Una ética para la Argentina

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En el siglo IV antes de Cristo, Aristóteles convirtió una serie de notas de clase y pergaminos en lo que se considera el primer tratado sistemático de la historia sobre la ética. Con el tiempo, ese texto crucial para el acervo de Occidente recibió el nombre de Ética para Nicómaco, o Ética Nicomaquea, esto es un legado para el hijo de quien fue uno de los fundadores de la filosofía. ¿Existirá alguien, con amor paternal, capaz de escribir una Ética para Argentina, un país abandonado de mil modos por su dirigencia?

La denuncia judicial de Fabiola Yañez contra Alberto Fernández por violencia de género se convirtió en el tema dominante de la agenda política, pero coincide con varios más que generan preguntas inquietantes sobre la salud moral del país.
 
No se trata de hacer una declamación "honestista" –tal el feliz término acuñado por el escritor Martín Caparrós– ni alegatos sobre "la corrupción argentina" o su contracara, la honradez de la gente de a pie en medio de un océano de corrupción del establishment. Sí, en cambio, de reflexionar sobre un estado de descomposición extendido, que en el plano político obliga a una mayoría efectivamente honesta, trabajadora y solidaria a convivir a conciencia, incluso a la hora del voto, con realidades nauseabundas que asume resignadamente como mal menor.


Argentina, el vuelco de un camión de basura
El caso de Yañez, quien alega haber sufrido malos tratos de modo reiterado, converge con la investigación sobre la contratación de seguros en el Estado en tiempos del propio Fernández y con la condena a Guillermo Moreno por la manipulación de las estadísticas del INDEC.

Por fuera de esas miserias de un peronismo en shock que tendrá que decidir si pretende seguir existiendo, escandaliza también la visita de seis diputados de La Libertad Avanza (LLA) a un grupo emblemático de violadores de los derechos humanos durante la última dictadura, juntada cuya motivación reivindicadora del terrorismo de Estado es negada por algunos de los protagonistas, tan falsamente cándidos como Micky Vainilla.
En medio de todo tipo de versiones, incluidas algunas vinculadas a la salud del expresidente del Frente de Todos, se escucha mucho en los medios y las redes sociales una palabra: "Hipocresía". De acuerdo con ese argumento, el mandatario que se declaró honesto y feminista, en realidad no era ni una cosa ni la otra, lo que, se estima, hace que ninguno de sus actos de gobierno tenga validez.

¿Quién dijo que todo está perdido?
Juan Rezzano resaltó en este medio que al hombre que había prometido unir a los argentinos, hacer de los últimos los primeros y poner de pie al país "ya no le queda nada". Eso es así por la pérdida de las últimas dos banderas que hasta hace pocos días aún se permitía agitar: "La honestidad que siempre se adjudicó como virtud indiscutible y las políticas de género que aplicó su gobierno".

En otro artículo que vale la pena leer, el autor agrega que "hoy, el 56% puede sentir que ya ganó, pero deberá seguir soportando una realidad que perdura". Esta es la de las mujeres que podrán continuar decidiendo la interrupción de sus embarazos "de forma legal, segura y gratuita en cualquier hospital público", la de que "cualquier persona podrá sacar turno en el Registro Civil para casarse con su pareja" sin consideraciones de género, la de que "cualquier persona podrá tramitar su DNI en consonancia con su identidad de género" y la de que "Alfredo Astiz y otros 133 genocidas condenados por los crímenes de lesa humanidad que cometieron durante la última dictadura se despertaron en una celda de una cárcel común".

Todo lo mencionado ha sido producto de luchas muy largas, sentidas y persistentes de colectivos argentinos que han dejado huella en América Latina y, cómo no, en todo el mundo. Adicionalmente, en el caso del aborto legal, cabe reconocerle a Alberto Fernández un rol activo y crucial, al revés de lo hecho por Mauricio Macri, quien "habilitó" la discusión parlamentaria del tema para después, por detrás, accionar para voltearlo.

Como define Ingrid Beck, editora de Géneros de Letra P, en todo caso, "el problema es Alberto Fernández, no el feminismo". Añade que la denuncia contra el expresidente "cae como una bomba teledirigida a los feminismos, un movimiento al que las ultraderechas eligieron como enemigo. (Pero) que quede claro: el único acusado de violencia machista es el expresidente. No vaya a ser que, otra vez, la culpa de todo sea de las feministas".

Cerremos este tramo con otra referencia de Rezzano. "No todo está tan perdido y no todo está tan ganado: a las batallas culturales, tan permeables a climas sociales y políticos gaseosos, las subyacen las instituciones y sus leyes".

