Vladimir Padrino López, el superministro de Maduro que maneja el poder y las armas en las sombras en Venezuela

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El general Vladimir Padrino López maneja el poder en las sombras. Su nombre no es conocido fuera de las fronteras de Venezuela. Muchos menos su rostro. Pero el superchavista ministro de Defensa tiene el control absoluto de la fuerza y de las armas en su país.

Entre el puñado de funcionarios de primera línea del gobierno de Nicolás Maduro, reelecto el domingo en unas elecciones presidenciales marcadas por denuncias de fraude por parte de la oposición, Padrino se destaca por su férreo alineamiento ideológico y su devoción por Hugo Chávez.

“Soy más chavista que Chávez”, llegó a afirmar en un discurso ante un grupo de camaradas a principios de siglo.

Su rango de jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) lo convierte hoy en uno de los hombres más poderosos del país. Sin embargo, difícilmente elija salir de Venezuela: desde hace cuatro años, Estados Unidos ofrece una recompensa de 10 millones de dólares por su captura. Lo acusa, junto a Maduro y otros funcionarios de gobierno, de “narcoterrorismo”.

Quién es Vladimir Padrino López
Maduro confía ciegamente en su ministro de Defensa. Hace poco lo llamó el “General del pueblo soberano”. No por nada está desde hace 10 años al frente de las fuerzas militares venezolanas. Pero no solo eso: además es Vicepresidente Sectorial de Soberanía, Seguridad y Paz y Jefe de la Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro. Desde allí, se encarga de direccionar y conducir las políticas públicas en tres motores principales del país: los sectores agroalimentario, farmacéutico e industrial. De hecho, fue una pieza clave durante la gravísima crisis en la que el país sufrió un profundo desabastecimiento hace pocos años. En concreto, Padrino lideró lo que en Venezuela se llamó “la guerra económica”.

En su cuenta de X, se autodefine hoy como un “soldado bolivariano, decidido y convencido de seguir construyendo la patria socialista”. Es uno de los más duros entre los duros del gobierno.

    
Padrino se relacionó con Chávez muchos años antes de que el caudillo venezolano asumiera el poder en febrero de 1999. Pero su verdadera proyección dentro de las filas del chavismo ocurrió durante el frustrado golpe de Estado que desalojó durante 48 horas del poder a Hugo Chávez entre el 11 y el 13 de abril de 2002. Entonces, Padrino López era el Primer Comandante del 311 Batallón de Infantería “Libertador Simón Bolívar” de Fuerte Tiuna, una de las instalaciones militares más importantes de Caracas.

Desde allí no solo se negó a sumarse a la rebelión, sino que, por el contrario, lideró uno de los comandos que lucharon contra la asonada. El presidente fue finalmente repuesto en el poder.

Chávez lo condecoró personalmente y lo premió con varios ascensos militares a lo largo de los años. En 2012, ocho meses antes de su muerte, el mandatario lo nombró segundo comandante del Ejército y jefe del Estado Mayor General del Ejército Bolivariano. Tras el deceso de Chávez y la asunción de Maduro, asumió como ministro de Defensa.

En ese cargo ha venido acumulando un enorme poder a lo largo de la última década. Hoy, Padrino López ejerce un control absoluto sobre las Fuerzas Armadas y la repartición de alimentos, medicinas y la producción, distribución y comercialización de materias primas. Con mano dura, ejerce el control sobre el mando militar y sus subalternos. Las Fuerzas Armadas son la pieza clave para el mantenimiento del chavismo en el poder.

“Chávez no es un partido político, Chávez no es una entelequia. Chávez es una doctrina militar, política, económica. ¡Eso es Chávez”, declaró en un recordado discurso ante la Asamblea Nacional.

Hoy, la oposición mira de reojo al ministro de Defensa. Saben que tiene la llave para cualquier transición política. No porque tenga una tendencia aperturista. La causa es más concreta: maneja las armas del país. En medio de cacerolazos y protestas, Padrino López comanda una fuerza de decenas de miles de hombres armados que participó en forma activa en la represión de las movilizaciones opositoras de 2014 y 2017. De hecho, una misión de la ONU acusó al ministro de crímenes de lesa humanidad.

El general que hace un culto del chavismo tiene todas las llaves del Palacio de Miraflores, sede de gobierno. Ahora, la dirigencia de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), liderada por María Corina Machado y su ladero y excandidato Edmundo González Urrutia, se pregunta si otra vez ordenará reprimir las protestas.

Fuente: TN

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