Daniele ofrece una segunda oportunidad

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Poco hace falta hurgar en el archivo para recordar cuál fue la receta que aplicó Martín Llaryora para salir airoso de esa trituradora de carreras políticas que es, o supo ser, la Municipalidad de Córdoba.

Descontando un factor exógeno en absoluto desdeñable -pero exógeno, en fin- como fue el arrollador arrastre electoral de Juan Schiaretti en 2019, el actual gobernador consiguió encadenar una gestión municipal valorada por los vecinos en base a dos factores: la “reconquista” del municipio a partir del fin del co-gobierno con el Suoem, y un amplio respaldo presupuestario de la Provincia para la ejecución de obra pública de gran visibilidad y costos relativamente bajos. Principalmente, la recuperación de los espacios públicos.

Hoy, la relación entre el Centro Cívico y el Palacio 6 de Julio se ha estrechado. Y no porque haya reverdecido el amor fraternal entre el gobernador y el intendente, sino por que las encuestas han hecho patente que el oficialismo no tiene ninguna posibilidad de proyectarse más allá del 2027 si la gestión municipal no crece significativamente en la consideración de los vecinos. (Y la provincial también).

Obligados por la comunidad de intereses del peronismo, Provincia y Municipio renovarán la sinergia que existió, fundamentalmente, en la segunda parte de la gestión municipal llaryorista, con ejecución de obra provincial en la ciudad y con fondos que llegarán desde el Centro Cívico para revitalizar las arcas del Palacio de Julio.

Pero, previo a eso, Daniele ofrece a Passerini la posibilidad de reeditar la primera parte de su gestión: una victoria profunda frente al Suoem.

En la asamblea que presidió ayer ante las Áreas Administrativas, en la explanada del Palacio Municipal, además de prometer “un quilombazo”, Daniele recordó que Llaryora aprovechó el contexto de la pandemia para avanzar sobre el sindicato reduciendo la jornada municipal y habilitando el pago “en negro” de numerosos conceptos, además de excluir al gremio del manejo de información sensible sobre las cuentas del municipio, propender la contratación de empresas tercerizadas para realizar tareas de mantenimiento que antes recaían en las Áreas Operativas y hasta llevar la 25 años demorada desconcentración operativa de la ciudad.

Hoy, Passerini no tiene el contexto de pandemia, pero si puede apalancarse sobre los cambios que en su momento consiguió Llaryora.

Daniele promete un conflicto de largo aliento, pero, ¿tiene resto para que los municipales lo acompañen?

La simple inacción de los municipales no alcanza para paralizar la ciudad. El COyS funciona con la tracción de otro gremio (el Surrbac), el aún incipiente Ente de Fiscalización y Control reduce día a día la capacidad de presión de las Áreas de Fiscalización, y la digitalización de parte de los trámites a realizarse ante la municipalidad pone coto al poder de fuego de las Áreas Administrativas.

Pero, más importante aún, el Ejecutivo cuenta con un interruptor capaz de lastrar cualquier medida de fuerza: dejar de asignar las “horas módulo” que, desde la pospandemia, representan un concepto clave en el recibo de haberes de los municipales. Tanto, que ese fue el factor decisivo para que, a fines del año pasado, tras dos meses de protesta, el Suoem terminara firmando una paritaria que quedó muy por detrás de las expectativas trazadas por Daniele en el inicio del conflicto.

Tras el relanzamiento de su gestión, con ajustes varios en su gabinete y un plan de obra pública que busca romper la inercia que la oposición le achaca, Passerini se encuentra ante la oportunidad de anotarse un éxito político contra un sindicato que apela a chocar contra los vecinos para lograr sus cometidos. Y cuenta con las herramientas necesarias para hacerlo.

La posición oficial 

Desde la secretaria de Administración y Capital Humano, a cargo de Sergio Lorenzatti, destacan que los sueldos municipales están, en términos relativos, muy por encima de la media. (Según datos de la Caja de Jubilaciones de Córdoba, la Remuneración Imponible Promedio de los empleados municipales a enero de 2025 era de 2.710.935 pesos).

Las autoridades municipales entienden que, en un contexto de baja de la actividad económica y consecuente caída de la recaudación, los gastos corrientes no pueden superar los ingresos corrientes sin que el déficit termine desvirtuando el objetivo final de la gestión, que es el beneficio de los vecinos en su conjunto, y no sólo de los empleados municipales.

Admiten que el desfasaje de los salarios municipales con respecto a la inflación ha crecido, desde 2023, de dos a cuatro meses, pero no que exista una intención de congelar el salario municipal. Y agregan que, en un marco de conflictividad, no es posible avanzar en el “trabajo conjunto” que representa organizar al pase a contrato de los agentes que prestan servicios para la Municipalidad bajo la forma de becarios o monotributistas desde 2020.

CON INFORMACION DE DIARIO ALFIL, SOBRE UNA NOTA DE FELIPE OSMAN.

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