El inexorable camino hacia la hiperinflación

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El peso argentino ha perdido la mitad de su valor en un año. Los tipos de cambio oficiales y paralelos con el dólar de EEUU y el peso mexicano se han duplicado en un año. Los precios al consumo se han duplicado en un año. La cantidad de pesos argentinos se ha duplicado en un año. Todas las tasas a las que aumentan estas variables también se han duplicado en un año. Esperar que todo vuelva a duplicarse en medio año es ahora una proyección conservadora.

Argentina era el país más rico del mundo a principios del siglo XX. Ha soportado casi cien años de dominio fiscal, lo que significa que el banco central siempre se acomoda a cualquier déficit que el gobierno decida contraer. Argentina lleva practicando la teoría monetaria moderna desde antes de que ésta fuera siquiera un concepto. En la actualidad, más de la mitad de los argentinos viven en la pobreza según los estándares mundiales, y el cuartil de mayores ingresos tiene una renta comparable a la del cuartil de menores ingresos de un país desarrollado.

 
La política económica argentina consiste en todo aquello que incluso el curso de principios económicos más mainstream enseña que nunca se debe hacer: hay un proteccionismo feroz e indiscriminado, el mercado laboral está sobrerregulado hasta el punto de que la contratación es prohibitivamente cara, y los controles de precios son omnipresentes. Todo el mundo es plenamente consciente de que hay un problema, pero la administración actual ha decidido mantener el rumbo y centrar sus esfuerzos en medidas a corto plazo para remendar las grietas del botín y que el barco no se hunda antes de las elecciones de finales de año.

Mientras tanto, los mercados ya empiezan a desmoronarse y la gente empieza a entrar en pánico. Algunos comerciantes están decidiendo reducir la mercancía disponible para la venta y acumular inventarios, y la gente sale a comprar productos alimenticios duraderos en cuanto cobra su sueldo. Esto es indicativo de una rápida disminución de la demanda de pesos argentinos, que no tiene ancla ni fondo.

 
El lado positivo de esta terrible situación en la que se encuentra Argentina es que puede convertirse en el catalizador de un nuevo amanecer para toda la región. Mucha gente en Argentina esperaba que esto sucediera y se ha estado preparando. La mayoría de la gente ha ahorrado en dólares de EEUU y en activos reales. Algunos de esos ahorros están en el sistema bancario, pero también hay una desconfianza general hacia la banca. Algunos economistas especulan con que hay miles de millones de dólares guardados bajo el colchón. Ya se ha iniciado de facto un cambio de moneda. La mayoría de los bienes duraderos, como casas y coches, se cotizan y negocian en dólares de EEUU. Se trata de una tendencia que se extenderá siempre que sea posible a los contratos de trabajo y a las transacciones de la cadena de suministro, a medida que el peso argentino siga perdiendo valor a un ritmo más rápido.

 
Javier Milei, economista y candidato a la presidencia argentina, ha pasado de ser relativamente desconocido a ser el nombre que se espera que obtenga el mayor número de votos en las primarias de cualquier partido, con un 27% del total de votos afirmativos. Le sigue Horacio Rodríguez Larreta, actual gobernador de la ciudad de Buenos Aires y veterano político, con el 22% de los votos afirmativos.

Milei propone reformas profundas y rápidas con el objetivo último de empezar a generar crecimiento de nuevo. Sus principales promesas de campaña consisten en liquidar el banco central, proporcionar un marco institucional para apoyar la dolarización de facto y acabar con el gasto deficitario reduciendo el presupuesto entre un 15% y un 20% mediante la eliminación del presupuesto de infraestructuras y las transferencias direccionales, sin reducir inicialmente el gasto social. También pretende desregular el mercado laboral, simplificar la estructura fiscal y eliminar los aranceles y las restricciones al comercio internacional.

Milei ha recibido duras críticas de adversarios políticos y expertos próximos al poder por su plan de retirar el peso argentino de la circulación, tachándolo de inviable. La verdad es que la liquidación del Banco Central no es más complicada que la de cualquier otra empresa. El banco central tiene activos y pasivos. En el caso de Argentina, los pasivos son los pesos argentinos y los bonos que pagan intereses. Los activos son las reservas netas de divisas y los bonos del Tesoro argentino.

El número de dólares necesarios para recuperar todos los pesos argentinos y recomprar los bonos que pagan intereses depende del tipo de cambio. Al tipo de cambio actual, serían necesarios entre 30.000 y 35.000 millones de dólares. El valor nominal de los bonos del Tesoro argentino en poder del Banco Central ronda los 70.000 millones de dólares, pero actualmente se negocian en Wall Street a unos veinticinco centavos por dólar. Si el gobierno dejara de ser deficitario, sería fácil que el precio de mercado aumentara a más de cincuenta centavos de dólar, ya que éste es el precio al que se negocian los bonos del Tesoro de Sri Lanka en situación de impago.

 
Aunque no es del mismo partido que la actual administración, Larreta representa una continuación del statu quo en términos de política económica. Durante la pandemia del covid-19 apoyó y promulgó medidas draconianas comparables a las que impusieron los gobiernos estatales y locales de Nueva York y California. Ha sido incapaz de mantener la delincuencia bajo control, ha permitido que los beneficiarios de la asistencia social bloqueen las calles mientras protestan por un aumento de las prestaciones y ha utilizado el aparato gubernamental de la ciudad de Buenos Aires en beneficio propio. Todas estas son cosas normales para los políticos argentinos.

Larreta representa a la oposición con experiencia, pero no tiene creencias ni convicciones firmes; se guía por grupos de discusión, y su diálogo consiste en frases fabricadas para sonar bien pero que no tienen profundidad. Lleva meses hablando de un «plan integral» (también podría traducirse como «plan holístico») para resolver los problemas actuales, pero nunca ha dado detalles.

En la medida en que Larreta ha mencionado inspiraciones concretas, se ha autodenominado keynesiano y ha abogado por el control de precios. También ha expresado una vaga oposición a las reformas de choque propuestas por Milei. Quiere ser visto como la opción «responsable», y resulta que las reformas también van en contra de sus intereses personales. Es inexplicablemente la opción de centro-derecha.

Se espera que Milei siga creciendo en las encuestas. Ahora es casi seguro que sería uno de los dos candidatos en caso de una segunda vuelta si ningún candidato obtiene el 45% de los votos afirmativos o el 40% con una ventaja de diez puntos sobre el siguiente contendiente en la primera vuelta. Según mis cálculos, una victoria de Milei en la primera vuelta es ahora una posibilidad real. Que sea capaz de invertir la tendencia de Argentina hacia la hiperinflación es otra cuestión.

 
Este artículo fue publicado originalmente en el Instituto Mises

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