"Es un problema para Unión por la Patria no saber si Cristina quiere volver"

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La velocidad de la crisis económica en el gobierno de Javier Milei aceleró los movimientos. Todavía inmersa en discusiones y pases de factura, la dirigencia de Unión por la Patria (UP) tuvo que dar los primeros pasos hacia la reorganización para dar respuesta a las demandas de su electorado. Se unió en un documento de rechazo a las medidas del Gobierno, se movilizó al Congreso y tuvo una primera reunión que encabezó Axel Kicillof en la Casa de la Provincia de Buenos Aires.

Sentado a la mesa de la conducción en representación del Frente Patria Grande, en diálogo con Letra P, Juan Grabois analiza el proceso de reorganización de UP y los desafíos del peronismo en la oposición. Dice que el espacio debe ir a un esquema “horizontal” de toma de decisiones, pero cree que el proceso está condicionado a que Cristina Fernández de Kirchner defina si quiere volver a tomar la conducción. "Es un problema para Unión por la Patria no saber si Cristina quiere volver", dice.

-¿Hay un principio de coordinación en UP?
-Lo primero que hay que definir es que UP es una coalición nacional, popular, humanista, en la que el Partido Justicialista es el espacio mayoritario, pero es una coalición que interpela a un espectro mucho más amplio que el peronismo. UP nunca tuvo un ámbito de acción política, de coordinación y debate. El jueves, con esa reunión en la Casa de la Provincia se dio un primer paso para tratar de construir un ámbito.
-¿La falta de ese ámbito fue lo que generó el fracaso del gobierno del Frente de Todos?
-Fue un factor de dispersión política, pero el gobierno en la Argentina no es el gobierno de un partido. El Poder Ejecutivo es unipersonal. En la Argentina tenemos un problema en nuestro modelo mental, que es mezclar todo: el partido con el gobierno, el partido con las personas, los movimientos sindicales y sociales en su lucha sectorial con una identidad política específica. Es un problema que hay que resolver. Esa confusión genera lo que pasó en el gobierno del FdT, que fue el loteo del gabinete.

-¿Cómo se estructura esta reorganización?

-Primero, todos los sectores de UP firmamos un documento de apoyo a la movilización. Eso no fue fácil, fue un laburo complejo. El segundo elemento fue la reunión convocada por la máxima autoridad institucional que forma parte de UP, que es el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Kicillof, el hombre con mayor peso institucional, convoca a una reunión para discutir la coyuntura política y la posición que tiene que asumir UP en la lucha.

-También fue por pedido de la CGT a los gobernadores.

-Desde luego. La CGT, a la que muchas veces se le endilga ser lenta, burocrática, tuvo una reacción mucho más ágil que la política. Fue un gran aporte. Y también hubo una segunda personalidad política que emergió con mucha potencia, que es el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, que decidió enfrentar abiertamente todo el paquete de medidas de Milei sin concesiones. Como oposición política, con las herramientas que nos da la Constitución, nosotros tenemos que bloquear lo que consideramos que es la destrucción del estado social de derecho, que después va a ser muy difícil de revertir.

-¿El gobierno de Milei es lo que imaginó durante la campaña?

-Sucedió algo entre las generales y el ballotage que vi con mucha claridad: Milei se desesperó, se hizo la famosa reunión de Acassuso y Mauricio Macri capturó parte de la estructura de gobierno. Entonces, siendo Milei un economista, la economía la manejan Luis Caputo y Federico Sturzenegger, que son hombres de Macri. Es el plan del libro de Macri, el Segundo Tiempo. Lo que no vi venir es que tenían tan preparada una estrategia de desguace del Estado Social de Derecho. Porque, ¿cuál es el valor agregado de Milei a las clases económicamente dominantes? Que es muy audaz. El tipo nos ganó las elecciones, lo apoyan el hombre más rico del planeta (Elon Musk) y el hombre más rico de la Argentina (Marcos Galperín), nos clavó un DNU que sigue vigente. Es decir, como ejecutor, como escribano mayor de las corporaciones hasta ahora viene funcionando muy bien.

-A diferencia de Macri, también interpela a sectores populares...

-Interpeló en las elecciones a sectores populares que, creo, inevitablemente, van a entrar en un rápido espiral de desencanto, porque Milei no cumplió algunas de sus promesas. La más evidente es la de la casta, que se acomodó bárbaro. Muchos funcionarios del gobierno anterior de importante jerarquía se mantienen en sus puestos.

-Sergio Massa dejó algunos funcionarios, ¿se refiere a eso?

