Para Javier Milei, los cortes de luz de este enero representan una situación de no retorno; que podría implicar incluso alguna salida en el mediano plazo de funcionarios responsables. Pero además tendrían consecuencias en el sector privado y uno de los planes más importantes de su agenda para este año. Los cortes de luz de la semana pasada, responsabilizados casi en su totalidad en la compañía Edesur, pusieron en cuestionamiento un capítulo puntual de un paso importante que el Gobierno estaba por dar este año: la participación de la italiana Enel en el proceso privatizador generalizado que el Ejecutivo comenzó a fines del 2024 con el pase de IMPSA a la norteamericana ARC Energy, y que este año tendría una aceleración manifiesta.
Enel era una de las compañías que el Gobierno tenía confirmado para participar en algunos de los procesos más importantes. Sin embargo, la caída del suministro durante las altas temperaturas de la semana pasada, fundamentalmente en la zona donde opera Edenor, bajo jurisdicción de la empresa italiana, puso la habilitación de los europeos para la toma de algunos otros servicios públicos en concesión en la mira. Según los informes recibidos por el presidente, los responsables directos de los eventuales cortes serían las empresas distribuidoras, ya que la generación (primera parte del suministro eléctrico) y el transporte (segunda parte), no habrían presentado fallas. Incluso las empresas del rubro habrían mostrado inversiones importantes durante el complicado 2024.
Esto pese a la abultada deuda que en el primer semestre acumuló el Gobierno con estas compañías por más de 1.500 millones de dólares, pasivo que, según la versión oficial, fue saldándose con perdones de otras deudas y emisiones de Bopreales. En el caso del tercer eslabón de la cadena eléctrica, la distribución, y siempre según los informes oficiales, se vieron diferentes situaciones entre las compañías responsables. Por un lado, algunas que pudieron enfrentar las altas temperaturas, la suba de la demanda eléctrica vía aires acondicionados y la vuelta al hogar de muchos veraneantes de comienzo de temporada. Sin embargo, Edesur fue quién mayores cortes mostró. Situación que se agravó al demorar mas de lo esperado el retorno del servicio, pese a que para el viernes las temperaturas ya bajaban y la demanda se normalizaba.
Esto hizo que la compañía este en la mira presidencial, con datos precisos que le entregaron al presidente minutos antes de embarcarse a los Estados Unidos para participar de la asunción de Donald Trump. Para Milei no habría problema en sacar a Enel de la lista de potenciales inversionistas en las próxima privatizaciones. El problema del caso es la madrina de la compañía italiana. Ni mas ni menos, que la jefa de gobierno Giorgia Meloni, una de las dirigentes internacionales con mejor relación con el libertario.
El tema ENEL estuvo en la agenda en el encuentro que ambos mantuvieron en Buenos Aires en noviembre del año pasado, donde todo fue onda máxima, acuerdos, saludos en balcones y susurros al oído. En lo concreto, los dos líderes hablaron del interés que empresas de ese país podrían tener en invertir en Argentina, comenzando por las compañías que ya están en el país y que, por motivos múltiples, tienen problemas de continuidad. En ese sentido, Meloni pidió por la defensa de la presencia de la italiana ENEL en el país, la operadora local de Edesur, una presencia que durante el kirchnerismo siempre resultó polémica y al borde del abandono. Siempre se aseguró que Edesur no cambió de dueño, porque siempre esperó que durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner diera el paso de la gran amenaza permanente (privada en aquellos años y pública ahora) del ministro de Infraestructura plenipotenciario del kirchnerismo Julio de Vido; quien reconoció hace días que siempre impulsó la renacionalización de Edesur. Los italianos tenían este dato, y decidieron como estrategia política de la compañía, esperar a que se ejecutara la amenaza. Y luego ir al tribunal del Ciadi a ejecutar un juicio similar a los que unas treinta empresas le hicieron, exitosamente, al país; al sentirse avasallados en sus derechos de propiedad por las nacionalizaciones kirchneristas.
Cristina Fernández de Kirchner, Axel Kicillof y otros funcionarios de entonces, se plantaron ante De Vido y nunca se avanzó en la toma de Edesur, como sí se hizo, por ejemplo, con YPF. La embestida del exministro de Planificación se basaba en el pésimo servicio. Cortes incluidos. Sin embargo, el freno a la intención operaba con el criterio de la imposibilidad de desembarcar en la empresa y comenzar a operarla con eficiencia. Según los cálculos del momento, para que la compañía muestre avances, debería haberse invertido unos US$ 5 mil millones; dinero que el Estado kirchnerista, macrista, mileista y todo lo del medio, nunca tuvo ni tendrá. Para relanzar la relación de Enel con la Argentina en la nueva etapa libertaria, Javier Milei y Flavio Cattaneo, CEO de Enel, se reunieron en el marco de la cumbre del G20 en Río de Janeiro en noviembre de 2024, días antes del encuentro Milei- Meloni de Buenos Aires, donde Cattaneo prometió nuevas inversiones y la extensión de concesiones en Argentina.
En carpeta quedó un gran negocio que se viene para este año: la privatización de AySA, una sociedad que está en el listado de las ocho empresas que podrían privatizarse, según la ley Bases II, y que sería una de las pocas que tendría interesados reales. Luego de encuentro de Río de Janeiro, Milei sabía que tenái a Enel como casi segura participante en el proceso, y que podría tener ventajas competitivas con sus competidores europeos. Especialmente con todo un listado de compañías francesas que tuvieron la concesión del servicio de aguas en todo el país durante los 90, y la mayoría terminó con juicios ante el Ciadi a favor de las sociedades. Por ejemplo, Suez, que manejaba AySA y fue eyectada por decreto en los tiempos de Kirchner.
Otro competidor podría ser España, pero mientras Pedro Sánchez esté en La Moncloa, la dueña de la ficha es la Italia de Meloni. ¿Por qué siempre un europeo? Acá sirve un dato que Meloni compartió con Milei. Si Argentina ordena su macro, cierra un acuerdo con el FMI y mantiene un riesgo país razonable, cualquier empresa europea querría invertir en el país. Por ejemplo, con alguna privatización contaría con créditos flexibles del Banco Central Europeo, a una tasa que opera por debajo del 4% anual. Sería otro revival de los 90. Así fue que Repsol compró YPF en febrero del 1999, al adquirir el 97,81% de la empresa pagando unos 15 mil millones de euros con fondos frescos provenientes de la UE.
Descansaba tranquilo el oficialismo en Buenos Aires a la espera que se abra el proceso de Aysa, donde ya había un interesado: Enel. Y con el madrinazgo exclusivo de Meloni. Sin embargo, los cortes casi exclusivos de Edesur de la semana pasada, podrían determinar una situación indefendible desde Buenos Aires.
CON INFORMACION DE MDZOL.COM