Axel Kicillof ejecuta políticas que jamás se le habían ocurrido

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Axel Kicillof la está viendo. A pesar que su discurso contra el ajuste sigue siendo distintivo, en la última semana tomó dos medidas de inocultable corte político y económico, abrazando a buena parte de la oposición, en este caso la UCR, y al anunciar el congelamiento del impuesto a la patente automotor, que provocó, según las propias palabras oficiales, una “gran polémica”.


Días atrás, en una extensa reunión con los radicales, los intendentes boina blancas y el gobernador, junto con todo su Gabinete, pareció armar la Asociación de Socorros Mutuos “Salvemos lo Nuestro”. En ese encuentro, los jefes comunales, más que preocupados por la abrupta caída de sus ingresos, fueron a pedirle ayuda al gobernador que ya los esperaba, como contrapartida, con un par de proyectos que iban a ser aplaudidos por los visitantes, como la creación de un laboratorio provincial.


La mayoría de los radicales que en sus pueblos, todos del interior profundo bonaerense, vieron cómo la ola violeta de Javier Milei ganó con amplitud en el balotaje, tienen más coincidencias con las políticas del Estado presente pregonadas por Kicillof que la motosierra propuesta por el presidente de la Nación. Esa coincidencia puede empezar a mostrarse más habitualmente, aunque provoque un distanciamiento con el PRO, mucho más cerca de los cambios propuestos por la Libertad Avanza aunque todavía vean todo “con la ñata contra el vidrio”, casi marginalmente.

El gobernador está calibrando el humor social y las oportunidades. Sabe que el tarifazo en los servicios públicos le pegará de lleno, como pasó con Mauricio Macri, al votante que apostó por un cambio, en este caso, casi un salto al vacío.

El gobernador también empieza a recalcular sus pasos ya que advirtió que él también ejecutó un terrible aumento al subir la base no imponible sobre el cual se fijan los impuestos provinciales y tras haber quitado los descuentos por pago adelantado, disparó las cuotas mensuales a niveles varias veces mayor a los autorizados por la legislatura.

Funcionarios de ARBA reconocieron que la recaudación de Ingresos Brutos, que se rige por la actividad industrial y comercial, cayó un 35%, aunque en un encuentro privado con funcionarios e intendentes el propio ministro de Economía, Pablo López, sostuvo que la retracción de ingresos puede llegar al 50% para mediados de año, por lo que pasó con Ingresos Brutos y los otros impuestos a la propiedad inmueble, urbano rural y patentes, entre otros ítems.

El escenario pasa a ser crítico porque a la abrupta disminución de ingresos se le suma la galopante inflación del primer cuatrimestre que, a mediados de año, rondará los tres dígitos. “Va a ser una catástrofe” auguró un ministro que sufre el recorte como pocos. Encima, la administración provincial venía con un balance primario negativo de casi $500.000 millones de pesos a fines del año pasado. La quita de todos los fondos adicionales que le enviaba el gobierno de Alberto Fernández duplicaría la deuda corriente.

“No cobramos lo que nos adeudan. Nos pasaron la motosierra a la copa. La inflación y los gastos corriente, en algún momento se viene la moratoria”, acordate, dijo otra funcionaria de segundo rango que no entiende mucho de economía, pero sí de política. Ese plan de pagos ayudaría, indudablemente, a paliar el desequilibrio imperante, que obliga a todas las áreas del Estado a recortar sus ejecuciones. En el IOMA, por ejemplo, la deuda con los prestadores clínicos y farmacéuticos llegó a tal atraso que en localidades del Gran Buenos Aires las cámaras que agrupan a estos sectores habían decidido dejar de operar. 

Un llamado de último momento y una recomposición, menor a la inflación que se generó durante los meses de la deuda, estaría destrabando el tema. Sin embargo, en el noroeste del conurbano, los farmacéuticos siguen sin aceptar el acuerdo. “Están por implementar un sistema nuevo, donde el afiliado presenta un token y en unos días le llegan los insumos. Nosotros por ahora no adherimos, vamos a esperar a que nos paguen la deuda. Recién pagaron julio y agosto de 2023, sin intereses, nos devaluaron un 80%”, se quejó un prestador farmacéutico.

En paralelo, los siempre complacientes gremios estatales bonaerenses, que desde el minuto uno apoyaron a Axel Kicillof, entre ellos los combativos docentes y médicos, ahora están sometidos a una presión oficial para “no pedir aumentos por encima de la inflación, si pueden, inclusive por debajo”, como reveló uno de los representantes que participó de la última reunión con Walter Correa, el ministro de Trabajo.

CON INFORMACION DE MDZOL.COM

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