Javier Milei y la hipocresía
Javier Milei es uno de los principales interesados en esa batalla cultural, consistente en arrojar por el caño al niño de los derechos sociales y de minorías junto al agua sucia de las violencias y las corruptelas. Él es uno de los que habla de "hipocresía", término que no solo le aplica a Alberto Fernández sino a toda una amplia categoría de argentinos: los "progres".

"Ellos pueden golpear, maltratar, violentar, robar y cualquier otra atrocidad pintados de verde y mostrándose como aliados. Mientras que nosotros, que valoramos a cada individuo como un fin en sí mismo, somos los que venimos a cortar derechos, somos los violentos, etcétera", denuncia. "Ellos", ¿quiénes? ¿Millones de argentinos para los que no hay lugar en la patria libertaria?

"Como sostenemos hace años, la solución para la violencia que ejercen los psicópatas contra las mujeres no es crear un Ministerio de la Mujer, no es contratar miles de empleados públicos innecesarios, no son los cursos de género y definitivamente tampoco es adjudicarle a todos los hombres una responsabilidad sólo por el hecho de ser hombres (…). La única solución para bajar el delito es ser duros contra quienes los cometen. Aumentar la burocracia estatal es una estafa moral, fiscal y política. Es aprovecharse de un problema grave para hacer negocios", continúa el Presidente.

Mientras, surfeando con satisfacción la ola del caso Fernández-Yañez, Manuel Adorni puede recomendarles a las víctimas de la violencia de género que se comuniquen con la línea 144, sin mencionar que la misma ha sido parte de "la burocracia estatal" que el Gobierno prácticamente ha desmembrado.

Todos los principios son sacrificables en el altar de la "batalla cultural", sobre todo cuando la realidad golpea, la política económica no le ofrece a la gente ni siquiera un futuro lejano, y la queja social y sindical se transforma en marcha multitudinaria y ruego desesperado para que San Cayetano obre lo que sus gobernantes no hacen.

Cualquier arma sirve en la batalla cultural
En el marco de esa guerra sucia, cuyos cruzados ridiculizaban hasta ayer nomás en las redes a Fabiola, seis diputados de LLA visitaron en el penal de Ezeiza, a bordo de una camioneta provista por Martín Menem, a Alfredo Astiz y el resto de la crème de la crème del terrorismo de Estado.

Deschavados y repudiados incluso por algunos miembros de su propio partido, mintieron descaradamente: fueron a observar las condiciones de esa cárcel, dijeron algunos; no sabían a dónde los llevaban, argumentó otra, Lourdes "Patito" Arrieta. Esta pasó en cuestión de pocos días de posar sonriente –vestida con un naranja baliza y justo en el centro de la foto– junto a Astiz, Raúl Guglielminetti, Antonio Pernías, Adolfo Donda y Carlos Guillermo Suárez Mason hijo a hacerlo ayer –marxista de Groucho– con un Nunca más en la mano.

Mientras el Presidente y su mesa chica callan sobre semejante escándalo y la probable intención de buscar los modos de convertir un encarcelamiento ya privilegiado en sus condiciones en uno doméstico y apenas simbólico, hay quien se permite en el oficialismo hablar de "hipocresías" ajenas. Vaya coraje.

Peronismo: en el mismo lodo, todos manoseados
La demanda por violencia de género contra Alberto Fernández se suma en el peronismo, como se dijo, a la saga por la contratación de seguros y, más allá de la figura del expresidente, a los paseos en yates, a denuncias por abuso sexual contra Fernando Espinoza y José Alperovich –el tucumano fue condenado– y a una interminable retahíla de corruptelas.

El estado del peronismo no podría ser peor. Ética pública, rechazo a la violencia de género, Estado presente, derechos sociales, crecimiento económico, estadísticas… ¿qué bandera no le ha quedado pisoteada por su propia culpa?

Los repudios que le dedicó a Fernández el panperonismo dan cuenta de un mar de fondo proceloso. Los 39 diputados de Unión por la Patria (UP) que estaban presentes en una reunión de bloque, sobre un total de 99, firmaron un texto que expresa "profunda preocupación" por el caso, afirma creer en los dichos de la víctima y reclama las "investigaciones correspondientes". El resto no fue de la partida por estar atendiendo otros asuntos, según se informó.

En tanto, después de que Mayra Mendoza recuperara el habla que había extraviado y se revelara como una lombrosiana tardía, La Cámpora reposteó un comunicado de su Frente de Mujeres que no sólo se solidarizó con Yañez, sino que aludió a "la violencia ejercida por él mismo (Fernández) contra Cristina, así como contra mujeres de su entorno cercano, a quienes responsabilizó por situaciones que se le cuestionaron públicamente a él".

Impactante. ¿Sugieren que el expresidente le pegó también a su vice –claro que no es el caso– o simplemente aprovechan la volteada para cobrarse deudas viejas aun a costa de banalizar lo que efectivamente es violencia de género?

