Estatales van a las urnas y resetean el tablero del schiarettismo

POLÍTICA - CÓRDOBA Agencia de Noticias del Interior Agencia de Noticias del Interior

El Sindicato de Empleados Públicos (SEP) de la provincia de Córdoba elegirá este viernes al sucesor de su histórico mandamás José Pihen, en el marco de un proceso de renovación en el gremialismo que comenzó con la normalización de la Regional Córdoba de la CGT y aparece como un elemento clave de cara al cambio de época institucional y su impacto en el tablero del poder.

Pihen, que al igual que el gobernador Juan Schiaretti también finalizará el próximo 10 de diciembre su segundo mandato como legislador, conduce el SEP desde 1992. Durante más de 30 años fue uno de los protagonistas centrales de la oposición a los gobiernos radicales de Eduardo César Angeloz y Ramón Bautista Mestre, y una parte fundamental del proceso cordobesista que comenzó en 1998 bajo la tutela de José Manuel De la Sota.

El año pasado fue blanco de la conducción nacional de la CGT que encaró un proceso de normalización de las regionales de todo el país y lo apartó de la directiva gremial cordobesa. En su lugar, asumió un tridente integrado por Rubén Urbano (UOM), Ricardo López (ATSA) y Edgar Luján (Camioneros), que todavía sostiene una batalla legal por los bienes de la central obrera que, según denuncian, el antiguo secretario general sostiene en su poder.


El candidato a sucederlo por el oficialismo sindical, la Lista Blanca, se llama Sergio Castro. Integrante histórico de la actual mesa de conducción, se propone continuar con el proceso iniciado a comienzos de los 90 aggiornando el trabajo a los desafíos de la hora y saldando algunas de las cuentas pendientes que quedan de la agenda de la gestión. Por ejemplo, el fortalecimiento de la participación de la masa afiliada del interior provincial.

La oposición presentará otras dos listas, que expresan el descontento con la conducción y descubren los otros dos conflictos que exceden al SEP y que marcan un clima de época que preocupa al PJ provincial, sobre todo a Martín Llaryora que se imagina lidiando con esas relaciones en el despacho de la Casa de Gobierno que hoy ocupa Schiaretti.

Marcelo Benavídez, representante de la Lista Bordó; y Enrique Márquez (Lista Verde) le endilgan al oficialismo casi los mismos defectos que le marcaron quienes lideraron el proceso de reorganización cegetista: una especie de complicidad con el cordobesismo que conlleva la negociación de salarios a la baja y la falta de compromiso con la lucha por la mejora salariales de los trabajadores y trabajadoras públicas de toda la provincia.

El oficialismo aguarda confiado el resultado de la elección en la que están habilitadas para votar casi 17 mil personas, mientras que la oposición advierte sobre un eventual batacazo. Esa realidad dual explica también uno de los frentes de conflicto más complejo que tuvo que enfrentar la administración schiarettista de los últimos años: el surgimiento de los armados paralelos bajo el sello de “autoconvocados”.

La aparición de coordinadoras que negocian derechos laborales por afuera de las estructuras formales de representación es observada con particular preocupación en el Ejecutivo. Sobre todo a partir de los conflictos que emergen en los sectores de la Salud y la Educación. El acuerdo docente que se cerró la semana pasada después de cuatro ofertas, una conciliación obligatoria y tres meses de negociación, es una prueba de esa nueva realidad que se opone a la práctica habitual que marcaba el pulso de las negociaciones salariales relativamente tranquilas a las que venía acostumbrada el cordobesismo.

En ese sentido, el fin de la era Pihen en el SEP también se conjugará, a finales de año, con la eventual salida de Juan Monserrat de la conducción de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC), luego de 14 años al frente. Ante los planteos de las oposiciones internas que denuncian concentración de poder y rompen asambleas retrasando acuerdos, las conducciones en retirada se esfuerzan en dejar una base que garantice la salida desde el institucionalismo sindical.

En el ocaso del schiarettismo, el futuro gobernador deberá prepararse para negociar con una conducción gremial que, al menos, modificará el nombre de sus principales cabezas.

Ante la escalada inflacionaria que parece no tener freno y el desgaste de las estructuras tradicionales, el desafío que más preocupa al armado del intendente que quiere ser gobernador es la manera en que lidiará con los nuevos actores, que se oponen a las recetas que hasta ahora le funcionaron al cordobesismo para contener las crisis que tuvo que enfrentar. Algo que a nivel nacional no pudieron hacer frente ni la Alianza, ni Eduardo Duhalde, ni el kirchnerismo, ni el macrismo.

FUENTE: LETRAP.COM.AR

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