Nazario y Parodi apuntan los cañones contra Llamosas

POLÍTICA - CÓRDOBA Agencia 24 Noticias Agencia 24 Noticias
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A un mes de las elecciones para renovación de autoridades en Río Cuarto, no hay quien se plante ante la obligada centralidad que ocupa el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora. Aún con diferentes estrategias, los siete candidatos y las tres candidatas a la intendencia parecen evitar vías confrontativas con el gobernador.

Claro está, no se espera tal comportamiento de Guillermo De Rivas, ungido como el representante del oficialismo por el intendente Juan Manuel Llamosas y reconocido como tal por toda la plana mayor de Hacemos Unidos por Córdoba, que en las últimas semanas engordó agenda oficial en la capital alterna.
 
Aunque no ha tenido aún la proclama oficial del gobernador, siempre atento a todas las cartas de la baraja, el exsecretario de Gobierno (renunció este domingo al cargo para concentrarse en la campaña) sabe que el traje de la escudería oficial le permite contar con más recursos que sus adversarios. Orgánico, ni se le cruza por la cabeza desviarse del camino señalado por la cartelería de “Martín”.


Tampoco Adriana Nazario, la candidata díscola que disputa la fidelidad del electorado puramente peronista, reta abiertamente al gobernador. Aunque en su campaña se ofrezca como opositora a una continuidad del llamosismo, no traslada demasiadas críticas más allá de la circunvalación riocuartense.
Ni siquiera Gonzalo Parodi recorre un camino agonal. Aún encabezando una heterogénea alianza, aún rezumando múltiples ilusiones de recuperar una intendencia cara al corazón radical, el concejal concentra sus dardos en el Palacio de Mójica. Prudente, no desatiende guiños que aún franquean pasos al Partido Cordobés.
Cautela en la relación con Martín Llaryora
En cada estrategia lógicas políticas coinciden con las institucionales. El mandatario, que lleva sólo seis meses en el poder, tiene el manejo de recursos económicos en épocas de una escasez que impacta también en la capital alterna. Con una proyección de convivencia de tres años y medio, a nadie conviene granjearse una temprana enemistad. Mucho menos cuando éste mantiene altos niveles de aceptación.

Los postulantes peronistas afrontan también un intríngulis constitutivo. Llaryora ejerce un indisputado liderazgo puertas adentro del PJ, siempre verticalista. Aunque las alianzas que dieron sustento al cordobesismo hayan diluido la esencia peronista, al punto de evitar liturgias en los actos, nadie puede prescindir de la identidad peronista, especialmente en zonas populosas como el barrio Alberdi.

En simultáneo, la tropa peronista riocuartense también atraviesan ambigüedades a la hora de sopesar un decidido apoyo del mandatario. Orgullosa, en el autopercibido imperio suele rechazar intervenciones apodícticas de la capital provincial. Cita, como repetido ejemplo, las elecciones de 2012, cuando una formal interpelación del exgobernador José Manuel de la Sota pareció restar chances al médico Miguel Minardi, quien lideraba encuestas previas.

“Es una elección local. Se pone en disputa el legado de Llamosas, no las acciones de Llaryora”, coinciden a la vera del río Chocancharava.

La oferta de Gonzalo Parodi
Aún atento a los réditos que pueda brindarle la interna peronista, Parodi tampoco ubica en coordenadas de ataque al Panal. Por el contrario, escudriña en el horizonte los beneficios de una coexistencia más que armoniosa.

Por lo bajo, desde su equipo miran los potenciales beneficios de sumarse al Partido Cordobés que le ha servido de espejo. “A Llaryora le conviene que gane Parodi y después buscar al radical que gobierne la segunda ciudad de la provincia. Así dejaría de comprar dirigentes desconocidos, sin votos y que no garantizan siquiera una elección. De hecho, hoy tiene que salvar muchas macanas que se manda el gobierno municipal”, espolean.

“Lo peor que le puede pasar es que gane Nazario y se ponga a armar otra vertiente peronista desde el sur. Con nosotros podría llevarse muy bien, gestionando verdaderamente con amplitud”, rematan.

Desde el entorno de la “Gringa” confirman su condición de opositores a Llamosas, pero matizan su rivalidad con el excompañero de banca en Diputados, a quien responsabilizan por avalar las decisiones del primero. “Él se inclinó por otra opción”, señalan.

No obstante, conceden que, en caso de llegar a la intendencia, se concentrarán en la consolidación de un espacio propio, también amplio, sin obligación de retribuciones al gobernador.

El bajo tono de esta admisión también sirve como fresco de época. Asumir vínculos con el kirchnerismo o el massismo puede resultar contraproducente en tierras refractarias a todo lo que sea o parezca K.

Ser opositor en Río Cuarto
Analistas consultados por Letra P coinciden en que, sin Llaryora en el ring, para los nueve candidatos desafiantes, especialmente los ya mencionados, será clave ser reconocidos como la “auténtica” opción al gobierno de Llamosas, desgastado tras ocho años de gestión.

También, claro, quien sepa sintonizar mejor el discurso anticasta, que aún capitaliza el presidente Milei, que no tendrá representante oficial en la contienda riocuartense.

Sobre encuestas que marcan un predominio de las tendencias al cambio, prevén que, en un escenario de tercios, con construcciones movedizas, el techo estará cerca del 30% de los votos.

“Tendrá muchas chances quien sea percibido por la ciudadanía como mejor agente de cambio. El peronismo oficialista se equivoca al tomar como referencia otras elecciones donde el uso del aparato resultó decisivo. Hoy, la continuidad de gestión puede ser un peso”, remarca un reconocido consultor.

Tal descripción parece calzar mejor a Parodi, quien maneja encuestas que lo muestran con un liderazgo consolidado. Tal descripción no se ciñe al proyecto de la empresaria, en cuya lista aloja a nombres que aún forman parte del gobierno municipal.

Con números propios que lo muestran puntero y en crecimiento aún, De Rivas delinea propuestas sobre consignas ya agitadas por su jefe político. En simultáneo, profundiza la búsqueda en sectores que habitualmente miran de lejos al peronismo. A todos ofrece la “continuidad del cambio”, consigna ya conocida en tiempos de política líquida, suficientemente elástica como despegarse de “lo malo” que pueda percibirse de la gestión que lo presenta como heraldo.

CON INFORMACION DE LETRA P.

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