Nicolás Mayoraz, soldado de última instancia

POLÍTICA - SANTA FE Agencia 24 Noticias Agencia 24 Noticias
nicolasmayorazjpg

El paneo de la cámara, que buscó mostrar los aplausos a Javier Milei, reveló su presencia. En la cuarta fila, Nicolás Mayoraz seguía atentamente la cumbre convocada por Vox, el partido ultraderechista español. Su presencia, aunque relativizada, fue el último de los gestos que cristalizaron su acercamiento al eje libertario puro de Karina Milei: el último karinista.

Mayoraz es uno de los tres diputados que La Libertad Avanza tiene por Santa Fe. Su compañera de banca, Romina Diez, es quien ostenta el vínculo más añejo y firme con el primer mandatario y su hermana, a partir del cual se yergue como la dueña de la franquicia libertaria en la provincia. Rocío Bonacci, la tercera pieza en juego, no tiene la mejor relación con ella y construye a partir de la agenda de relaciones con sectores disidentes del oficialismo y de otros partidos pertenecientes a su padre, el zar de los sellos electorales José Bonacci.
 
Su presencia en el acto que tuvo a Milei como invitado estelar en España, sin embargo, no se debió a que formó parte de la comitiva presidencial. Su equipo asegura que fue invitado en su carácter de presidente del Partido Demócrata. Sus detractores son menos indulgentes: “Se coló”. Incluso, cuentan que por ese viaje llegó sobre la hora a una sesión en la Cámara de Diputados en la que hubo que hacer tiempo para esperarlo.

El acercamiento estratégico a Karina Milei
Más allá de las razones motivantes, la presencia de Mayoraz en el evento del otro lado del charco se inscribe en una saga de acercamiento del diputado al eje más puro de La Libertad Avanza, el que lidera El Jefe y que expone Diez en Santa Fe, con quien el diputado no tuvo la mejor relación. “Si no se puede contra ellos, hay que unirse”, habrá pensado, y se transformó en uno de los servidores más fieles del naciente karinismo.
Su primer logro fue ser validado como presidente de la comisión de Asuntos Constitucionales en la Cámara de Diputados. Pesó allí su vasta experiencia como abogado especialista en el tema, pero también se vio beneficiado por la falta de rivales de fuste en la disputa por los lugares. “Si el bloque libertario es un país de ciegos, Nicolás es tuerto”, graficó poéticamente uno de sus rivales.

La revuelta para correr a Oscar Zago de la jefatura de bloque fue la primera ocasión en la que Mayoraz se mostró alineado con los intereses de la secretaria general de la Presidencia. Formó parte del grupo rebelde, que impulsaba a Gabriel Bornoroni, y casi termina a las manos con el apuntado, quién resistió el primer embate sostenido por el Presidente, pero solo logró diferir su caída.

Por esa época, cuando Mayoraz no había logrado aún cumplir la primera misión encomendada por Karina Milei, un baqueano de la política le advirtió al santafesino, con tono casi paternal, que “la diferencia entre un motín y una revolución es el éxito; los revolucionarios gobiernan y los amotinados son fusilados”. Decidido a no quedar como amotinado, el grupo rebelde insistió hasta que logró hacer caer a Zago y ubicar a Bornoroni en su lugar. Fue la primera ofrenda en el altar karinista de la que participó el santafesino.

Para fortalecer su nuevo posicionamiento, Mayoraz hizo gala de la inmoderable fe de los conversos: promovió denuncias contra la Universidad Nacional de Rosario por adoctrinamiento y propuso una declaración de repudio contra el presidente español Pedro Sánchez tras su cruce con Javier Milei. Hasta logró pelearse con el peronismo, lo que le dio un certificado de buena calidad libertaria.

El corolario de la nueva estrategia fue su participación en la visita de Karina Milei a Rosario. El evento, que tomó forma de jornada de afiliación, fungió como kilómetro cero del karinismo y sirvió para conocer quienes se alineaban allí. Además de la organizadora Romina Diez y Martín Menem -él y su tío Lule Menem son los gerenciadores de la tribu interna-, estuvieron Mayoraz, Bornoroni y Bertie Benegas Lynch. Algo se repitió: la versión de que el abogado se había colado. “El acto era de Romina”, se limitaron a decir cerca de Diez, dándole algo de entidad al rumor.

Odas al pañuelo celeste
Hay una convicción que se repite hace tiempo en la política santafesina, que no por extendida es cierta: que Mayoraz pertenece al Opus Dei. Si bien es practicante, el diputado no forma parte de la institución fundada por el sacerdote Josemaría Escrivá de Balaguer hace casi un siglo, sino que se siente representado por la Renovación Carismática, otra línea de la Iglesia católica.

Abogado, discípulo y socio del exconvencional constituyente de la reforma de 1994 Iván José María Cullen, Mayoraz logró sus primeros titulares combinando su profesión con su fe. El abogado rosarino promovía acciones judiciales que buscaban frenar ordenanzas y programas de la municipalidad y la provincia de Santa Fe que garantizaban derechos sexuales y reproductivos, como la píldora del día después o el protocolo de interrupción legal del embarazo cuando todavía no era ley.