-En esta etapa de mi vida voy a tratar de no personalizar, porque es despolitizar. Lo de pasarle motosierra a la casta es una promesa incumplida. Pero había otra promesa más importante, que era la estabilidad económica. Es un modelo económico de ajuste por inflación y devaluación, es un ajuste contra la gente. Eso va a generar un descontento que se va a expresar muy rápido en un clima de rechazo.

-¿Hay autocrítica en UP por la derrota?

-Creo que la causa fundamental de la derrota fueron los problemas del gobierno y de la economía, lo que no quiere decir que no haya que hacer autocrítica de la coalición. Hacer autocrítica no es criticar a otros, es criticar lo que hizo uno. Yo todavía no escuché a nadie haciendo autocrítica. Mi autocrítica es con lo de Martín Guzmán. ¿El acuerdo con el FMI era bueno? No, el acuerdo era malo. El problema no fue ese, fue personalizar en Guzmán una sostenida actitud de desgaste que, combinada con el loteo de las áreas económicas del gobierno, generó una situación que empeoró la situación de la Argentina. ¿Hubo dirigentes que desgastamos a Guzmán? Sí. ¿Eso buen fue bueno para el país? No.

-¿Eso no estuvo coordinado ni direccionado?

-No, a mí nadie me dijo nada. Sí había una cosa de darnos manija entre nosotros, implícitamente. No había una estrategia. ¿Estás desgastando a un tipo para que cambie o para que se vaya y venga quién?

-Massa.

-Claro, porque no es que vino José Ber Gelbard o Axel. Vino un tipo con mucha autoridad política, que es lo bueno, pero los resultados de la gestión económica empeoraron.

-¿Quién lideraría UP? ¿Cómo funcionarían los mecanismos de discusión?

-Es todo totalmente incierto. Tiendo a pensar que hay que ir a un esquema más colectivo. En nuestro campo, o hay un caudillo que ejerce la conducción con la perspectiva de ejercer el gobierno o hay que ir un esquema de primus inter pares.

-¿Quién sería el primus?

-Vendría a ser el rol que puede cumplir Axel. Los pares seríamos el resto de los dirigentes de UP. Es como la mesa del rey Arturo, no es el caudillo que gobierna verticalmente. Para eso tenés que tener mucho poder, autoridad, trayectoria. Eso es Cristina. Ahora, no sé si Cristina quiere ejercer ese rol, ser la próxima candidata y ejercer la conducción. Tiendo a creer que no. Lo que no me gustan son las medias tintas. La conducción se ejerce o se permite a otro ejercerla. Y, si ese otro no es un caudillo o no tiene un liderazgo carismático avasallante, tiene que ser un poco más horizontal. Acá ninguno es un genio.

-¿Eso no es ir en contra de la esencia verticalista del peronismo?

-Desde la recuperación de la democracia, en el peronismo hubo muchas internas, momentos de mayor horizontalidad. Lo importante es que haya estrategia colectiva para enfrentar esta política antinacional, antipopular, antifederal y antidemocrática y construir la alternativa.

-Por lo que dice, espera que Cristina defina qué rol quiere tener.

-Es un problema para el ordenamiento interno de UP no tener claro si ella tiene perspectiva de volver a gobernar la Argentina. Es un problema para mí, para la estrategia del espacio que yo conduzco, no saber si quiere volver a ser diputada, senadora o presidenta. Si ella quisiera volver, habría que volver a discutir todo. Por supuesto, no le puedo exigir que se defina.

-Personalmente, ¿qué opina?

-A mí me gustaría que gobiernen los hijos de democracia. Desde luego, si Cristina decide que quiere volver, hay que volver a discutir todo. Ahora, los de mi generación, sean de Patria Grande, La Cámpora, el Movimiento Evita, el Frente Renovador, etcétera, ninguno tiene coronita. Ni Máximo Kirchner, ni Cecilia Moreau, ni Wado de Pedro, ni Axel ni yo. Esto de que genera problema la definición de Cristina no pasa con ningún otro. Pero me interesa agregar algo: esto que conversamos es lo más divertido, pero lo menos importante. Lamentablemente, muy a mi pesar, el 90% del tiempo de las reuniones políticas son para discutir de rosca y el 10% restante es para ver qué hacemos por nuestro pueblo. Entonces, aunque venga Mandrake, no vamos a cambiar la Argentina. La crisis no es de dirigencia ni de nombres, es de orientación estratégica y programática. Falta una discusión sobre el desarrollo humano integral o el tercer plan quinquenal, el sentido de propósito de lo que hacemos.

Con informacion de Letra P.

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