Si un extraterrestre pasaba por el Instituto Patria este miércoles a la tarde seguramente hubiese pensado que estaba siendo testigo de la recepción de una celebridad, una artista asediada por sus fanáticos. Al enterarse de que se trataba de una política hubiese pensado que se trataba de alguien que acababa de ganar una elección o que había salido victorioso de una contienda. Lo que nunca hubiese pensado es que estaba frente a una persona que fue dos veces presidenta y una vicepresidenta a quien la Justicia le acababa de ratificar una condena por corrupción.
¿Por qué sonríe Cristina Kirchner? La pregunta es inevitable al verla descender del auto y acercarse a saludar a la militancia. O un rato después saliendo a saludar desde el primer piso. La expresidenta es amante de los balcones. Lo hacía en Casa Rosada, cuando le cantaban desde el patio de las palmeras. Lo hizo en el Senado, el día que respondió a los alegatos del fiscal del a Causa Vialidad Diego Luciani. Lo hace ahora desde el Instituto Patria (ya lo había hecho durante la marcha universitaria). En todos estos años de causas judiciales Cristina tuvo muchas apariciones, y en alguna llegó a estar a los gritos, pero nunca tan feliz.
¿Sonríe Cristina por el clamor popular? Difícil. Sobre todo considerando que la imagen que mostraban los drones sobre Rodríguez Peña dejaban en evidencia que el poder de convocatoria ya no es lo que era. Lejos quedó ese lluvioso abril de 2016, cuando por primera vez fuera del poder tenía que presentarse ante el juez Claudio Bonadío, en el marco de la causa conocida como "Dólar futuro". Una verdadera multitud fue a acompañarla. Ocho años después, ese clamor fue menguando. Pocos pueden tener ni siquiera esa capacidad de convocatoria, pero no es algo para sonreír.
¿Sonríe Cristina por el fallo de la Cámara de Casación? La chicana podría ser que festejaba que los camaristas Gustavo Hornos, Mariano Borinsky y Diego Barroetaveña habían rechazado la apelación del fiscal y evitaron sumarle el delito de asociación ilícita. Hubiese significado que se duplicaba, probablemente, la condena o por lo menos se acercaba a los 12 años que había pedido la fiscalía. Sin embargo, no deja de ser una chicana. Siete jueces (el de instrucción, los tres del tribunal oral y los tres camaristas) coincidieron en declararla culpable de administración fraudulenta por el beneficio que recibió Lázaro Báez por parte del gobierno nacional para la construcción de rutas en Santa Cruz. Seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Nada para sonreír.
¿Sonríe Cristina porque sabe que igual no irá presa y podrá seguir compitiendo en elecciones? Difícil que termine en una cárcel ya que con su edad, en caso de que la Corte Suprema ratifique la condena, ya podría ser beneficiaria de una prisión domiciliaria. Pero lo de las elecciones es más dificil de asegurar. Diputados procurará avanzar el miércoles con el proyecto de Ficha Limpia, que establece que condenados con ratificación de una instancia superior no podrán competir en elecciones. La lectura más sencilla es que nunca prosperará en el Senado, donde el kirchnerismo mantiene 33 votos y con sumar a 4 solamente te obturan cualquier iniciativa. El panorama es incierto, pero no deja de estar abierto. Varios senadores que podrían ser determinantes fueron tildados de traidores por Cristina y sus laderos. Nadie sonríe.
¿Sonríe Cristina porque la condena obliga a dirigentes con los que se había distanciado que la defiendan? Tanto Axel Kicillof como Ricardo Quintela, los dos exponentes con los que la relación quedó más dañada por la pelea por el PJ, salieron con mensaje de apoyo para la expresidenta. Sin embargo, para Cristina no representa ni un aliciente. El daño que le generó a su liderazgo el haberse lanzado a la presidencia del PJ y que muy pocos gobernadores e intendentes salieran a respaldarla abiertamente es inconmensurable. En la "persecución", el "lawfare", aparecen siempre los apoyos. De hecho también lo hicieron mandatarios y exmandatarios de la región. Es tarde para una dirigente acostumbrada a conducir sin miramientos.
Entonces, ¿por qué sonríe Cristina? Sonríe porque hoy tiene renovados argumentos para estar en el centro de la escena. Por más que el liderazgo esté lastimado, por más que el poder de convocatoria no sea el mismo que supo ser, por más que el Congreso saque Ficha Limpia, no hay nadie hoy que logre perfilarse como un referente de la oposición. Mientras eso pase, Cristina seguirá estando parada en el medio del ring contra Javier Milei.
Y precisamente el presidente Milei es otro de los que ve la situación y se ríe. Mientras ella siga viva políticamente más se fortalece su gestión. El temor al pasado sigue siendo más fuerte que cualquier incertidumbre que pueda generar el futuro. Y Cristina Kirchner representa mejor que nadie al pasado reciente. Ya sea con o sin condena. Ya sea con o sin sonrisa.
CON INFORMACION DE MDZOL.COM