En 1986, en las `barbas' de Pablo Escobar en Colombia, Juan Pablo II dijo: "El tráfico de drogas es hoy lo que era el tráfico de esclavos en el siglo XVII, impedir a las víctimas al ejercicio de su libertad y ahora con la destrucción de la personalidad''.­

Empecé a `sentir' a Rosario cuando fui a dar conferencias y a congresos con colegas desde los 2000. Ellos eran y son bastardeados desde hace más de 20 años por tratar de edificar una cultura preventiva y una red asistencial. Había un vasto movimiento cultural que banalizaba el consumo de drogas con aulas universitarias y profesores como estandartes.­

Era el germen del `progresismo' en donde la droga liberada era el signo de la nueva revolución pendiente. Estudiar los daños cerebrales y de los distintos sistemas orgánicos y psíquicos; ¿qué es eso? Todos aquellos que buscaban una planificación preventiva desde los primeros años de vida, la lucha por una escolarización en donde la educación para la salud fuera un estandarte eran ignorados y la creación de cientos de centros públicos de asistencia era bloqueada. El paciente solo recibía una desintoxicación mentirosa que lo acercaba a consumir otra vez con mayor fuerza. La legión de crónicos dependientes debía aumentar.­

La cultura del consumo y de la aceptación social de las drogas era el `caballo de Troya' de la instalación de un gran mercado de venta y consumo. Ahí escuché por primera vez los dramas de un barrio desconocido para mí como era Empalme Graneros en donde la indigencia, la desfamiliarización, la venta masiva de sustancias y la falta de trabajo era suplida por una multitud de `bunkers' que invadían las ciudades. Venta en `bunkers' y trabajo a menores con pago con drogas. Cada bunker tenía un joven que durante 24 horas vendía con guardias de seguridad. Había `campanas' que avisaban cualquier movimiento sospechoso.­

Atendí a un paciente que durante un año trabajó en un bunker; cuando llegó era un joven que había perdido sus atributos humanos. Si el cerebro tiene tres estructuras: el `homo sapiens' racional con lóbulo frontal como eje de todo, el piso que nos emparenta con los mamíferos y su estructura instintiva y el piso que nos emparentan con los reptiles y simios, llamado cerebro simiesco que funciona en base a automatismos. En Jorge (18 años), así se llamaba él, era un ser humano degradado a lo mamífero y a lo simiesco.­

Aislado, hablaba poco, era apático y estaba vacío de contenidos. Los estudios de imagen cerebral hablaban de un proceso neurodegenerativo evidente. En su cerebro no había signos de vitalidad y las zonas infartadas eran muchas. Se había transformado en un `zombie' que vagaba por la institución. Percibí que solo cambiaba de actitud cuando la madre lo visitaba desde Rosario una vez por semana para las reuniones familiares que eran precedidas por una mateada y dulces que le traía en forma de tortas y una caricia persistente en la nuca. Ahí revivía. Nutrición emocional, relacional materna y alimenticia. Amor materno, eje de un cambio. La caricia como eje de los cambios.­

Analizando estos cambios durante meses lo llamaba todos los días a mi consultorio y compraba medialunas en una panadería que compartíamos con una bebida caliente y así entablamos diálogos que lo fueron acercando a los grupos de terapia y a las distintas actividades. Tardó el proceso de humanización y de toma de conciencia de la enfermedad adictiva y la renuncia a la misma, pero con la ayuda de la familia hoy trabaja fuera de toda adicción en la gomería del padre.­

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LA NUEVA EXPLOTACION­

El era un explotado moderno. Si Marx viviera diría que la droga es precisamente el "opio de los pueblos''. La revolución pendiente tiene en las drogas una de sus herramientas junto con la desfamiliarización, la pobreza y la desescolarización. Lo demás lo hará el `neuro-marketing' (con mucho dinero atrás para publicistas) que demostrará la inocuidad para la salud del consumo y las bondades del `consumo cuidado' aun en edades en que el cerebro no ha terminado de desarrollarse.­

Atendí a muchos soldaditos de `bunker' y aprendí lo que es la barbarie e incluso hoy un paciente vive recuperándose en nuestro centro, pero también como un refugiado de un barrio en donde salir a la calle es jugarse la vida.­