Eso sí, de Guillermo Moreno –otro Torquemada de "progres"– y su condena a tres años de prisión y seis de inhabilitación para ocupar cargos públicos por abuso de autoridad y destrucción de registros públicos en el INDEC, casi nadie dijo nada en el peronismo.

Ese delito, conocido por todos y todas, y que le valió una tercera condena, comenzó en el final del gobierno de Néstor Kirchner y, hasta diciembre de 2013, durante los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner. Tal vez por esto el "supersecretario" se apropia de la "década ganada" en sus permanentes apariciones televisivas, sin que nadie se lo demande.

Sorprenden los silencios, porque la sentencia podría tener consecuencias ulteriores por reclamos de bonistas estafados en sus tenencias de bonos atados a la inflación y al crecimiento.

En medio del lodo en que el peronismo se manosea sin cesar, Juan Grabois no se limitó a repudiar a quien corresponde y a solidarizarse con quien también toca. "Que este tiempo infame de la Argentina injusticialista al menos destape todas las ollas sobre todos los temas: si algunos justos caen por los pecadores, vale la pena porque, si nuestro campo político no se purga un poco de trepadores, lopezrreguistas, corruptos, pajeros e hipócritas, amiguitos o amantes –varones y mujeres–, va a ser todo muy difícil", posteó. Es más, dijo que, si el peronismo no se purga, él analizaría alejarse con quien quisiera acompañarlo.

"No más candidatos indignos de la investidura por ineptos, panqueques, ladris o tibios", se juramentó.

¿Apología de Grabois y validación de todos los señalamientos personales que hace? No, pero sí identificación de una realidad ética que el peronismo debería abordar.

La alternativa sería, para ese sector, pasar de la impotencia ante la emergencia del presidente ultra del 56% a presenciar, también con la ñata contra el vidrio, algún fenómeno futuro acaso más extravagante en un contexto social de justificado descreimiento.

¿Y para la sociedad? ¿Es posible superar la postración interminable y la marcha barranca abajo sin freno sin una regeneración, ante todo, ética? Ese camino no ha sido precisamente fructífero.

¿Y por casa cómo andamos?
La denuncia contra Alberto Fernández fue primero periodística y luego judicial, cuando Yañez se amparó en el juez Julián Ercolini, confirmado este miércoles.

Esa dicotomía fue interesante por suponer la colisión de dos principios. Uno, la publicación de un hecho que indudablemente revestía interés público; dos, el riesgo de revictimizar a una mujer supuestamente objeto de violencia doméstica, forzándola a hacer público algo que, por innumerables razones, podría preferir mantener en privado.

Tan complejo fue ese dilema que el caso fue abordado con dos criterios diferentes dentro del mismo grupo de medios, Clarín.

Por un lado, el diario publicó el domingo, incluso como titular principal de portada, la primicia de Claudio Savoia. Por el otro, la periodista Sandra Borghi, del canal de noticias TN, guardó silencio hasta que hubo denuncia judicial a pesar de haber estado al tanto del asunto desde hacía cuatro meses, según dice ahora, en base a un contacto permanente con la ex primera dama e incluso a un cara a cara con ella en Madrid.

¿Uno actuó mal y la otra bien? No necesariamente; son criterios.

La discusión ahora se hace superflua porque no quedan objeciones para publicar, más allá de que algunas presuntas noticias y abiertas especulaciones que se escuchan y se leen pican dos metros fuera del fleje. Como sea, hay un debate pendiente en los medios.

Los fallos judiciales deben ser todo lo severos que corresponda, pero hay que tener cuidado con las cancelaciones civiles que estimulan los medios e influencers.

Pierre Bérégovoy fue primer ministro de Francia entre el 2 de abril de 1992 y el 29 de marzo de 1993. Hombre de confianza del entonces presidente François Mitterrand, debió renunciar en medio de un escándalo por haberse comprado un departamento en un distrito caro de París gracias a un préstamo a tasa cero que le había otorgado en 1986 el controvertido empresario Roger-Patrice Pelat. Con evidencia de incorrección ética, pero sin pruebas concretas de corrupción, la prensa trinó, primero con la primicia de Le Canard Enchaîné y pronto con un coro ensordecedor. Fatalmente aislado, el 1 de mayo de 1993 Bérégovoy metió un arma en su boca y disparó.

Su muerte dio lugar en ese país a un culposo y profundo debate mediático sobre los límites de la crítica, sobre lo que se puede o se debe publicar y lo que no y sobre ciertos cuidados que habría que mantener incluso para hablar de corrupción o malas conductas.

No mucho ha cambiado desde entonces.

CON INFORMACION DE LETRAP.

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