La batalla por la despenalización del aborto fue la que lo terminó catapultando a la política. Fundó la agrupación “Abogados por la vida” y batalló en todos los frentes contra la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Esa lucha, finalmente perdida al igual que las anteriores, le franqueó el acceso a un lugar en la lista de postulantes que encabezó Amalia Granata a la Cámara de Diputados y Diputadas de la provincia.

Apuntalados por el envión de la disputa por el aborto, superaron a Cambiemos y lograron seis escaños. Sin embargo, batieron un récord: el bloque se rompió antes de asumir. De un lado quedó Granata junto con Betina Florito, del otro lado Mayoraz, Walter Ghione, Juan Domingo Argañaraz y Natalia Armas Belavi. Meses después, un exempleado llamado Emiliano Peralta denunció a Mayoraz y Armas Belavi por pedirle “devolución de sus haberes”. Peralta terminó siendo diputado de Granata a partir de 2023. La relación entre el abogado y la mediática nunca se recuperó.

Con la partida de Ghione a las filas del pullarismo, sólo Armas Belavi y Argañaraz quedaron cerca de Mayoraz. De hecho, el abogado los apoyó en su intento de ser reelectos. Sin embargo, tras lograrlo, otra vez hubo un cisma y hoy solo Armas Belavi se reivindica como su ladera. El sector también obtuvo dos bancas en el Concejo Municipal de Rosario, de la mano de Franco Volpe y Sabrina Prence.

Una excursión al poder económico de Santa Fe
A pesar de no formar parte del silencioso grupo religioso, hay una característica que une al Opus Dei con Nicolás Mayoraz: la constante intención de acumular poder. Muchos le atribuyen buen vínculo con la justicia rosarina, referentes del mundo de los negocios y hasta algún detractor lo señala como quien le acercó un poderoso empresario mediático a Karina Milei en su última visita a la ciudad, una versión que es puesta en discusión dentro del ecosistema libertario.

Su apuesta más conocida en el ámbito económico fue la que hizo para quedarse con los hilos de la Cooperativa de Trabajos Portuarios de Puerto General San Martín. Se trata de un botín de valor incalculable por su determinante rol en la estiba de los barcos que entran y salen al complejo agroexportador más grande del continente. Estaba vacante tras la caída de Herme “Vino Caliente” Juárez, fundador y mandamás portuario durante medio siglo.

Para esa cruzada, Mayoraz contó con la ayuda de uno de sus socios más antiguos, el concejal de Pérez Federico Jolly. Juntos habían litigado, por ejemplo, para lograr el cierre del basural de esa localidad. También se les atribuía el rol de asesores del Sindicato de Recolectores de Residuos. Tras una sucesión encarnizada de interventores, apoyaron a un grupo de estibadores que se enfrentó en elecciones al histórico “Vino Caliente” -quien pugnaba por un regreso glorioso- y lograron la victoria.

Sin embargo, el abogado recién saltó a la arena pública en el cordón industrial cuando su estudio jurídico representó los intereses de la Cooperativa de Trabajos Portuarios en el conflicto por el despido de unos veinte trabajadores. La entonces ministra de Trabajo Raquel “Kelly” Olmos apuntó contra Mayoraz por el enfrentamiento y lo atribuyó a una “intencionalidad política para impulsar un conflicto en un área portuaria estratégica”. La campaña presidencial estaba en su punto más álgido y el abogado rosarino, electo diputado, ya era visto como una espada de La Libertad Avanza.

Una epifanía de fe en Javier Milei
El acercamiento de Mayoraz a Milei, sin embargo, no hizo gala de su originalidad: el legislador fue acercado por Carlos Kikuchi, el malogrado armador que el León había ungido en sus inicios y que luego fue la primera víctima del rayo neutralizador de la hermana presidencial. De su mano fue que se animó a aportar los fondos para un local en el centro rosarino, casi como una especie de fee de inscripción. La movida, en ese entonces, fue acompañada por Diez, quien ya lucía su cucarda de amiga de los hermanos Milei.

A medida que la posibilidad de llegar al gobierno se hacía más factible, la relación entre Mayoraz y Diez se enfrió. La cumbre de ese resquemor fue pública y se dio cuando la economista le tiró las charreteras encima, en lenguaje militar, y lo obligó a bajarse del escenario en el cierre de campaña de Milei en Rosario, previo al ballotage. También fue víctima de esa orden Rocío Bonacci. Todo quedó filmado en la transmisión oficial.

Fue tras ese episodio, entonces, que Mayoraz decidió ensayar un acercamiento. Le viene dando resultados: Su próximo objetivo, dicen, es poner a una figura propia al frente de la sede de Anses más importante de Rosario, que a la vez es la más grande del interior del país. Pareciera haber vislumbrado que una revuelta contra Diez no tendría éxito y actuó en consecuencia. Aplicó aquella enseñanza que le escuchó a ese viejo operador: los amotinados no sobreviven.

CON INFORMACION DE LETRA P.

Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto