que haga subir el techo.

El peronismo no tiene ese candidato. En unas elecciones unificadas en fecha y sistema, la boleta de presidente va arriba y arrastra a todas las demás. Sigue la de legisladores, que este año incluirá a los parlasures. El Gobierno ha confirmado que se elegirá este año esa categoría, por un mandato judicial. En 2015, los candidatos a diputados al Mercosur fueron en las boletas de las PASO a continuación de la categoría Presidente. Cristina candidata a senadora quedaría en tercer lugar. Una estética insolente para el personaje.

El oficialismo analizó urnas "concurrentes"

Esa estética de las boletas explica el trajín de los apoderados del partido y de los funcionarios electorales del Ministerio del Interior para encontrarle alguna vuelta a esta esclavitud de las listas. Mirándose también en el espejo de la oposición, imaginaron que podría haber elecciones concurrentes, mismo día, misma mesa, dos urnas, una para candidato a presidente y otra para legisladores, y que Cristina pudiera encabezar la lista en alguna. Imposible, dijeron los abogados de esa peregrina idea de escapar al arrastre negativo de políticos que son piso y techo en una elección.

Dicho sea esto para quienes creen que la posición en las boletas decide las elecciones. Una mirada improbable, tanto como la que concede importancia a las campañas, en un país que registra a lo largo de las elecciones una estabilidad notable en el reparto de las preferencias: 30/32% para el peronismo, 40/42% para la oposición, que representa hoy Cambiemos. Y el juego del resto decide el resultado final. El que se divide pierde, etc. Nada nuevo bajo el sol.

Se va como quien se desangra

La falta del afecto societario no admite reuniones de cúpula. Así como no se reúne la mesa nacional de Cambiemos, tampoco lo hace la del PJ, ni hay mesa política por encima de las peñas municipales con intendentes de Buenos Aires. La salida de Patricia Bullrich de la presidencia del PRO es el emblema de la debilidad de ese partido.

Tiene más gravedad que la que reconocen los protagonistas: deja la jefatura del principal partido de la coalición opositora. ¿Perdió la confianza en esa herramienta? ¿Sufre el arrinconamiento del larretismo en distritos del interior? ¿Vaticina alguna explosión de la que quiere estar lejos? Nadie ha dado razones, pero ocurre:

1) A pocos días de la baja de Macri, padrino de la candidatura de Patricia, lo que es un avance táctico de Rodríguez Larreta.
2) Siguió a la intervención del PRO de Mendoza, tras al alzamiento de Omar de Marchi, que es vicepresidente de la Cámara de Diputados en nombre del partido que ella ha presidido. Los dos casos eran problemas de Bullrich como jefa del PRO. No ha tenido un trámite auspicioso. La situación en Mendoza la cerró el interventor Humberto Schiavoni, que esta semana viaja hacia allá para firmar la presentación de la candidatura de Alfredo Cornejo a la gobernación. En la Capital la crisis con Jorge sigue abierta.
3) La rabieta Macri-Larreta la deja sin el respaldo del jefe porteño. Nadie lo dirá nunca, pero hubo un arbitraje de gastos, como en todo divorcio, en donde Patricia pierde el auspicio del Horacio en la subvención de contratos. Le cortaron la tarjeta.
Una salida en silencio

El peronismo la provoca con una pesquisa con relación a los fondos de una fundación observada por la IGJ -una oficina que controla el oficialismo-. ¿Fuego amigo? Para sospechar, porque replica otras maniobras del peronismo en la previa de otras elecciones, como la de 2005 contra Enrique Olivera o la de 2009 contra Francisco de Narváez.

Las grandes crisis han sido consecuencia de malandanzas en el financiamiento de la política. Acá y en el resto del mundo. De ahí la tendencia instintiva de muchos de mirar para otro lado y nunca meter la mano en los fondos de serpientes que son la plata de la política. Como fuera, Bullrich renunció sin hablar con nadie, salvo Macri, y se va como quien se desangra, como don Segundo (Sombra, el gaucho de Güiraldes). Ahora van a decir que era algo ya planificado, o que es un gesto para forzarlo a Larreta a un desprendimiento como el de ella en el partido, como pedir licencia en la jefatura porteña para ser candidato.