Desde los 2000, la Argentina queda horadada por el narcotráfico con un consumo que banalizado comienza en la primera pubertad (12 años). Muchos docentes observan esto y no quieren meterse e incluso muchos también fuman porque la diferencia con los 2000 es que la población adulta consumidora es muy grande (patologías depresivas, orfandad del sentido de la vida están ahí, junto con un vacío de ser y una agonía del amor evidente en parejas múltiples fracasadas con hijos por doquier y muchos de ellos abandonos). Muchos padres e hijos consumen en distintos horarios o juntos observándose en su decadencia física y psíquica.­

El `abono' del aumento del consumo es la debacle cultural de relaciones inestables, caóticas, el fracaso de la vida escolar junto a la falta o la carencia de la transmisión de valores. No olvidemos que somos el primer consumidor con Uruguay de cocaína en América Latina (Naciones Unidas, informe 2023) y el primer consumidor de marihuana también en América Latina solo superados por los Estados Unidos. Además, el primer consumidor de alcohol en jóvenes superando a los Estados Unidos en toda América.­

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LOS NUMEROS DE LA ESCLAVITUD­

Según informes del Observatorio de la UCA (2023) detectan en el conurbano la venta de drogas en 1 de cada 3 hogares, en CABA el 12,1 por ciento de la población general lo observa. El análisis tan certero de la UCA no toma en cuenta los medios tecnológicos de venta (Instagram, Facebook, distribuidores puerta a puerta, cadena de WhatsApp, etc.) y los múltiples deliverys que operan como transito de sustancias (fenómeno clave en la pandemia).­

Las pastorales de los barrios populares en drogadependencia de la Arquidiócesis de Rosario ha emitido en estos días un comunicado que muestra la gravedad de la situación: "Lloramos por la ciudad que amamos''; "se va constituyendo de modo incipiente un para-estado que no rota cada cuatro años y que en el tiempo se consolida en su estructura de poder económica y financiera ofreciendo armas, abogados, protección y otros muchos recursos''. Alerta sobre los índices de muerte, los deterioros psiquiátricos evidentes, las barbaries desatadas, las discapacidades motrices, accidentes cerebrovasculares, etc.­

Piden tratamientos residenciales para niños y adolescentes abandonados; tratamientos residenciales para consumidores; casas para pacientes con severos problemas de salud mental; refugios para personas en situación de calle, etc. Lo básico de lo básico. Lo olvidado y/o repudiado desde hace más de 20 años con `cancelación' de los pensaban diferente al paradigma progresista mientras crecía la barbarie.­

Buceando en mi memoria recuerdo a dos grandes maestros cuando estudiaba en los Estados Unidos y en Italia. W.O Brien, en Nueva York, decía en 1985 como director de `Day Top' (centro de rehabilitación): "Recuerde que cada adicto en su carrera de consumo hace 4 al mes (la principal vía de propagación es liberar sin trabas el consumo porque el que convida a amigos es el es que propaga) y que la vida útil del consumidor es de 10 años y 5 si consume opiáceos''. El contagio, me enseñó, es psicosocial.­

En Italia recuerdo dos conceptos de gran L. Cancrini cuando, al invitarlo a Buenos Aires a disertar, me preguntó si en esa villa de Ezeiza se distribuía drogas. Le respondí que no sabía; entonces me pidió que lo llevara a ver un partido de fútbol para escuchar los cánticos de las barras y de los hinchas. En River escucho las loas a la marihuana de `Los borrachos del tablón'. Ahí me dijo que el problema ya está instalándose porque cuando en la villa y en los espectáculos populares aparece la droga como valorada empieza la inundación. El comparaba a la epidemia con una inundación. Luego, en México cenando en una comida inolvidable me dijo: "Cuando hay mucha droga en un barrio y muchos adolescentes, gana la droga''. La tarea de crecer es muy difícil hoy y las drogas los hacen olvidar de este sufrimiento que tienen que enfrentar en soledad. El asunto es inundar un territorio de estupefacientes.­

POR: JUAN ALBERTO YARÍA

FUENTE: LAPRENSA.COM.AR

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