El paso de Javier Milei por Río de Janeiro para participar de su primera reunión del G20 mostró una cara distinta a la que el líder libertario venía exhibiendo en su proyección al mundo. El Presidente venía siendo la luz roja del tablero en los foros mundiales, aferrado a su cruzada ideológica y sus ínfulas de querer cambiar el orden establecido. Pero en Brasil, a la hora de tomar una decisión estratégica, optó por no romper la buena convivencia con las principales potencias económicas del mundo.
En la Cumbre del G20, Milei exhibió una distancia entre lo declamativo y los hechos. Se autoproclamó “rebelde”, pero se ordenó en la cuestiones de fondo. El país anfitrión, Brasil, lo recibió con la guardia en alto, convencido de que el mandatario argentino llegaría a Río a romper los consensos. Luiz Inácio Lula da Silva había hilvanado un documento final en el que plasmó una agenda progresista, afín a sus intereses. La recepción con caras largas que el brasileño le hizo a Milei en la alfombra roja del evento fue la postal perfecta del clima en la previa a las deliberaciones.
Milei no hubiera querido firmar el documento con la impronta de Lula, ni avalar una declaración sintonizada con la Agenda 2030, que tanto denuesta. Pero el presidente tomó la decisión política de tragar su bronca para no detonar el acuerdo general de las potencias que integran el G20 y que representan el 85% del PBI mundial. Así, finalmente, avaló el documento final sin agregar adendas y evitó el aislamiento internacional.
“La Argentina hizo una evaluación y tomó la decisión que consideró que era la mejor para nuestros intereses. Con lo cual, se decidió acompañar en general la declaración del G20 y, en particular, disociarse de aquellos aspectos con los cuáles no estábamos de acuerdo. Frente a eso, Brasil logró su declaración del G20, Argentina puntualizó sus divergencias y concluyó un G20 con cierto éxito, porque lograr una declaración fue un éxito para la Cumbre”, dijo a LA NACION el canciller Gerardo Werthein, que en sus primeros 20 días en el puesto ya se vio con un concierto de líderes, incluidos Donald Trump y Xi Jinping.
Según pudo reconstruir este medio, en las horas previas a la declaración final de la Cumbre, Milei y la delegación argentina debatieron tres opciones. Podían no suscribir el documento final, y eso implicaba romper el consenso general, porque bastaba con que un país se abriera para que fracasara el acuerdo todo. Podían apelar a un esquema “19+1″ como el que tuvo Trump en 2017, en Hamburgo, y agregar un asterisco al texto con sus discrepancias. O podía avalar la declaración, sin más.
Finalmente Milei optó por la alternativa más blanda, aunque se ocupó de verbalizar sus diferencias en el recinto cerrado en el Museo de Arte Moderno. De hecho, Lula había bajado el martillo que se utiliza cuando hay consenso, y el líder libertario pidió un alto en la ceremonia para tomar la palabra y marcar sus “líneas rojas” en materia de redes sociales, cuestiones de género, Agenda 2030 e impuestos a los “superricos”.
¿Y el cambio climático? Si bien Milei se diferenció de la Agenda 2030, la declaración oficial de la Argentina con las “red lines” no hizo especial alusión a lo medioambiental, como era previsible luego de que el país retirara su delegación de la COP29 en Azerbaiyán. Consultado por LA NACION, Werthein advirtió: “La Argentina no ha decidido salir del Acuerdo de París”. Es muy probable que la complicidad de Milei con el presidente francés, Emmanuel Macron, haya incidido en el posicionamiento argentino.
Un miembro de la delegación argentina, por su parte, explicó la nueva definición de Milei en esta materia: “Él acepta que hay cambio climático, solo que dice que no es por acción del hombre. También admite que hay que paliarlo”.
Equilibrios
Durante el foro, Milei dio dos discursos de fuerte impronta neoliberal y denunció que está en “crisis” el sistema actual de cooperación internacional. “Los mecanismos de gobernanza global ofrecen solo dos caminos. Sumisión, o rebeldía. Bueno, antes que ser esclavos, nosotros preferimos la rebeldía. Si se trata de transgredir el derecho a propiedad a través de impuestos y regulaciones, no cuenten con nosotros”, lanzó. La prensa brasileña publicó que no fue aplaudido, pero en la delegación argentina aseguraron que el libertario sí fue aclamado por varios de sus pares.
Luego de que la Argentina adhiriera al documento impulsado por Brasil, Agustín Laje, presidente de la Fundación Faro -el nuevo think thank libertario- dijo: “Por fin se está discutiendo la Agenda 2030 gracias a lo que está haciendo Milei”. Justificó así la postura del Gobierno en el G20 y le habló a la tribuna ultraliberal, para contener a los propios.
En el Gobierno, en tanto, hacen una distinción entre la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el G20 para explicar por qué en el primer ámbito Milei no duda ser “la oveja negra” pero en Río adhirió al statu quo. “En la ONU la balanza está inclinada. El organismo se creó con el objetivo de evitar las guerras en el mundo y hoy está fracasando. Lo del G20 es distinto”, dijo un colaborador oficial.
Durante el G20, Milei aprovechó para acercarse a los “clientes” más interesantes de la Argentina: China e India. Para el Gobierno es imposible soslayar a Asia como comprador. Luego de compartir la gala celebratoria de Trump en Palm Beach, el Presidente orientó sus reuniones bilaterales en Río de Janeiro con los países que no están en el eje occidental. Con ambas reuniones buscó hacer equilibrio, ya que el líder indio, Narendra Modi es más afín a los Estados Unidos en los Brics.
El encuentro con Xi Jinping fue de importante volumen político. No solo porque viajó especialmente medio gabinete argentino para formar parte de la foto y por el intercambio de invitaciones que se hicieron Milei y Xi. Las delegaciones respetaron a rajatabla la decisión de mantener en reserva los detalles de la conversación.
Trascendió, no obstante, que el gigante asiático respetará los compromisos “financieros” con el país. Un colaborador oficial apuntó: “China está dispuesta a colaborar con la estabilidad financiera de la Argentina”. A la hora de hacer acuerdos estratégicos, Milei está dispuesto a hacer un ejercicio de pragmatismo.(La Nación)