Gobernadores no quieren al candidato del AMBA

Con este escenario, la suerte del oficialismo parece estar de nuevo en manos del peronismo del interior. En el peronismo funcionan, cuanto más, los clubes de gobernadores. El más prolijo, es el del Norte Grande, que reúne a 10 provincias, dos de ellas gobernadas por la oposición -Gerardo Morales y Gustavo Valdés-. Tienen un compromiso este miércoles en la sede porteña del CFI. Presentarán un proyecto de ley para crear un plan logístico que compromete inversiones y obras para los próximos 15 años que tiene el acuerdo de todos.

Los peronistas aprovecharán esa cita para discutir algún plan electoral que no pueden conversar ni con Olivos ni con Cristina. Hay una razón sencilla: acuerdan todos en la imposibilidad de que el peronismo vaya a las elecciones nacionales con un candidato presidencial del AMBA. El desprestigio de la gestión del peronismo metropolitano entre 2019 y 2021 -la economía, la peste Covid- ya los llevó a la derrota en la legislativa, y desde entonces el descrédito se ha agravado.

Esto lleva las cosas a la necesidad de un acuerdo entre gobernadores, para elegir un nombre que, en todo caso, lleve de acompañante a un candidato del AMBA que no esté salpicado de desprestigio y que tampoco divida al peronismo de Buenos Aires como ocurrió en 2015, con la puja suicida de Aníbal vs. Julián. Ese tándem interior + AMBA lo ensayó con éxito el peronismo en 1989 con Menem-Duhalde y le aseguró 10 años de poder.

Olivos, la isla de la fantasía

La fantasía de Alberto candidato para lograr el 13% por encima del 32%, que le daría el triunfo en primera vuelta (45%), solo entusiasma en Olivos. La única chance de pelearlo es con un candidato como Daniel Scioli, que es carta de Olivos, y puede serlo de Cristina de Kirchner. Pero es del AMBA y el peronismo del interior levantará el precio de algún acuerdo. Además, Scioli ya no está para vice de nadie. La cuadratura del círculo, pero eso es lo atractivo del oficio, que es ”la corsa verso il nulla” (“Una carrera hacia la nada”, como enseña el maestro Giovanni Sartori, que tituló así uno de sus últimos libros).

La política es el arte de hacer lo posible, sin llegar nunca al cielo. Todo emprendimiento colectivo está condenado al fracaso. La cuestión es irla llevando y prolongar la faena durante el mayor tiempo posible. Los procesos políticos deber ser analizados y valorados por cómo han terminado, no por cómo comenzaron. Los proyectos se construyen desde el final imaginable, desde el futuro hacia acá. Y si no podés imaginar el final, dedícate a otra cosa.

Nada en política enseña más que cómo terminó un proceso. Sirve de poco saber cómo comenzó. Que le pregunten a Merkel, Aznar, a Evo, Lula o Piñera. O a Macri. No se salvaron de una salida apurada ni aun haciendo todo lo contrario de lo que habían prometido. Mauricio entró con cepo, y salió con cepo. No quería ni una cosa ni la otra.

Son dos elecciones, no una

El plan que conversan los gobernadores del peronismo, con cabecera en Jorge Capitanich (el único que coquetea con una postulación, aunque hasta ahora solo habla de su reelección en el Chaco), distingue en este turno dos elecciones, no una, que tienen lógicas distintas.

1) Las PASO, en donde el mejor resultado a perseguir es mantener el tercio de votos del peronismo, frente a lo que saque Cambiemos y el resto, que las encuestas le atribuyen a Javier Milei. Ese tercio se conserva potenciando la fuerza territorial clásica del peronismo, que es donde es más fuerte, ante su crisis de liderazgo y de programa. Esa fuerza tiene pivotes en las provincias del Norte, en el conurbano y en dos de los distritos de los 7 más poblados del país, en donde son fuertes: Buenos Aires y Tucumán.
2) Si conservan el tercio, en primera vuelta ya se juega una lógica binaria, como en un eventual balotaje. La campaña es para llevar ese voto del 32% al 38% para entrar en la segunda vuelta. Para esa disputa, el peronismo de este formato propone acentuar en la campaña tres contradicciones frente a la oposición: a) Estado fuerte con capacidad regulatoria o estado febril con desregulación plena; b) unitarios y federales, CABA versus interior; c) distribución más equitativa o inequitativa.

Fuente: Clarin

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