Juan Manuel Llamosas recorre desde este martes la extensa región del sur y sudeste de Córdoba con credencial de heraldo del Partido Cordobés, la plataforma conceptual sobre la que Martín Llaryora proyecta su construcción más allá de los confines provinciales.
Formalmente designado como “asesor del Poder Ejecutivo para los departamentos del Sur de la provincia de Córdoba”, el exintendente de Río Cuarto desarrollará sus actividades con rango de ministro. Como tal representará directamente al gabinete provincial, a cuyo seno se integrará toda vez que sea demandado.
Más importante aún, actuará como el principal delegado del gobernador en una región crucial, en términos políticos y económicos, en la que el cordobesismo ampliado espera recuperar apoyos tras los reveses electorales sufridos en los sucesivos turnos electorales del pasado año.
La marca que tiene que romper Juan Manuel Llamosas
Electo gobernador por sólo tres puntos, Llaryora tomó debida nota de la performance electoral en los cuatro departamentos más australes de la provincia: General Roca, Río Cuarto, Juárez Celman y Roque Sáenz Peña. En todos ellos, excepto el último, perdió tanto en la elección para el Ejecutivo como en las disputas por la representación en la Legislatura.
La pobre cosecha fue adjudicada a distintas razones. La primera, el relativo desconocimiento de quien entonces se desempeñaba como intendente de la ciudad de Córdoba. Junto a ello, la ausencia de referentes enteramente llaryoristas en la zona.
El cotejo resulta (aún) dispar frente al dispositivo desarrollado por años por Juan Schiaretti, quien mantiene elevados niveles de popularidad y aceptación que no se trasladan linealmente a su sucesor.
Desde cada campamento schiarettista piden todavía traer a examen también el rol cumplido por Llamosas durante los ocho años como intendente de Río Cuarto, la capital alterna y sede del agropower cordobés. Según afirman, durante su gestión, el autoproclamado imperio perdió proyección al sur del río Chocancharava.
La oportunidad de Llamosas
Las críticas al exalcalde arreciaron en el segundo semestre del pasado año. La licencia a su banca en la Legislatura fue presentada como castigo. Anverso lógico, así también se interpretó la decisión de concentrarse en las elecciones de Río Cuarto, en las que el cordobesismo se jugaba mucho más que una continuidad.
Cuesta abajo en sus aspiraciones, desde sueños de Ejecutivo a mero gestor de un éxito para terceros, el futuro de Llamosas parecía apagarse. Especialmente cuando la implosión del peronismo riocuartense abrió una puerta a las expectativas de recambio que alentaba la oposición provincial.
El triunfo de Guillermo de Rivas, delfín al que sostuvo contra las críticas, su gratitud explícita y el reconocimiento público del gobernador, en la misma fría noche junio, le devolvieron brillos.
Con nueva melodía, opositores en la interna justicialista reconocieron que la ciudadanía había valorado “una buena administración”. La admisión encerraba un deseo, condicionante de todo apoyo: correspondería al nuevo intendente la anhelada proyección regional, para la que contaría con otros aliados, de vasto recorrido, no ya el ex ombudsman.
Con otros parámetros, Llaryora decidió renovar su confianza en Llamosas, a quien considera un amigo. No sólo le asigna representatividad plena, bautizada como “un avance de la descentralización”. Directamente lo presenta como “su hombre” para la articulación necesaria hacia los comicios por venir en 2025 y 2027.
La búsqueda de Martín Llaryora
En el ubérrimo sur provincial ya transitan múltiples actores del peronismo cordobés, todos ellos con pretensiones y aspiraciones, en su mayoría antiguos escuderos de la casa schiarettista.
Por lo bajo, sus voces transmiten reparos a la movida del inquilino del Panal. El primero de ellos alude a la formalidad: aunque actúe como ministro, es asesor. El segundo es enteramente político: las facultades de Llamosas colisionan con la de roles previos.
“¿Y el Centro Cívico? ¿Para qué está? Esa es la representación del Ejecutivo. Ahí hay delegados y representantes de cada ministerio. ¿Y De Rivas, a quien también encomendaron trabajar en la región?”
Las mismas fuentes anticipan recelos de algunos nombres que tejen en y desde sus terruños. Por caso, los ministros de Justicia y Bioagroindustria, Julián López y Sergio Busso respectivamente, hombres fuertes en el departamento Roque Sáenz Peña; o el diputado Carlos Gutiérrez, schiarettista de pura cepa, en el mismo Río Cuarto.
“Es una ensalada. Así no se construye con éxito. Ya hay muchos dirigentes consolidados en cada territorio. También hay construcción a partir del vínculo con los intendentes. Porque la realidad de cada región es distinta, no es lo mismo Río Cuarto que el verdadero sur. Todos tienen que estar adentro, cumpliendo un rol específico, no todos haciendo lo mismo”, fustiga un dirigente con muchas millas en su haber.
En equipo
Llamosas no desconoce la existencia de internas, mucho menos de críticas por falta de “liderazgo regional”. Desde su entorno remarcan que en sus ocho años logró consolidar al peronismo como oficialismo en la capital alterna, logrando un inédito ciclo de tres períodos consecutivos.
El nombramiento como virtual ministro llegaría, entonces, como reconocimiento. “Sin la obligación de la diaria podrá dedicarse de lleno al trabajo con todos los actores de la región. A muchos los integró él mismo a su gestión. Especialmente a la industria y el campo”, amplían a Letra P.
El rol del también abogado evoca la temprana experiencia del Gabinete del Sur, que ensayara ya José Manuel de la Sota, el prohombre del cordobesismo. El rol postulado, como entonces, es el de fortalecer la descentralización administrativa.
Según explican en la atmósfera llamosista, la opción por una asesoría responde a la urgencia asignada a la tarea. La creación de un ministerio requeriría formalidades que dilatarían su funcionamiento, destacan. “De todos modos será parte del gabinete. Lo que diga o haga será como tal”, afirman.
La aclaración también apunta al rol colectivo. El dirigente riocuartense se siente parte esencial del equipo de Llaryora. Como tal, como pocos, aún reconociendo que la transitoriedad de su nuevo rol, ata su propia suerte al proyecto del Partido Cordobés.
Con información de Letra P, sobre una nota de Luis Zegarra