La incertidumbre económica desordena el proceso electoral

POLÍTICA Sergio Crivelli
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A sólo cinco meses de las PASO no hay candidatos definidos en ninguno de los dos frentes que competirán por la presidencia; ni en el kirchnerista, ni en el opositor. Eso ha hecho que empezaran a aparecer las voces presionando a las principales figuras para que aceleren sus estrategias. 

Ese clamor de la tropa es producto y a la vez demostración de la falta de liderazgos en ambas coaliciones. O de que los liderazgos están depreciados, si se prefiere.

En la oposición el blanco de los reclamos fue Mauricio Macri al que le pidieron el radical Mario Negri y el peronista anti K Miguel Pichetto que dijera de una vez por todas si va a ser o no candidato.

Macri se mueve con comodidad en la indefinición, pero esa actitud perjudica a los opositores como explicó Pichetto: el 16 de abril hay un conjunto de provincias que van a elecciones y sin un candidato nacional que sea además una definición tácita del rumbo del futuro gobierno, Juntos por el Cambio perderá terreno.

En el peronismo son Sergio Massa y Cristina Kirchner los que presionan a Alberto Fernández para que adelante qué va a hacer en las PASO: presentarse a la reelección como amenaza o buscar candidatos de consenso. Los tironeos ya llevaron al gobierno a un peligroso nivel de anarquía.

El presidente trata de ganar tiempo y postergó hasta el próximo jueves una reunión con los integrantes de la mesa electoral del Frente de Todos, pero la presión aumenta constantemente. El día anterior se reunirá con la CGT que hasta ahora ha sido uno de sus sostenes, pero que ya está oteando en el horizonte para ver quién será el próximo a sostener, porque la idea de la reelección es una fantasía.

Los que están más cómodos en el FdT son Massa, que sigue jugando al misterio, y la vicepresidenta que ya anticipó que no será candidata y entretiene a la tropa con un “operativo clamor” en el que tampoco nadie cree seriamente. Apuesta a definir el candidato a gobernador bonaerense y las listas de diputados y senadores hasta dónde pueda. Ella y Massa se reúnen frecuentemente en el primer piso del Senado. El triunvirato gobernante ha quedado reducido a un dúo.

El problema del oficialismo en materia de candidaturas es que se enfrenta a un desierto. Sin Cristina Kirchner en la boleta no tiene propuestas atractivas. “Wado” de Pedro no es un apuesta ganadora y Massa depende de la marcha de la inflación que cotiza al 6% mensual.

Ese es el punto clave. La economía ha ordenado históricamente los procesos electorales, pero hoy bordea el precipicio. El primer paso para superar esa incertidumbre lo dio la mesa nacional de Juntos por el Cambio el martes al difundir un comunicado alertando sobre la “bomba” de la deuda que está armando el actual gobierno para que estalle en manos del que lo suceda.

Al margen de que el crecimiento exponencial de la deuda es un hecho y que significa además un seguro de cambio a favor de los prestamistas, la advertencia fue un mensaje para los banqueros que toman la deuda emitida por el gobierno “K”. Los opositores los acusan ahora de manera tácita de lo mismo que el kirchnerismo acusó en 2019 al FMI: de financiar la campaña del rival.

Con el préstamo del organismo internacional Macri evitó caer en default y llegó al final de su mandato. Con la ayuda de la corporación bancaria local, Fernández y Massa (como en su momento Guzmán) intentan evitar una devaluación brusca que representaría el último clavo en el ataúd electoral del peronismo.

El comunicado de JxC fue también un mensaje para la interna opositora, porque triunfó la postura de los sectores más duros y se desdibujó la figura de Horacio Rodríguez Larreta y la de otros amigos de Massa como el radical Gerardo Morales.

A esta altura ya no se trata de si hay grieta o avenida del medio. La grieta está en la sociedad y la dirigencia poco puede hacer para erradicarla. De lo que se trata es de una lucha de poder y frente a ese desafío las posiciones se polarizan y consolidan como ocurrió en el caso del juicio político a la Corte Suprema impulsado por el peronismo.

A la hora de votar su admisibilidad en la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados ambos interbloques actuaron sin fisuras. En el Frente de Todos los massitas votaron junto a los camporistas, a pesar de que su jefe deja trascender que suma problemas a la economía, y en Juntos por el Cambio ocurrió otro tanto: la Coalición Cívica votó en contra del juicio a Ricardo Lorenzetti, a pesar de que viene impulsándolo desde hace años, para no presentar un frente desunido en la defensa de los demás integrantes del tribunal. Un tribunal que tendrá la última palabra en los procesos penales a los que tanto teme Cristina Kirchner.

Fuente: Diario La Prensa

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